jueves, 19 de septiembre de 2013

"El Tranca"




Es un hombre viejo, feo, gordo, deformado... es "El Tranca". Preferí no saludarlo y crucé al otro lado de la calle. Pero él seguía en mis pensamientos: 

Fui a su boda con Fina: alto, guapo, delgado... hacían muy buena pareja. Trabajaba en una gran empresa. Se auguraba un buen futuro para ambos.Ganaba mucho pasta de lo que Fina se sentía muy orgullosa, como buena ama de casa. 

Fue en La Compañía, donde le pusieron el apodo. ¡Tenían motivos para hacerlo! "El Tranca" por sus "trancazos". Bebía como un cosaco, sus melopeas eran sonadas. Varios ingresos por comas etílicos, que su mujer siempre ocultaba. Sólo hablaba de lo mucho que ganaba su marido. Lo jubilaron bastante joven por su salud y continuó bebiendo.

Compraron un piso en Benidorm y pasaban allí una buena parte del verano. Era la temporada en que Fina descansaba y dormía más tranquila. Allí era más fácil controlar al Tranca que en León, donde se hacía el recorrido diario de bar en bar saludando a los de siempre. 

Aquel verano en Levante ocurrió lo inesperado. El matrimonio caminaba por una calle comercial cuando Fina sintió un pinchazo en el pecho y apenas podía andar. Su marido por primera vez acudió a un bar no para pedir una copa, sino para pedir ayuda. Su mujer se sentó en una silla hasta que llegó la ambulancia y se la llevó al hospital. Parecía que el peligro había pasado. 

A la mañana siguiente "El Tranca" fue a visitar a su esposa y la habitación estaba vacía. Preguntó suponiendo que la habían cambiado de lugar, pero la respuesta de la enfermera fue que la siguiera para hablar con el médico. ¡Fina, había muerto de madrugada a los 55 años! El Tranca con los nervios había dado solamente el teléfono fijo de León y según le dijo la enfermera habían hecho muchas llamadas a ese número sin obtener contestación alguna.

 Enterramos a Fina, recordando la mala vida que le había dado el bebedor y pensando:¡Qué será de él sin Fina a su lado poniéndole límites con la bebida! 

El Tranca se vio sólo y fue entonces cuando decidió poner remedio a su enfermedad. 

Hoy le he visto, es un hombre: viejo, feo,  gordo, deformado... Es El Tranca.


No quise saludarlo, me acordé de Fina: "No hay remedio ni para el nacimiento ni para la muerte. Lo único que nos resta es aprovechar el intervalo" de George Santayana.



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