Por Navidad siempre echo en falta cada año su postal.
Fue el primer destino de mi sombra. Una escuela unitaria en Las Salas, muy cerca de los Picos de Europa. Un pueblecito precioso lleno de avellanos silvestres. Estaba cursando segundo de carrera pero en los años 70 no hacía falta tener el título para hacer sustituciones. Como apenas tenía dinero fui a la delegación y pedí la interinidad que no llegaría a dos meses.
El autobús me dejó en un apeadero al lado de un molino y de allí caminabas subiendo un gran trecho hasta Las Salas. Llegué y pregunté dónde se alojaban las maestras y enseguida me acompañaron a casa de la señora Amaya. Allí me presenté. He de decir que llevaba muy poco dinero, que no me daba para comer y pagar la pensión. El Ministerio siempre pagaba pero pasados unos meses de la interinidad realizada.
Apareció en la puerta una mujer enorme y detrás su marido un hombre más bien bajo y bastante entrado en carnes. Me hicieron pasar y me dijeron que los niños y niñas, estaban en ascuas para conocer a la nueva señorita: "En cuanto corra la voz, aquí los tiene".
Me acogieron tan amablemente que no me atreví a decirles que no llevaba dinero para pagarles que lo haría cuando me pagaran a mi. La casa de dos plantas estaba muy bien, el matrimonio no tenía hijos. En la escuela, los niñ@ eran amables, encantadores y bastante tímidos.
La señora Amaya era una mujer vasca, más bien seria, pero agradable y atenta. Cocinaba de maravilla, todo me gustaba. Su marido, el señor Felipe, era más alegre y sociable además de muy goloso y enamorado platónicamente de Conchita Batista. Me sentí muy bien tratada y llegó el momento de irme.
No sabía como decirles que cuánto les debía y nada más empezar: Bueno cuánto les ... no me dejaron terminar. Escuché de ambos al unísono, ¡NADA, no nos debe nada! Les abracé y jamás les olvidé.
Durante más de 30 Navidades no dejé de recibir una preciosa felicitación con una letra preciosa y rectilínea. Antes de abrir el sobre todos sabíamos en casa que era de el Señor Felipe y de Amaya. Ya hace años que fallecieron pero su Feliz Navidad la llevo en mi corazón y está en el de toda mi familia.
Gracias, allá dónde os encontréis: "El agradecimiento es la parte principal de un hombre, de bien" de Francisco de Quevedo.
Aquellos deseos de felicidad que durante tantos años recibí, son los mismos que les deseo a todo mis seguidor@ y lector@s. ¡¡Feliz Navidad!! y Todo lo mejor para el 2.022.