Martes 5 de Febrero de 2013:
Su Majestad visita la Renault en Valladolid. Después de los saludos de rigor a los directivos de la empresa, deja sus muletas para hacer el recorrido por la factoría en el trenecito eléctrico preparado para la ocasión. De vez en cuando el tren hace una parada con el fin de que los trabajadores saluden al Soberano.
El Rey se detiene a cierta distancia ante un grupo de operarios y espera. Unos porque no lo desean. Otros por respeto, por timidez o por ambas cosas a la vez, nadie se mueve ni se acerca a saludar. Uno de los guardaespalda, se dirige a los trabajadores: ¡Joder, ir a saludar que para eso se para!
Por fin una chica se acerca y le da la mano al Monarca. Regresa sonriente y emocionada junto a sus compañeros. Según ella, ¡el Rey tiene unas manos finísimas!
Esto me hace recordar mi visita a la Expo de Sevilla donde estuve varios días. Ya casi al final de nuestra estancia en Sevilla, tuve la oportunidad de saludar al príncipe Felipe. ¡Nunca olvidaré la sensación de "repelús" que me dieron sus manos ásperas y duras! Claro que por entonces hacía mucho deporte de regatas y es normal que las tuviera así. Me gustó su forma firme de dar la mano, eso sí. Allí también tuvimos la ocasión de coincidir con los Reyes de Suecia y su hija la princesa heredera, primero visitando el pabellón de Andalucía y más tarde visitando el pabellón de Suecia, donde nos invitaron a una típica bebida del país. De ellos recibimos sonrisas corteses pero no supimos si sus manos eran finas o ásperas.
De todas formas, no son buenos tiempos para los reyes de Europa: "Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que tú eres" de Micolás Maquivelo.