jueves, 25 de septiembre de 2008

En la Pulcra







¡Yo soy!






Un grupo de personas suben los peldaños de acceso a la plataforma colocada para poder ver más de cerca este hermoso caleidoscopio mientras es restaurado. Yo pego mi sombra a los muros para subir. ¡Ventajas de ser sombra!

Mientras acaricio los escudos del Triforio con mis manos de sombra escucho las explicaciones de la guía. Volvemos los ojos de un lado a otro admirando que tanta maravilla fuera una solución a errores de construcción.

Una señora "resabidilla" interrumpe para decir que la Leonina fue edificada sobre un lago. ¡Jamás lo había oído! La Red me dice que sobre unas termas romanas del siglo II y más tarde sobre una catedral románica. ¡Claro que algo que ver con el agua, las primeras, tienen!

En un largo atril que cierra el espacio se muestran las diapositivas de todas las vidrieras de la Pulcra. ¡Divinas! Un hombre pregunta: ¿Cuál fue la que "regaló" Fraga a los americanos? La guía negó lo oído diciendo que esa vidriera estaba actualmente en el Seminario Mayor donde ella misma la había visto. El señor insiste: "Pero sin cotejar no se sabe..."

Yo sólo contemplo y desde el escudo de nuestra región pienso en las muchas gentes anónimas que realizaron esta gran obra de la que sólo conocemos algunos nombres.


Y recordé una frase: "A los artistas no debe hacérsele monumentos porque ya los tienen hechos con sus obras..." de Antonio Gaudí



lunes, 22 de septiembre de 2008

En el Barrio La Sal




¡Yo soy!






Varios niños juegan en la arena. Suben y bajan de los diversos aparatos del parque. mientras les miro, veo venir corriendo a dos alumnos de Primaria de unos siete años. Uno de ellos se lanza al círculo de arena, mientras su compañero que le iba a imitar, se para al borde del "coso" y dice:

_No, yo no puedo a mí no me dejan mis padres.

_¡Anda y diviértete!_le contesta el otro. Se meten en la arena, se tumban y lanzan puñados al aire. El primero que habló mira hacia atrás con miedo. Dos parejas de adultos aparecen por la zona ajardinada.

_¡Marcos, Marcos, fuera de la arena! _grita una voz de mujer.

_¡Marcos, ¿has oído? _grita una voz masculina_ cuando llegues a casa una resta llevando y una multiplicación te esperan. ¡Sal de ahí inmiediatamente!

Los dos pequeños salen a regañadientes del redondel. El hijo de los prohibidores dice a su padre:

_Pues déjanos la "Play".

_¡Ni hablar ! Estamos paseando y es hora de distraerse al aire libre.

Yo, tumbada en la arena me pregunto: ¿Para quién se pone la arena en los parques?

Los adultos paseaban mientras fumaban.
Los niños miraban la arena mientras caminaban.

Una mamá joven y yo nos reímos de los adultos. ¡Yo creo que se dieron cuenta!


Disimulando... pensé: "Los niños comienzan por amar a los padres. cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta les perdonan" de Oscar Wilde.