La anciana dispuesta en su sillón, dice a la peluquera: Mira córtame un poco más por aquí.
Al momento: Mira córtame un poco más por aquí, igual ya te lo dije hija, pero esta cabeza mía ya no tiene memoria, no veas lo que sufro con este problema, porque no me acuerdo de lo que comí a mediodía.
La peluquera nos cuenta: Tiene 94 años y sólo se le olvidan algunas cosas, no se queje, que a mí también se me olvidan.
La anciana sigue hablando: No traigo dinero porque no me acuerdo dónde lo dejo. Córtame un poco más aquí, igual ya te lo dije.
A los dos minutos: No traigo dinero porque no me acuerdo dónde lo dejo.
Una vez peinada, aparece un hombre que viene a buscarla y paga a la peluquera. De repente una gran sonrisa aparece en su cara arrugada señalando al hombre: ¡Este es mi hijo, mi hijo mayor! Mi sombra piensa: Mira, se acuerda de lo importante.
Salen madre e hijo. En la peluquería se quedan tres mujeres maduras con la dueña del negocio; una de ellas comenta: ¡Pobre, repite y repite! ¿Cómo estaremos nosotras cuando lleguemos a su edad?
_ Sí, comenta una segunda clienta, leí que cada año se registran 40.000 nuevos casos de Alzhéimer, yo creo que es porque vivimos demasiados años.
La que sigue en el turno a la nonagenaria para peinarse, habla dirigiéndose a la peluquera e imitando a la anciana que acaba de salir: Mira, córtame un poco más por aquí, igual ya te lo dije hija, pero esta cabeza mía... y comienza a reír. Las demás se contagian de su risa, ríen y ríen sin poder evitarlo, imaginando cada una a la otra cómo estarán a la edad de la anciana. Hasta que cesa la risa y cuatro voces a la vez pronuncian la palabra maldita. ¡Alzhéimer!
No es crueldad reír sin malicia alguna: Aut ridenda omnia aut flenda sunt."Todas las cosas, o nos pueden hacer reír o nos pueden hacer llorar" de Séneca.
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