El domingo pasado las calles de León estaban repletas: Pendones, carros engalanados, grupos folclóricos, bailes, desfile de las cantaderas, de las cien doncellas... Mi sombra absorbe todo el colorido, la música, el bullicio...
A mi lado tres mujeres, dos muy jóvenes y una tercera algo más mayor. Hablan en un idioma que no comprendo y disfrutan en un idioma que no necesita traducción. Las tres llevan vestido sobre pantalones amplios, sandalias y pañuelo a la cabeza. Una de las más jóvenes, lleva media cabeza descubierta, su pañuelo está a punto de caer y veo su pelo negro brillante peinado hacia atrás. De repente cesa la charla y las tres ríen deshinibidas, en un idioma universal, sin temor a llamar la atención.
A mi mente de sombra llega una noticia reciente: El viceprimer ministro turco, Bulent Arínç en su discurso contra la "corrupción moral" en Turquía, ha dicho que la risa femenina es un acto indecente. Su ideal de mujer no debe reír en voz alta ante la gente ni hacer movimientos seductores... La risa de las tres mujeres me pareció de lo más transparente y decente. Sus movimientos, con tanta ropa encima se apreciaban a duras penas. ¡Pobres mujeres turcas ya ni reír se les permite! Cuando como mujer leo cosas así, algo se revuelve dentro de mí. Me entran ganas de llorar o de salir riendo a carcajadas por las calles como una loca.
La Naturaleza en muchos casos da la hermosura al macho en vez de a la hembra, el mejor ejemplo lo vemos en el pavo real. En la especie humana no es así, la hembra está dotada de sugerentes curvas y delicados rasgos que la embellecen más que al varón. A lo largo de los siglos la literatura y el arte en general se han enorgullecido de ver y tener en la mujer su "musa" de inspiración. Sin embargo hay hombres con poder, que ven a la mujer como la culpable de todos sus pecados con: un cuerpo impuro, una menstruación impura, una risa impura, unas formas impuras, ... Lo que no se explica es cómo miles de hombres se dejan dirigir en sus apreciaciones sobre la mujer, por otros con barba y turbante que inventan leyes al amparo de una religión. Si se les permitiera, sus leyes, abarcarían a la mitad del género humano.
En el momento presente hay más personas que tienen motivos para llorar de impotencia que para reír y a muchas mujeres, se les prohibe exteriorizar su alegría. ¡Pero... aún no sabemos que las mejores cosas de la vida no son "cosas"!
Mi sombra desea que todas las mujeres y hombres del mundo puedan expresar su alegría libremente: "El que domina no es libre; también está esclavizado. La liberación de la mujer es una condición (sine qua non), para la liberación de los hombres" de Simone de Beauvoir."