viernes, 3 de junio de 2011

¡La niña "monja"!







¡Yo soy!





Al autobús que va a salir de la estación, suben dos mujeres una joven y otra no tan joven. Entre mi sombra y la mayor de ellas, está el estrecho pasillo por donde acaba de pasar una monja vestida de gris. Saluda a mi vecina de viaje y se va hacia su asiento en  la parte de atrás del autocar. La mujer mayor la sigue con la mirada y le comenta a la joven:
 
_ ¿No conoces a "esa"? Ha hecho la pregunta en un tono sibilino.
 
_Pues no, no la conozco.
 
_Pues es del pueblo pero hace muchos años que se metió monja. ¡Bueno... la metieron!
 
_ ¿Cómo que la metieron?
 
_¡Y tanto! Tú sabes que en los pueblos se sabe todo. Ella, ni siquiera sabrá por qué es monja. ¿Te acuerdas de "Felipín el Viejo"? Aquel hombrín, que vivía cerca del caño, que murió hace unos años.
 
 _Sí, sí ya sé, que era medio enano.
 
_Alomejor por eso nadie le hacía caso. Siempre andaba detrás de las crías. A veces les enseñaba sus partes, otras las manoseaba. Un día ésta (apuntó su cabeza con un gesto hacia la parte trasera del bus) estaba con otras chavalas en "El Pallarín". Apareció por allí "El Viejo" y les dijo que las llevaba a cuestas un trozo de camino. Las crías que tendrían seis o siete años, empezaron a reírse y a subirse a su espalda. Se ve que a ésta le metió el dedo donde no debía y... El caso es que la niña cuando llegó a casa llevaba la braga manchada de sangre.

 Le preguntaron una y otra vez hasta que la cría cantó. Para todo el mundo sería una salvajada, denunciable, para su familia supercatólica,  fue un sacrilegio del que no se debía enterar nadie.

 Como tenía una hermana monja en Madrid, a los ocho días la mandaron para su congregación. No creo que ella recuerde la razón del por qué es monja.
 
 
Mi sombra pensativa ante el silencio de las dos viajeras recordó: "Lo que es pecado de muchos queda sin castigo" de  Marca Anneo Lucano.
 
 
 
 

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