¡Un nuevo "ocho de marzo"!
Hoy, romperé una lanza en favor de esas mujeres mayores y trabajadoras. Son abuelas que no se consideran ancianas y que hoy, tanto hacen en la sombra por la Sociedad.
Marisa, es viuda, tiene 67 años y hace dos que se jubiló, después de cotizar durante 40 años. De los años que no cotizó, pero sí trabajó, mejor no acordarse. Le quedó una buena pensión y se siente afortunada de seguir siendo independiente.
Marisa tiene una hija separada con tres hijos: dos niñas gemelas de 8 años y un niño que va a celebrar su segundo cumpleaños. Del padre de los pequeños no se sabe nada desde que su hija hizo una llamada al 016. ¡Mejor así!
La jornada de Marisa comienza a las ocho de la mañana cuando su hija le trae a sus tres nietos antes de ir a su trabajo en un supermercado. A las nueve, la abuela con el pequeño en su silla acompaña a sus nietas al colegio. Al regreso hace la compra y de vuelta a casa mientras el niño descansa o juega, ella le da una vuelta por encima a la casa y prepara la comida. Alrededor de las dos de nuevo con el bebé vuelve al colegio a recoger a las gemelas. Llegan a casa y su hija les espera para comer, antes de regresar de nuevo a su trabajo.
Después de comer Marisa acuesta al pequeño a la siesta. Friega y recoge la cocina mientras las gemelas hacen los deberes. Ella sabe que no es la mejor hora para realizar el trabajo de clase, pero sí la más tranquila, así que las niñas ya han cogido la rutina, traen sus carteras y esparcen sus libros sobre la mesa. Les ayuda a despejar las dudas y les hace algún dibujo. No se explica con lo que le gusta a ella la pintura, cómo son sus nietas tan negadas para el dibujo. Antes de las seis, después de darles la merienda sale con sus tres pimpollos al parque si hace bueno, de lo contrario toca quedar en casa: contar cuentos, jugar en la alfombra del salón, disfrazarse, ver la tele...
En el parque: vigila, ayuda a bajar del tobogán, empuja en los columpios, sujeta una comba... Regresa sobre las ocho y prepara la cena. Sobre las nueve aparecerá mamá para llevar a sus hijos a casa hasta el día siguiente. ¡Su jornada de 13 horas ha terminado! Cuando se van sus nietos, Marisa se sienta en su sillón favorito con las piernas en alto. Se relaja, enciende la tele, a veces lee un libro, hace ganchillo....¡Se siente bien!
Los sábados va a clase de pintura, está haciendo unos preciosos cuadros para la habitación de sus nietas y le encanta manejar los pinceles. Los domingos después de una partida de cartas con sus amigas, abuelas trabajadoras como ella, se van a bailar. ¡No tiene tiempo de aburrirse! Nunca habla de dolencias porque no las tiene. A su edad no sabe lo que es tomar una pastilla, claro que tampoco va al médico. Su frase preferida es: "Al médico se va cuando una está mal, si estás bien no vayas porque algo te encuentran seguro".
Se siente feliz y útil: "¡Trabaja! si no lo necesitas como alimento, lo precisas como medicina" de William Penn.
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