¡Menos mal que algunas asociaciones de juebilad@s ha protestado! Creí que era sólo mi sombra la única que le ponía peros al Anuncio de lotería de Navidad y al resto le encantaba porque lo ponían por las nubes.
Pues que quede bien claro. No me gusta nada, nada semejante anuncio y me parece poco acertado para el siglo XXI. No sé si porque la protagonista Carmina, que es una maestra, me ha tocado la fibra sensible. Primero entra en el comedor con una bandeja repleta con el desayuno para su nieto, lo que indica que no está ga,gá. Éste no le hace ni caso, no tiene hambre, sigue con su móvil pero alza la vista ante el comentario de la abuela cuando mira para el televisor.
¿Alguien se imagina un muchacho de 17 o 18 años que aparenta el tal nieto, al que su abuela le prepare el desayuno? ¡Vamos! Ya pueden esperar sentados mis nietos a esa edad a que yo les haga algo así. Ahora les echo el Nesquik porque de lo contrario me acaban el bote en dos días, je, je, pero a esa edad... Para más inri, el chico se da cuenta del error de la abuela y no dice nada. ¡Hasta se permite cambiar la fecha del calendario!
No diré yo que no haya maestras jubiladas que salgan a la calle así, muy, muy de pueblo vestidas, pero creo que se han pasado. Recuerdo de chavala a dos maestras que se jubilaron en el pueblo: Doña Adela y Doña Elena, la primera siempre bien vestida y su rizada melena corta al descubierto, nada que ver con las mujeres del pueblo que en esos días todas llevaban pañuelo negro a la cabeza y muchas salían a la calle con mandil y algunas con sayas.
La otra maestra, Doña Elena, daba clase en el barrio de arriba, era altísima, viuda, siempre vestida de negro pero llamaba la atención su elegancia. No digamos si hablo de mis compañeras de jubilación que en general van muy, muy bien arregladas de cara, cabeza y cuerpo.
Por todo lo dicho me llama la atención que presenten a una maestra jubilada que nada tiene que ver con la realidad de hoy. Por si fuera poco parece que se le va la pinza y nadie la quiere sacar de su error. Muy al contrario le siguen la corriente.
Ya al final, cuando parece que su hijo se lo quiere aclarar y esperas que ella diga: "No hijo no, no se me ha ido la cabeza, pero lo bien que lo hemos pasado todos juntos, ha merecido la pena, mañana a lo mejor...".
Pues no, sigue pareciendo que está mal de la chaveta y todo el pueblo haciéndose los tontos para que ella siga con la cabeza a pájaros. Me pongo en su lugar "maestra jubilada" y si mis hijos ven que se me va la chola, lo último que querría es que me siguieran la corriente.
A mucha gente le ha gustado, pues a mí no: "Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él" de Paulo Coelho.