Auditorio ciudad de León |
Mi sombra y una amiga charlábamos frente al Auditorio. Se paró una señora con nosotras a la que no conocía. Me la presentó mi amiga y al marchar la mujer le comenté: ¡Qué señora tan alegre y tan simpática!
_Pues si yo te contara... dijo mi amiga y sin más me contó su historia:
Una hija de 18 años murió en un accidente dirección La Bañeza. De sus tres hijos le quedaban dos, un chico y una chica. Un año después su hijo aficionado a la espeleología estaba practicando en las Hoces de Vegacervera, de pronto una tormenta y posterior inundación hizo que el equipo tuviera que ser rescatado. Su hijo había dejado su cordada allí y al día siguiente decidió regresar a rescatarla. Parece ser que se dio un golpe en la cabeza que le hizo perder el conocimiento. Cayó al agua y se ahogó, tanto los periódicos como la radio dieron la noticia. Su madre, ya la ves, siguió caminando erguida sin lamentarse.
Tres años después murió su esposo al año de jubilarse. Dejó una nueva herida donde ya había dos sin cicatrizar. Pasaron ocho años y la única hija que le quedaba enfermó de un cáncer que acabó en poco tiempo con la vida de su hija, su único consuelo.
En la calle, la mujer siempre arreglada y firme. No hace mucho _continuó mi interlocutora_ una joven recientemente viuda le comentó:
_La admiro a usted porque sé las tragedias por las que ha pasado y nunca la he visto hundida. No sé si yo seré capaz de llevar mi pena con tanta entereza. Es usted muy fuerte.
_Tienes razón hija _le contestó la mujer_ por la calle no me veis cabizbaja ni desaliñada siempre voy arreglada y entera. La procesión va por dentro y en mi piso no hay una sola pared que no haya probado y sentido mis cabezazos.
Algunas personas nacen sin estrella: "Después de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir" de Fernando Savater.