La señora mayor se encontró muy mal y fue a urgencias.
Informó al doctor, que estaba tomando "Sintrón". El médico la escuchó y le recetó un potente antibiótico. La mujer regresó a casa y comenzó a tomar la medicación. A los dos días fue a su médico de cabecera en silla de ruedas porque apenas podía caminar. Le enseñó a su médico el gran moratón que tenía en el brazo añadiendo que tenía más por todo el cuerpo. Inmediatamente el doctor la hizo pasar a una sala y le dijo que iba a mirar sus niveles de velocidad en la sangre. Si el nivel normal es de dos o tres, la anciana tenía 21, el médico sin importarle que la enferma estaba delante comenzó:
_¡Me cago en Di..., me cago en la Vir... , estoy hasta los cojon..., cualquier día me matan a un enfermo!
Cuando dejó de jurar en vano, nunca mejor dicho porque el mal ya estaba hecho, envió a la enferma a la Residencia Virgen Blanca del Hospital de León. Allí la aislaron por completo durante varios días. Le pusieron varias transfusiones sanguíneas y cuando su estado de salud mejoró le preguntaron: ¿Pero usted no sabía que tomando Sintrón no se debe tomar antibióticos y si se hace hay que seguir unas normas muy precisas?
_Sí, sí, si yo al doctor que me vio primero le dije que lo tomaba pero qué le voy a decir yo a un médico que me está recetando, él no me preguntó nada más.
A la enferma, el error médico le ha costado días de hospitalización y pudo llegar a costarle el viaje del que nunca se regresa. Cuenta, que agradece a su médico que le hubiera salvado la vida, pero recuerda lo mucho que se asustó al oírle jurar de aquella forma. ¡Con lo religiosa que es ella!
Comprensible el enfado pero...las formas son las formas: "El mayor número de los males que sufre el hombre provienen del hombre mismo" de Plinio el Jóven.