jueves, 26 de octubre de 2017

Las Tradiciones cambian


Así está actualmente la Cruz de Ferro

Las tradiciones también se adaptan a los tiempos y en muchos casos, en mi opinión, no las mejoran. Ocurre habitualmente que cuando has pasado por algún lugar y dejas pasar los años cuando llegas de nuevo en nada se parece a lo que conociste.

Digo esto porque en el puente del Pilar decidimos ir a visitar "La Tebaida Leonesa" ese paisaje pintoresco situado en el Bierzo y hoy catalogado de interés cultural como "Sitio histórico". En el camino hicimos una parada en la "Cruz de ferro" muy popular en el Camino de Santiago; donde, según la tradición, los peregrinos deben coger una piedra y lanzarla al montón de la cruz después de pedir un deseo. En el año 1.993 hice con mi marido una parte del Camino y al llegar a ese lugar vimos la cruz colocada en el alto de un poste no muy grueso y un montón de pequeñas piedras a su alrededor. Siguiendo la tradición, lanzamos nuestra piedra después de pedir el deseo.

Regresamos pasados unos años y ya no se parecía nada el lugar al del principio. Además de la ermita edificada, la cruz se sostenía sobre un grueso poste de gran altura y éste enclavado en una enorme montaña de piedras, algunas serían peregrinas pero se notaba totalmente que era artificial.

En esta última visita a la "Cruz de Ferro", los peregrinos en su mayoría extranjeros subían por el montón de piedras que medio "esbarrigado" (como diría mi padre) dejaba al descubierto unas enormes bloques de piedra que ningún peregrino habría llevado hasta allí. Las personas dejaban a los pies del poste o clavados en él: dibujos, papeles escritos, pequeños objetos como vieiras,corazones o pizarras con frases. ¡Todo había cambiado tanto desde la primera visita!

La ruta mereció la pena. Esos maravillosos pueblos conservados de forma envidiable por sus vecinos con sus casas de piedra, tejados de pizarra, las sencillas balconadas de madera con hermosos geranios que alegran la vista de los cada vez más visitantes. Recorrer sus empinadas y espectaculares calles empedradas en espiga como Santiago de Peñalba con su hendidura central por donde mansamente corría el agua arrastrando erizos que los castaños de troncos centenarios nos regalaron.
Caminar por el Valle del Silencio; un nombre muy adecuado, sólo oyes el agua al correr, algún trino, las hojas al caer y tus pasos al caminar... 

Otra tradición que ha cambiado es la estancia en la cueva de San Genadio. La cueva sigue siendo hermosa en su sencillez, aunque preparada para las visitas: Antes, las personas escribían sus papelitos blancos con las peticiones al Santo y los escondían por los pequeños huecos y grietas de la cueva que parecía nevada en su apariencia. Alguno queda, pero la mayoría han desaparecido. En la actualidad han colocado al lado del altar de San Genadio un atril con su libro de peticiones y un boli a su lado para escribirlas. ¡Me parecía más sencillo y entrañable el antiguo sistema!

Lo que también asombra y permanece igual, a excepción de los accesos, desde el siglo VII; es la Herrería de Compludo declarado Monumento Nacional en 1968. Su último dueño, abuelo de el guía que nos la muestra, se empeñó en seguir conservando una maravilla cuya  técnica de funcionamiento creo que sea única en España.


Halloween está bien para el consumo, pero primero nuestras tradiciones: "Buscar el éxito es como intentar agarrar un puñado de agua. Cuanto más se le aprieta, menos agua se tiene. Cuando hacéis lo que para vosotros tiene sentido y os satisface, es el éxito el que os busca a vosotros" de "Los  Regalos de Eykis" de Wayne W.


miércoles, 18 de octubre de 2017

¡Ahuyentaperros!




¡La sobremesa estalló en una carcajada! 

César nos contaba su última anécdota. Este largo fin de semana pasado, decidió volver a los Picos de Europa. ¡Le encanta visitar esta zona, parte de ella en nuestra provincia! El mes pasado había estado allí y lo único negativo que vivió fue que un enorme perro le hizo pasar un gran susto. 

Decidido a que no le volviera a ocurrir, esta vez César tomó precauciones. Se fue a un "Chino" y consiguió un ahuyentador de perros, a lo mejor están prohibidos pero él lo compró. Se trata de un dispositivo que emite un sonido agudísimo que el oído humano no puede oír pero que sin embargo en el caso de los perros les hace huír despavoridos. 

A las horas de llegar, César subía la montaña para ver más de cerca una bandada de buitres que sobrevolaban la zona. De pronto apareció un perro que le miraba apaciblemente a una distancia prudencial. Decidió que ése sería su "conejillo de indias", aunque el animal no se mostró agresivo en ningún momento. Se acercó un poco, sacó el artilugio y apretó el botón. 

_¡Joodeeer! No sólo no se fue el animal, ¡que vino hacia mí! Lo curioso es que se acercó mansamente. ¡Menos mal que me tocó un animal tranquilo! ¡¡Putos chinos!!

Entre los que nos reíamos, Mary dijo que quizás el perro era sordo que se daban muchos casos entre los canes, pero que al tener otros sentidos más desarrollados no nos dábamos cuenta. Será así, pero a César  no le quedaron ganas de seguir probando el ingenio. Como remate César añadió:

¿No será que según dicen los chinos comen perros y estos artilugios servirán para atraerlos en vez de alejarlos? La carcajada volvió a ser general.  


¡Vaya inventos! "La madurez es aquella edad en que uno ya no se deja engañar por sí mismo" de Ralph W. Emerson.



miércoles, 11 de octubre de 2017

My "twitter" (38)



Dicho en peligro de extinción: "Se le sale el dinero por la gatera" Se dice cuando alguien tiene mucho dinero. Antes en las casas a un lado de la puerta había un hueco para que los gatos de casa salieran y entraran libremente aunque sus dueños estuvieran ausentes.

De sueños:

Lunes 2 de octubre:                               
Soñé que toda la humanidad tenía alas pero las mías no podían volar. 

Martes 3 de octubre: 
Soñé que todo el mundo miraba las banderas, sólo los niños se atrevían a cogerlas. Supuse que serían las más coloridas porque yo era daltónica. 

Miércoles 4 de octubre: 
Soñé que yo gritaba y la multitud se había quedado muda. 

Jueves 5 de octubre: 
Soñé que era denoche y la gente llevaba gafas de sol. 

Viernes 6 de octubre:
Soñé que muchas personas caminaban y mis pies se negaban a dar un paso. 

Sábado 7 de octubre: 
Soñé que hasta los más pequeños sabían dividir y a mi se me había olvidado sumar.

Domingo 9 de octubre:
Desperté, el sol me daba en la cara, miré al cielo, sabía que las estrellas seguían ahí. ¡¡Qué pequeña me sentí!! 


Sigo mirando al cielo: “Ya me di al poder que a mi destino rige. Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender. No tengo pensamientos, para así poder ver. No temo ya a nada, para así poder acordarme de mí. Desapegado y sereno, me lanzaré más allá del Águila para ser libre" de Carlos Castaneda en  “El Don del Águila”.



jueves, 5 de octubre de 2017

"Ni tanto, ni tan calvo"


Imagen tomada de la Red.

El mes pasado una noticia me llamó la atención: "El Juzgado de lo Penal número 1 de Almería ha condenado a siete meses de prisión por un delito de malos tratos a un padre que propinó varias bofetadas a su hija de 15 años. 

No estuvo bien, de acuerdo, pero... ¿a la cárcel?
¿Por qué casi siempre, para todo, nos vamos a los extremos? Eso no arregla el problema y ha de tener varias soluciones. La adolescencia puede sacarnos de quicio. Se me ocurre una respuesta  mucho mejor. Imponerles una profesional terapia conjunta a padre e hija durante un periodo de siete meses. 

Este hecho trae a mi mente de sombra un otro caso no reciente. En un pueblo cercano al mío, el maestro tenía una clase bastante concurrida. Un alumno destacado siempre terminaba sus tareas antes que el resto de la clase. Se llamaba Olinto.

Por entonces se fumaba en el aula. ¡Parece que fue hace un siglo y ocurría casi ayer! En la localidad se sabía que don Alfonso, el maestro, encendía un cigarrillo detrás de otro, por lo que no era raro que a media clase se quedara sin tabaco. Lógicamente cuando esto ocurría enviaba a su alumno aventajado al estanco con el encargo.

Ése día salió Olinto del aula contento, como siempre. Le encantaba dejar por un rato la clase. Se paraba en el camino hacia el estanco a meter las manos en el reguero. Un día había sacado dos cangrejos, los metió en una bolsa de plástico que encontró tirada y la escondió con la pesca entre unos juncos para recogerla a la salida de clase. Alguna vez más había tenido la misma suerte, así que iba siguiendo el curso del agua y observando las orillas de la acequia.

De pronto vio venir a Don Emilio, el cura, que al acercarse sin mediar palabra alguna le pegó un "hostión" de los que hacen temblar el Misterio, a la vez que con su vozarrón le espetó: ¡Qué haces tú aquí, tenías que estar en el colegio! Agachando la cabeza, mientras se llevaba su mano a la cara donde había quedado marcada la manaza de Don Emilio; Olinto contestó con voz temblorosa que iba a por tabaco para el maestro.

Ni perdón ni hostias en vinagre, el clérigo siguió su camino, mientras al muchacho no le quedaron ganas de seguir mirando el regato.  Continuó hacia el estanco a por el encargo, jurando entre dientes y echando pestes del cura. Ni en clase ni en casa comentó lo que le había ocurrido, que habría sido lo justo.  Así era hace unas décadas. Tanto el cura como el maestro, siempre creían tener la razón y se tomaban la justicia por su mano. Pues ni lo de antes ni lo de ahora.

De ahí, a lo que ocurre hoy... hay un mundo. Los jueces también son humanos y cometen equivocaciones para estos casos la cárcel no debería ser la solución.


No nos pasemos: "Lo prudente es suponer que nadie tiene completamente razón, ni nadie deja de tenerla por completo" de Herbert Spencer.