Y... lo de Franco ¿"pa" cuándo? ¡Por fin se han acabado las votaciones! Ya hay nuevo Gobierno y... lo de sacar al dictador del Valle de los Caídos para ¿cuándo? Sería una gran alegría que su cuerpo fuera a reunirse con el de su esposa al Pardo; pero no se puede vender la piel del oso antes de cazarlo que es lo que ocurrió.
Si este Gobierno cuando era novato no hubiera lanzado las campanas al vuelo, antes de atar todos los cabos otro gallo nos cantaría. Hace unos días leí en el semanal que "en Alemania _cito textualmente_ en julio del 2011, el gobierno de Ángela Merkel hastiado de que la tumba de Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler, se hubiera convertido en lugar de peregrinación neonazi, el Gobierno con conocimiento y nocturnidad, persuadiendo con contundencia a su familia, exhuma el cuerpo y demuele la sepultura, incinera el cadáver y arroja sus cenizas al mar, acabando con el problema en un par de horas" según Miguel Fernández Palacios. Esto trajo a mi mente de sombra una anécdota no comparable pero sí con cierto parecido a nivel local.
Llegué a una escuela unitaria a tan sólo 12 km de León que daba lástima. Suelo de madera con agujeros por los que se colaban gomas, lápices y bolis; paredes desconchadas, puerta con un agujero donde se suponía que tenía que estar la cerradura... en una palabra tercermundista.
Eso sí, en una escuela pública, que debería ser laica, sobre la pared del frente encima de un encerado prácticamente inutilizable, justo en la mitad, un crucifijo y a ambos lados dos grandes cuadros, uno que representaba a la Inmaculada y el otro al Sagrado Corazón, ambos ya de un color amarronado por el paso del tiempo.
Fui al Ayuntamiento y de allí a la Inspección nadie debería dar clase en un lugar así cuando finalizaba el siglo XX. Ambas entidades me escucharon. Guardé el crucifijo en un cajón con llave y los cuadros en el cuarto de los trastos.
El aula se transformó: suelo nuevo, paredes bien pintadas, cortinas, mobiliario nuevo... Donde estaba el crucifijo coloqué un sencillo reloj de pared. Debajo y haciendo ondulaciones ocupando la mayor parte de la pared, pedí a los niños y niñas una nueva decoración. Recortamos muñecos de papel de varios colores los colocamos y sobre ellos con letras también recortadas de revistas, pusimos el artículo XIV de La Constitución.
¡Sólo una persona echó de menos que volviera a colocar los cuadros! La señora de la limpieza. ¡Es que son tan bonitos! Sí, pero están muy deteriorados. Del crucifijo nadie se acordó. Así conseguí quitar de una escuela pública unos símbolos religiosos que si consulto con el Consejo Escolar para quitarlos, habría montado un escándalo fijo, una discusión segura y un cacao indudable en el pueblo. Hay cosas que, a pesar de todo, se deben hacer con la mayor discreción para no herir susceptibilidades.
Seamos consecuentes: «Mi ideal político es el democrático. Todo el mundo debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado» de Alber Einstein.