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Sí, si, como las meigas, los milagros haberlos haylos y para que así conste doy fe. Ocurrió cuando mi sombra tenía cinco años y me la contaron mucho tiempo después. El protagonista dice que debió de ocurrir a principios de la Primavera porque desde la ventana del sanatorio veía desfilar las procesiones de Semana Santa.
Un niño, Andrés, de 11 años jugaba en el monte escarbando en la tierra con un palo. En el mismo lugar, muy cerca del niño, su tía y su padre que también se llamaba Andrés trabajaban sacando "tuérganos", así llaman en mi pueblo a las raíces de las urces que se extraen de la tierra con un azadón (herramienta por un lado plana para cavar y por el otro afilada para cortar) cavando alrededor de la raíz a veces a bastante profundidad.
El niño tiraba de una raíz cuando de repente perdió el equilibrio y cayó por el "terraplén". ¿Y dónde fue a parar su cabeza? Bajo el azadón de su padre que le abrió una profunda brecha en ella.
Llevaron el niño a casa le envolvieron la cabeza en trapos de girones de sábanas y lo acostaron. Toda la familia pensaba que al amanecer un nuevo día las campanas anunciarían su muerte tocando a "din dan".
Al día siguiente el niño seguía vivo. Fueron en busca del médico ya que no había teléfono y vivía en otra localidad. El médico dispuso que había que llevarlo a Astorga el lugar más cercano con hospital.
Fueron a buscar a Jacintín, el taxista, que vivía en Veguellina y él trasladó al niño al sanatorio de D. José en Astorga. Entretanto apareció la guardia civil para interrogar al padre, a vecinos y familiares para descartar si el accidente había sido accidental o bien había sido intencionado. Todo el mundo apoyó a la familia.
El ingreso del niño en el sanatorio duró más de un mes. El doctor D. José operó al pequeño y la hendidura se fue cerrando. El niño se recuperaba bien, solamente había un problema: que de vez en cuando le daban ataques epilépticos. Por esa razón Don José recomendó al padre que lo llevara a Madrid para hacerle una exploración más exhaustiva.
Andrés viajó con su hijo a Madrid y en el hospital le dijeron que había que volver a operar. El padre, llamó por teléfono a Don José para que le diera su opinión.
_¡De ninguna manera dejes que le abran la cabeza al niño de nuevo!
Andrés padre al oír las palabras del doctor sin decir nada a nadie, cogió a su hijo y disimuladamente salió con él por la puerta del hospital y regresó con él al pueblo. Nunca más le volvieron a dar ataques. ¿Quién iba a decirme a mí que iba a casarme con aquel niño?
Pues así fue, un 21 de Agosto me casé con Andrés hijo. Después de 48 años casados, seguimos juntos pensando en celebrar en el 2021 nuestras Bodas de Oro sin haber tenido nunca consecuencia negativa alguna, del gravísimo accidente. ¡Ah!, que no se me olvide que mañana es San Andrés: "Dichoso mes que empieza con los Santos y acaba con San Andrés".
La Vida ha sido generosa con aquel niño: "Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al" de Graham Greene.