En los pueblos pequeños desde siempre se celebró el Carnaval. Si no se disfrazaban los mayores lo hacían los más pequeños pero siempre hubo ruido, risas y carreras en Carnaval.
Hace décadas en Villa de Soto, un pueblecito muy cercano a Léón, el Carnaval era celebrado por todo el pueblo pequeños y grandes. Por la mañana se tocaba a "concejo" y los hombres se reunían para arreglar algún camino o acequia. Los niños iban a pedir por las casas. Las mamás preparaban dulces típicos: torrijas, figüelas y orejas de carnaval.
Por la tarde se reunían todos en la plaza, o en la "casa concejo" si hacía mal tiempo, a comer el escabeche que pagaba el pueblo. Las mujeres se vestían con el traje típico: el manteo y mandil bordados con lentejuelas y abalorios, el pañuelo merino a la cabeza y el mantón del ramo sobre los hombros.
Los hombres llevaban pantalones estrechos de estameña, la capa, un sombrero y chapines sobre medias de lana negra.
Después de comer el escabeche, unas mujeres mayores tocaban la pandereta y las castañuelas mientras los demás bailaban la jota. Una costumbre curiosa era la que hacían las parejas disfrazadas mientras bailaban. Se prendían con alfileres, unos a otros cáscaras de huevo a la espalda.
Hoy en algunos pueblos se sigue invitando a escabeche aunque ya sólo los niños se disfrazan.
¡Viva el Carnaval! "La hormiga y la cigarra, en las personas son compatibles se complementan" de León Felipe.
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