En algunos pueblos de nuestra provincia el primer domingo de mayo se celebra la fiesta de Santa Elena. Su "Ramo" se sigue cantando. Mi sombra lo guarda por ser una tradición. ¿Qué mejor lugar para conservarlo que en la "Nube"? Allí quedará para siempre.
La historia de Santa Elena según el "Año cristiano" es la siguiente: Elena nació en Deprano por el año 248 ó 249. Se casó con Constancio Cloro y poco después nació su hijo Constantino el que sería llamado Constantino el Grande. Su hijo la nombró Soberana. Al morir su esposo, Elena, se va a vivir con su hijo que le da el título de Augusta. Constantino mandó acuñar monedas con su efigie y a ella confíó el tesoro del Estado en Bizancio. En el año 326, Elena comienza a sentir inquietud por los Santos Lugares y encontrar allí la Cruz en la que murió Jesús. Emprendió pues un largo viaje a Tierra Santa. Llegó a Jerusalén y comenzó a investigar en busca de la Cruz. (Por ello se la tiene como descubridora de la Santa Cruz).
Regresa junto a su hijo y al poco tiempo muere. Su hijo hace trasladar sus restos a Roma y en la iglesia de "Sra Coeli" existe una capilla dedicada a Santa Elena, donde se venera la cabeza y algunos huesos de la Emperatriz. No hizo, según la historia, milagros en su vida y se ignora si los hizo después de su muerte, pero sí es seguro que gracias a ella, la Iglesia entonces perseguida recibe grandes beneficios morales y materiales del gobierno de su hijo Constantino.
El "Ramo a Santa Elena" se canta en Felechares el primer domingo de mayo. En él se describe su vida y la leyenda por la que se la asocia al descubrimiento de la Santa Cruz.
Ramo de Santa Elena
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Con la licencia pedida, a la digno autoridad,
vamos a cantar las glorias de esta gran solemnidad.
Hoy día 3 de mayo, de gran festividad,
para este pueblo que aclama, su fe y religiosidad.
Es conmemorativo de aquel hallazgo solenme,
que esta reina Santa Elena,descubrió en tierras de Oriente.
Hociéndose de instrumento, del rey de divina luz,
se propuso con empeño, encontrar la Santa Cruz.
Por ser solemne bandera, aparecida en el aire,
con la inscripción que decía, vencerás con este arte.
El hijo de Santa Elena, emperador Constantino,
armado de este destino, cumplió fiel su cometido.
Fue a luchar contra Magencio, que era enemigo de Cristo,
confiado en el Señor, que en sueños había visto.
Diciéndole que copiara, de aquella señal celeste,
que era una bella cruz de oro, del cielo estaba pendiente.
Con esta nos despedimos, hasta el fin de la función,
volveremos a empezar, cuando den la bendición.
Los Ramos: esto se canta en la ermita acompañando a los ramos que llevan en agradecimiento a algún favor de la Santa.
La cera que va en los ramos, que hemos venido cantando,
en nombre de tres devotos, ¡Oh Santa Elena de damos!.
Y los tres agradecidos, por tan singular favor,
hoy te ofrecen estos ramos, con todo su corazón.
Y los chicos que han venido, cada uno con su ramo,
dale suerte gran señora, que no te sean ingratos.
Gracias mil a los presentes, por lo atentos que han estado,
Santa Elena los bendiga, nosotros se lo imploramos.
Al señor cura del pueblo, le damos la enhorabuena,
y a los demás sacerdotes, que nos honran y veneran.
¡Oh gloriosa Santa Elena, abogada de este pueblo,
en el día de tu fiesta, bendícenos desde el Cielo.
Bendición que el celebrante, con tu Cruz le suplicamos,
y que todos de rodillas, con fe y amor recibimos.
A la Santa Cruz:
Hoy con la ayuda del cielo, y vuestro auxilio especial,
queremos cantar las glorias, en esta festividad.
Escúchadlo atentamente, en brevísimo relato,
de lo que esto nos dice, un historiador sagrado.
El hijo de Santa Elena, Constantino era llamado,
emperador sin igual, con protección de lo alto.
Hacer frente se propone, a Magencio su adversario,
que le espera con su tropa,de doscientos mil soldados.
Confiado Constantino, en el Dios de los cristianos,
ora muy devotamente, mientras sigue batallando..
Era la mitad del día y, oyó una voz singular,
que le dice: "Constantino, con este signo vencerás".
Y con la cruz en la mano, consiguió la gran victoria,
y llenó al mundo de asombro, según lo dice la historia:.
Viéndose ya Constantino, señor de los dos estados,
rodeado de trofeos, victorioso y ensalzado.
Se convirtió al cristianismo, con todo su territorio,
los cristianos aumentaron, disminuyendo el pagano.
Los judíos orgullosos, la Santa Cruz ocultaron,
para borrar el recuerdo, de Jesús crucificado.
La gruta del sepulcro, toda la terreplenaron,
y con grandísimas piedras, el pavimento empedraron.
Y levantaron un templo, para los cultos paganos,
como medio de quitar, de aquel lugar los cristianos.
La piadosa Santa Elena, aunque contaba 80 años,
tenía tal devoción, de aquel madero sagrado.
Y sin descanso y fatiga, se propuso encontrar,
la cruz donde murió Cristo, que era señal de verdad.
En efecto se presenta, en la gran Jerusalén,
no descansa ni un momento, y guiada por su fe.
Descubre el Santo Sepulcro, y tres cruces a su lado,
las tres son de una figura, las tres del mismo tamaño. .
Implorando cuál de ellas, fuera la del Redentor,
un milagro lo descubre, según lo pide al Señor.
Con las tres tocó el cadáver, de una joven que murió,
y sólo al contacto de una, la joven resucitó..
Con esto no había duda, cuál era la del Señor,
que con tanto regocijo, Santa Elena la encontró.
Y llena de santo celo, una iglesia edificó,
en el mismo sitio Santo, en donde Cristo murió.
Aquí tenéis en concierto, el hallazgo de la Cruz,
donde murió el Redentor, para darnos la salud.
Despedida:
¡Oh gloriosa Santa Elena, ten piedad de nuestro Patria,
y también del mundo entero, no permitas que la helada,
el granizo y las tormentas, la sequía y los gusanos,
destruyan nuestras cosechas.
Jamás permitáis gran Santa, por esta Cruz verdadera,
que nuestra España querida, sufra el azote de guerra.
Te pedimos por la paz, porque los hombres se quieran,
porque se acaben los odios, porque impere la decencia.
Y arrepentidos todos, digamos con reverencia,
triunfe pues el estandarte, de esta Cruz tan verdadera.
Ten piedad Santa querida, de los que estamos presentes,
presencia que es un inicio, de que te amaremos siempre.
Cuantas veces tus devotos, en los casos apurados,
se han acordado de ti, y en ti el remedio han hallado.
Sabes bien que en la región, te amamos y bendecimos,
cuando viene el sufrimiento, no olvides que a ti acudimos.
Por eso aquí quiere estar, hasta el final de los siglos,
para así poder premiar, todos nuestros sacrificios.
Que viva y que siempre triunfe, de Cristo la Santa Cruz,
viva también Santa Elena, de este pueblo faro y luz.
Para todos los presentes, que han venido a esta función
pedimos a nuestra Santa, que les dé la salvación.
Adiós, adiós Santa Cruz, adiós, adiós Santa Elena,
adiós estrella brillante, adiós hermosa azucena.
Con esta nos despedimos, con humilde reverencia,
de la santísima Cruz, de vos Reina Santa Elena.
Bendición que al celebrante, con tu cruz le suplicamos,
y que todos de rodillas, con fe y amor recibimos,
y que todos de rodillas, con fe y amor recibimos.
Las sencillas letras, algo ingenuas, nos dan idea de la devoción ancestral que se sigue teniendo a Santa Elena en muchas partes de España y América.
Su influencia en Constantino fue muy importante para el cristianismo: "Hay una mujer al principio de todas las grandes cosas" de Alphonse de Lamartine.