Hay un refrán que dice: "Mujer enferma, mujer eterna" pues por desgracia así vivió ella. Herminia, mi prima, casi siempre enferma desde bastante joven. Se reía cuando le tomábamos el pelo:
_¿Herminia, qué te duele hoy?
_Pues todo hija, todo, pero sobre todo las piernas, no puedo con ellas.
_Seguro que si hubiera jotas se te pasaba.
Ella se reía de nuevo porque en cuanto se celebraba una fiesta popular, las primeras que saltaban a bailar las jotas eran, su madre y ella a pensar de sus dolores. Bailando la jota aparentemente a Herminia se le pasaban todos los males.
Hoy quiero recordar a la Herminia sin dolores de alrededor de 20 años. A la Herminia que mis ojos de niña de diez años recuerdan con su pelo largo y rizado, recogido sobre su nuca en una coleta y sujeto por un hermoso prendedor de pasta en tonos amarillos y marrones con pequeñas piedrecitas brillantes. A la Herminia con aquel vestido amarillo acampanado y un lazo marrón que ceñía su cintura con una lazada. A la Herminia que llevaba al cuello un "camafeo" precioso ovalado rodeado de hermosas piedras verdes.
Sobre todo hoy, recuerdo a la Herminia que cuando ingresaron a su tía Isabel, mi madre, en el hospital de León y mi padre tenía que estar con ella, se quedó al cuidado de aquellas cinco criaturas, entre las que me encontraba, durante más de seis meses. Meses durante los cuales en León, a la madre de las criaturas, le abrieron el vientre y se lo volvieron a cerrar. el doctor Don José, ¡Otra vez Don José!, médico en Astorga la curó de un acceso interno y tú de nuevo pudiste volver con los tuyos a tu casa, cerca de "La Puntiga"
Parece que estoy oyendo a uno de mis hermanos pequeños cuando te decía: ¡Miña, dame de comer! También escucho la risa que te entró aquel día que mientras freías huevos otro de mis hermanos, cogió su plato con su huevo ya frito y tú le dijiste: ¡Tú mira a ver si lo tiras! y él, ni corto ni perezoso, salió con su plato y tiró su huevo a la calle. Ganancia para las gallinas y los gatos. ¡Cómo nos reímos!
En casa todo iba a parar a la calle, eran otros tiempos, y era nuestra calle. Allí podías encontrar además de tierra y piedras: cartones, chapas de botella, papeles, un montón de ceniza y hasta escorias grandes que poníamos en el Nacimiento para hacer las montañas y el Portal. ¡Menos mal que la calle era particular!
Tú, querías mucho a a mi madre, la tía Isabel, y a menudo nos dabas una alegría cuando venias a vernos. Siempre fuiste muy alegre y guardamos de ti un grato recuerdo.
El domingo pasado, hemos despedido tu cuerpo, es ley de vida. Allá donde te encuentres mil gracias y el deseo de un descanso en paz que tienes muy bien merecido.
Gracias y hasta siempre: "El diagrama de una vida humana no es una horizontal y dos perpendiculares, sino más bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito constantemente próximas y divergentes: lo que un ser humano ha creído ser, lo que ha querido ser y lo que fue" de Marguerite Yourcenar.