¡Yo soy!
Soy la sombra que salpicada por los chorros cristalinos de "la fuente cemento". Yo la llamo así, cuando la veáis lo comprenderéis. Miro a dos crías de unos doce años, no más. Se rien mientras comen cada una una bolsa de "gusanitos" no lo sé muy bien, no me alcanza la mirada. Llevan pantaloncitos cortos y media barriga al aire.
Un hombre de unos cuarenta años, no más, se las queda mirando sonriendo mientras cruza una de las calles. Las dos se dan cuenta y cuchichean algo que no puedo oír. Luego una de ellas dice al paso de mi sombra, creo que para que yo la oyera: ¡ putos viejos...!
Ya se dijo: "Lo peor no siempre ha de ser cierto".