Está cerca de los cuarenta. Madruga como cada día de la semana. Sólo de pensar a lo que tiene que enfrentarse le hace sentirse enferma. Cada mañana al levantarse siente mareos, ganas de vomitar, peso en las piernas y angustia en el corazón.
Se mete en el coche y arranca hacia su destino, una población cercana a nuestra ciudad. Su mirada exterior fija en la carretera. La mirada interior fija en las caras de los seis o siete "energúmenos" por clase de 1º y 2º de ESO a los que este año le ha tocado dar clase de inglés.
Llegaron los últimos al instituto, ella y otro compañero, interinos los dos. Se han tenido que tragar las clases que nadie quiere, las más problemáticas. A través del parabrisas mira sin ver a Lucas. Le falta una mano. La perdió hace un par de años cuando su padre le hizo entrar a robar en una fábrica. En la actualidad el progenitor está en la cárcel, ella no quiere saber por qué. El muchacho en clase no hace nada, bueno sí, incordiar, ni siquiera lleva los libros.
Mirando al retrovisor ve la imagen de Lourdes cuando le dice:
_No llames a mi madre que lo pasa muy mal. ¡Pues compórtate gilipollas! _piensa mientras conduce_ le duele llamarla porque padece cáncer y va a escuchar la respuesta de siempre: ¡Ya no sabemos que hacer con esta hija! Pero las normas son las normas.
Mira más hacia adentro y ve a Mario señalando a Telma:
_Profe, esa de inglés ni idea, lo que mejor se le da es el "francés"_ mientras ríe elevando los brazos y dejándolos caer de nuevo sobre su mesa.Telma, que a sus quince años, parece que tenga veinte, con su voluminoso pecho que hace más llamativo su ropa ajustada y su escote, hace un gesto soez. ¡Es más basta que el papel de estraza! _murmura para sí mientras acelera. A su lado suena la carcajada del merchero, que no sabe leer ni escribir pero que está obligado a estar en sus clases molestando, porque se aburre.
Toma la curva que le acerca a su destino y oye en su mente a la gitana Laya:
_¡Me molas Profe! Pero yo, pa qué voy a estudiar si me van a casar en un par de años.
Por el resto de la clase siente pena de no poder darles la clase como quisiera porque uno se levanta, el otro insulta, el siguiente descalifica... Notas y notas. Llamadas y llamadas a los padres. De nada sirve. Estos muchachos pasan de sus padres, del instituto, de los estudios, hasta de ellos mismos. ¡Carne de cañón! No, no son culpables, porque las leyes educativas les obligan a permanecer allí sentados, esperando a cumplir 16 años.
¡Hoy, ha estado a punto de tirar la toalla! Pero... piensa en sus dos hijos para los que hace de madre y de padre, en el alquiler del piso, en la crisis...Se da ánimos pensando en los alumnos más disciplinados, en su sueldo, en las vacaciones... Empuja la puerta del Centro y ... camina despacio hacia el aula.
Mi sombra piensa que la docencia puede ser muy dura pero...: "Para huir se necesita a veces mucho valor" de María Edgworth.
Nota: Este post lo publiqué en el 2011 y lo retiré en su día. Prometí publicarlo de nuevo. Aquí está. Por él publiqué ¡¡Censurada!! el 25-10-2011. Ha pasado el tiempo. Sigue estando vigente como el primer día, pero ya no hace daño a la persona que se vio reflejada en él.
Hola Mara.
ResponderEliminarMe gustaría hacer un intercambio de enlaces entre nuestras webs.
Si te parece bien, mi nombre : "Aprestamo Astur Leonés"
mi URL . http://aprestamo.blogspot.com.es
Muchas gracias. Un saludo
Císimo
Gracias a ti por visitar mi blog.
EliminarEs sobrecogedora esta entrada. Comprendo perfectamente lo que refleja. También yo trabajo en educación. Hay temporadas que lo pasas muy bien y otras como la que aquí describes. La gente no comprende fácilmente lo dura que es la tarea del educador. Es necesaria mucha vocación y una personalidad muy bien formada para tener buenos resultados y ser feliz en la profesión. Desde luego, estamos muy mal pagados.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Enrique! Así tú sabes por experiencia que es una profesión muy dura tal como está ahora, ni con vocación se superan ciertas situaciones. Yo quiero creer que estos casos sean los menos pero... Saludos.
EliminarGracias. Saludos.
ResponderEliminarCreo que sigue siendo igual de válido que en su momento, felicidades por este post.
ResponderEliminarBesos.
Por desgracia sí, Alfred, muchos profesore/as entran en depresión por este caos que se da sin que se le ponga remedio alguno. un abrazo.
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