jueves, 5 de marzo de 2009

En la calle "El Cainejo"





¡Yo soy!






Con su sueldo de vigilante pagaba sin estrecheces la hipoteca de su piso.

Comenzó a salir con una "superpija" que se empeñó en que vendiera su piso y se compraran un pequeño adosado entre los dos.La agencia inmobiliaria y el banco le dieron todas las facilidades. Hasta dentro de dos años (tiempo sobrado para vender su piso) no tendría que hacer frente a la hipoteca del chalecito.


Pasó un año, la "más que pija" se empeñó en cambiar los sencillos muebles y hasta los suelos. Todo se hizo según su gusto. El piso de él no se vendía.

Ella acostumbrada a echarse todo su sueldo encima. A veces no llegaba con su parte de la hipoteca. Las discusiones comenzaron a ser frecuentes. El piso seguía sin venderse.

Pasaron los dos años. Ella se fue para casa de su madre. Él está sólo en el chalecito. Le ahoga el pago de las dos hipotecas en una. Abre los armarios y encuentra todo tipo de ropa femenina que aún lleva las etiquetas. Y su piso... sin venderse.


Mi sombra, mientras él aparca el coche, recuerda: "El camino que seguimos, es pensándolo bien el que merecemos" de Hugo Betti.




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