jueves, 27 de enero de 2022

El Molinillo


Mentira me parece que un objeto tan sencillo pueda traer a mi mente de sombra una cascada de recuerdos tan amplia. El molinillo de café que tengo delante, perteneció a mi tío Antonio, supongo que antes a mi abuela paterna. Mi tío era un hombre muy raro. Según mi madre se enamoró a los 20 años, se quiso casar y como no le dejaron, no sé el motivo, permaneció soltero el resto de su vida. 

¡Mara, al molinillo! 

Pues sí, es muy pequeño, todo de madera menos el cazo y la manilla con su plaquita de metal dorada. Mi madre tenía uno parecido pero mucho más grande que siempre estaba en el primer basal de la alacena. En las baldas mi madre doblaba papel blanco en abanico le hacía recortes y los colocaba en la alacena con chinchetas, desde detrás de los cristales parecían preciosas puntillas de adorno. En lo más alto estaban los tarros con guindas en aguardiente para el dolor de tripa y otras bebidas alcohólicas lejos del alcance de los niños. 

¡Mara, al molinillo! 

Es de la marca ELMA. La tapa de arriba tiene las esquinas redondeadas. Mi tío lo tenía en la cocina de humo que olía a sopas de ajo con pimientos verdes. Él hablaba poco y leía mucho. También tengo uno de sus libros "Guerra y Paz", que a mí me parecía con ocho o diez años un "tocho" que sería aburridísimo. En su habitación tenía una enorme "arca" muy antigua donde guardaba todas sus pertenencias y despertaba en mí mucha curiosidad. 

¡Mara, al molinillo!

Es de un  color tostado y el brazo de metal con la pieza de madera al final para girarla. A mi tío le lavábamos la ropa en casa y yo iba a llevársela a la suya. Un día que le llevaba la ropa limpia, al pasar por delante de la casa de Pilar la de Trinchera (ése era el apodo de su marido), resultó que la perra de Trinchera me mordió en el muslo. Llegué a casa asustada y mi madre dijo que al médico. Fuimos a Villares, el pueblo cercano donde vivía Don Abundio. No recuerdo la cura pero sí las palabras del médico a mi madre: Isabelita, tienen que matar al animal. Nunca supe qué ocurrió pero no creo que la mataran porque Pilar, le dijo a mi madre que era muy buena, que seguro que al verme pasar,  sentiría celos porque tenía cachorros. Mi madre no le pediría tal  cosa en una situación así.

¡Mara, al molinillo! 

 Su recipiente de metal en forma de media esfera es azulado y tiene un pequeño apéndice para abrirlo y cerrarlo. Cabe muy poco café en el recipiente y hace bastante ruido al girar la manivela. En el de mi madre recuerdo haber molido mucho café. El café lo traía a casa un chico de estraperlo desde Portugal. El paquete de un kg, tengo su imagen nítida. Era muy grande de papel transparente de celofán o parecido, con una negrita dibujada hacia el medio del paquete. 

¡Mara, al molinillo! 

Saco el cajoncito y miro con curiosidad su interior. Dos sencillas piezas metálicas encajadas, por la interna salía el café molido en su tiempo. Además  unas varillas metálicas a los lados para encajar bien el cajoncito. Como mi tío vivió con mis padres los últimos años de su vida, el molinillo pasó a manos de mi madre y de las de ella a las mías. 

Como ya hace muchos años que está jubilado y ahora a los viejos apenas se les escucha, el molinillo, con más de 100 años, me ha contado muchas cosas de mi infancia y yo le he escuchado muy atentamente. Alguno de mis hij@s lo heredará y le seguirá contando cosas si saben escucharle. 


Lo último que me ha dicho: "Y rara vez la suerte en sus vaivenes conforma las edades con los bienes" de Lucano.



jueves, 20 de enero de 2022

Chiquillada



A raíz de de lo ocurrido en algunas Comunidades Autonómicas con las niñas tuteladas que fueron prostituidas, se da una cuenta de que existen unos protocolos demasiado largos: Primero el centro, que pasa la pelota a los servicios sociales provinciales, éstos la pasan a la comunidad, ésta a la justicia... Y... al final la denuncia se pierde en un despacho sin solución y en algunos casos, con efecto negativo para las víctimas. 

Con estos hechos deleznables, vino a mi mente de sombra un caso que nos ocurrió en el colegio. No hacía mucho que la ley había convertido a nuestras escuelas unitarias en un CRA (Colegio Rural Agrupado). Cada maestra seguía teniendo y dando clase en su escuela pero en la población más grande se formó un equipo directivo con: director, secretario, jefe de estudios... con el que había que contar para cualquier iniciativa.

Merche daba clase en su escuela con niños de varias edades. Durante uno de los recreos un niño de 8 años entró al servicio. Cuando iba por el pasillo para salir al patio, una niña de 6 años iba a entrar y al escolar se le ocurrió enseñarle el pene. La niña salió corriendo para decírselo a Merche, su profesora. La maestra castigó el resto del recreo al niño en clase, además de echarle la típica bronca. 

Parecía que todo había quedado ahí. Pues no. La niña lo contó en casa: "Alex hoy me enseñó la "pirulina" en clase.  ¡¡Quééé!! La madre, que era una "tocapelotas", que las hay, se le ocurrió sin más escribir una carta a la Dirección Provincial dando cuenta del caso sin pasar por protocolo alguno.

 ¡Se armó la marimorena! El inspector se presentó en el Centro, reunió al equipo directivo, que no sabía nada del caso y les dio, según él, la mejor solución: Había que sacar a ese niño del colegio inmediatamente. Se llamó a la profesora y ésta pidió tiempo. 

¿Cómo se iba a enviar a un niño, por una chiquillada, fuera de su entorno familiar? Aquello había que pararlo. Llamó a la madre. Le explicó cómo había sucedido, la madre superindignada dijo que pensaba sacar a su hija del colegio. Merche intentó razonar: Tú verás lo que haces, eso no se volverá a repetir, te doy mi palabra, son chiquillos. Tu hija está feliz aquí, tiene dos amiguitas de su edad que las ves siempre juntas, se llevan muy bien. La madre parecía que no había entrado en razón y se fue con el ceño fruncido. 

Al día siguiente la niña le dijo a Merche que ella no quería ir para otro colegio. La profesora llamó al centro para informar y que de momento no movieran ficha. Por el bien de los niños todo quedó ahí. Nadie, excepto Merche y la madre que como anteriormente hacía, cada dos por tres iba en el recreo a hablar con la profesora y a decirle que si fulanito había llamado "acusita" a su hija o que fulanito había llenado la boca de agua y le había mojado el babi a su niña.

¡La maestra con eso ya contaba, paciencia! Merche solucionó el problema como cuando ella sola en su escuela, sin equipo directivo, tomaba la mejor solución. Sobre todo pensando en los niños no se puede hacer una montaña de un grano de arena.

También  es cierto que, a veces, hay casos graves cuya solución se pierde entre largos protocolos.  Ya lo decía mi abuela: "Muchos cocineros estropean el cocido".


Siempre hay varias soluciones: "La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón" de H. G. Hendricks.



jueves, 13 de enero de 2022

My "Twitter" (43)

                                 ¡¡Feliz Año 2.022!!

Dicho en peligro de extinción: "No está el tiempo pa farolillos". Que no estamos para bromas ni fiestas.

lunes día 3 de enero:

¿Seguro que estamos en el Nuevo Año? Es que mi sombra no lo ha notado.

Martes día 4 de enero:

Las mismas noticias: Covid  paquí, Covid pallá. ¡Estoy harta!

Miércoles día 5 de enero: 

Noche de Reyes. ¿Suerte? Me tocó el haba del roscón je, je. Ya lo había pagado. 

Jueves día 6 de enero:

Me encantó este meme: "Y muchos, muchos años después, descubrí que los Reyes no eran los padres. Los padres son el regalo".

Viernes día 7 de enero: 

Me di cuenta de que quitar los adornos de la casa cuesta menos que ponerlos. 

Sábado día 8 de enero:

La casa quedó vacía. Más fácil de limpiar. "El que no se conforma es porque no quiere". 

Domingo día 9 de enero:

Mi sombra como Dios. El séptimo día descansé. 


Esperando promesas: "Los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque no haya río" de Nikita Jrushchov.