Ya no se parece nada a lo que fue, je, je.
EL COCHE DE OLGA: Siempre que hablamos de él, echamos unas risas. Es un Opel Corsa edición 2000 con la matrícula LE de las que ya no se ven. Por ella se sabe que es de León. Tiene 19 años, es pequeño, de sólo tres puertas pero duro como el mármol y de color gris. Ya cuenta con más de 327.000 km y, lo que te rondaré morena, porque sigue pasando la ITV cada año. Tiene su secreto. El día de la revisión, su dueña lo lleva al taller y desde allí, lleva la puerta de atrás disimuladamente abierta, porque si se cierra ya nadie es capaz de abrirla si no es con un instrumento de fuerza en manos de un mecánico.
Muestra orgulloso sus tatuajes de golpes y rayados por varias partes. Va y viene por media España. Ha visitado París y su último viaje ha sido a Murcia este verano como cada junio desde hace unos cuantos años junto con los hijos de Olga, mis nietos. Otros años les acompañaba pero este verano no pudo ser por la enfermedad del abuelo. Mi miedo estuvo en que el coche les dejara tirados en medio de la autopista pero no hubo problema alguno. Por determinadas autovías ya no le dejan circular y el cerco se va estrechando.
Cuando en la familia queremos decir que alguien es fuerte y duro añadimos: ¡Como el coche de Olga!
La última la protagonizó junto con sus ocupantes hace unas semanas. H. y H. (los hijos de Olga) querían saber qué se experimentaba metidos en el vehículo en un tren de lavado.
El primer susto se lo llevaron al oír el estruendo que hicieron los retrovisores, que no son plegables, al saltar por los aires.
El segundo H y H dentro del coche haciendo señas a su madre porque les entraba agua por las ventanas y el tercer un limpiaparabrisas que quedó doblado como si le hubiera dado un ataque de reuma.
¿Creeréis que hubo que llevarlo al taller? Nada. Mi hija volvió a colocar los retrovisores en la ranura, enderezó el limpiaparabrisas y volvió a parecer lo que es: ¡Un viejo coche duro como una roca! Con las abolladuras y rayados que le han dado sus muchos años.
Sonriendo para recibir al Don Carnal: "La risa son unas vacaciones instantáneas" de Milton Berle.