Me llama la atención que siempre que hay algún desfile de diseñadores famosos en una pasarela importante, todo son piropos y buenas palabras para los trajes que desfilan. De las modelos mejor no hablar, parece que cuelgan los trajes de un saco de huesos, como decía mi abuela. Claro que así hay poco trabajo que hacer. Mi madre nos vestía igual a mi hermana y a mí. A mi hermana, que era muy delgada, le sentaba todo bien a la primera. A mi que tenía más formas, tenía que probarme varias veces.
En esos cuerpos cualquier tela que coloquen no necesitará retoque alguno. Luego vienen los diseños que más que vestidos parecen trajes de carnaval, con unos accesorios de pena. Sólo se salvan los diseños étnicos y los de los figurines de toda la vida. O sea las copias.
Me sorprenden las críticas siempre favorables, aunque se desfile literalmente con una mesa camilla. Los presentan con mucha palabrería y frases rimbombantes como: "una fórmula que enamora", "la nueva colección es una inmersión en una jungla de fantasía poblada por animales y flores". Que se resumiría así: "Vistosos estampados variados ". ¡Claro que no se vendería igual ni mucho menos! Añaden adjetivos como: diseños fabulosos, originales, atrevidos...y ya está, a la pasarela. Mi abuela decía que la moda era un cesto de vendimiar, cuando se sacaba todo se le daba la vuelta y se volvía a empezar por el fondo. Lo que se ve por la calle no se parece en nada a los desfiles que nos presentan por la tele, salvo excepciones.
¿Es que no puede haber críticas a desfiles no digo negativas, pero sí un poco más sinceras, sin tanto halago que muchos no merecen? La moda es un negocio por encima de todo, y me alegro que los hombres sepan explotarlo, aunque toda la vida, la costura haya estado en manos femeninas principalmente. Detrás de muchos nombres masculinos, que ya no están entre nosotros, como Oscar de la Renta, Gianni Versace, Christian Dior, Yves Saint Laurent, Cucci... y les han sustituido mujeres, siguen vendiendo con su nombre moda en todo el mundo como si estuvieran vivos.
He visitado muchas fábricas dentro y fuera de España, donde cientos de mujeres: hilaban, tejían, teñían telas, hacían dibujos étnicos, cortaban patrones y confeccionaban ropa que luego a veces se vende bajo un nombre famoso. Detrás de las grandes marcas suele haber más mujeres que hombres. Creo que las mujeres, ya lo he comentado más de una vez, no sabemos vender el trabajo que realizamos.
Menos mal que la elegancia no necesita grandes marcas:"Todos somos producto de otros, ninguno de nosotros somos de verdad originales, todos tenemos deudas con la gente que nos enseñó y nos inspiró" de Norman Foster.