martes, 26 de octubre de 2010

"El Camino de Santiago" (12)





Corría el año 1.993:




Martes 27 de Julio:




 Salimos de Melide sobre las ocho.
 Llegamos a Arzúa alrededor de las doce. Yo, con un tobillo inflamado que vendé. ¡Qué calor! Pero no nos podemos quejar porque el tramo, de unos quince km, ha sido casi todo sombreado. Lo más hermoso, los bosques de eucaliptos. ¡Nunca había visto tantos juntos! Su agradable olor aún lo tengo en mi mente.
 
Hoy, a ratos de monotonía, me preguntaba qué sentido tiene para mí el Camino. ¿Como experiencia? Sin duda lo es. Pero...sigo buscando la respuesta. Andrés va más despacio por mí, yo voy más deprisa por él y así los dos vamos a destiempo.
 
En Arzúa buscamos pensión, nos aseamos, comimos y siesta. Sobre las seis salimos a dar una vuelta. En el jardín que hay en el centro del pueblo, muchos jóvenes estaban tumbados en esterillas a la sombra. Probamos el esquisito y famoso "queso de Arzúa". 
 
Me encantó el monumento dedicado a las queseras de Arzúa. Es el primer monumento que veo dedicado a la mujer, en un trabajo artesanal, practicado desde siempre en muchos lugares. 
 
Hemos ido a cenar. Yo creo que engordaré, pues de nada vale caminar por la mañana, si por la tarde comemos, cenamos y descansamos. ¡¡Vaya peregrinos!!  Sin bastón, sin sombrero de ala ancha, sin capa, sin calabaza y sin vieira. Pero... peregrinos al fin.
 
 


2 comentarios:

  1. El espíritu del peregrino se lleva dentro, no hace falta llevar a la vista los símbolos.

    El olor a eucalipto también acude a mi mente cada vez que recuerdo Galicia. Tierra y gente maravillosa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Aorillasdelorbigo, tienes toda la razón, el hábito no hace al monje. ¡Que delicioso olor! Saludos.

    ResponderEliminar