¡Yo soy!
Mosén Agustín era el cura de la colonia de la SAPHIL. El más sencillo y humilde que mi sombra ha conocido.
Cierto día mi amiga Fina y yo, llegamos tarde a cenar y la directora como castigo, además de dejarnos sin cenar, nos cerró la puerta de entrada a la Residencia.
Era un día de Marzo muy frío. Mi amiga y yo estuvimos un rato a la puerta, en vista de que no nos abrían decidimos irnos para la iglesia. Nos sentamos en un banco.
Mosén, nos miraba como se quisiera preguntarnos algo pero no lo hizo. ¡Sabíamos que no lo haría! Muchas veces durante la homilía se le iba el santo al cielo y se quedaba en blanco, como su piel pálida y escuálida. Era muy alto, yo lo comparaba con Don Quijote.
Nos miraba y nosotras a él. Quizás quería irse y cerrar la iglesia pero allí estábamos nosotras medio asustadas. Después de un buen rato, salió de la iglesia. Al momento vinieron a decirnos que ya podíamos regresar a la Residencia.
¡Siempre supimos que Mosén había tenido algo que ver aunque nadie nos lo dijo!
Ya que estamos en la semana de Pasión, mi sombra reza: "Un poco de levadura hace levantar toda la pasta" de San Pablo.