Imagen tomada de la Red. |
El mes pasado una noticia me llamó la atención: "El Juzgado de lo Penal número 1 de Almería ha condenado a siete meses de prisión por un delito de malos tratos a un padre que propinó varias bofetadas a su hija de 15 años.
No estuvo bien, de acuerdo, pero... ¿a la cárcel?
¿Por qué casi siempre, para todo, nos vamos a los extremos? Eso no arregla el problema y ha de tener varias soluciones. La adolescencia puede sacarnos de quicio. Se me ocurre una respuesta mucho mejor. Imponerles una profesional terapia conjunta a padre e hija durante un periodo de siete meses.
Este hecho trae a mi mente de sombra un otro caso no reciente. En un pueblo cercano al mío, el maestro tenía una clase bastante concurrida. Un alumno destacado siempre terminaba sus tareas antes que el resto de la clase. Se llamaba Olinto.
Por entonces se fumaba en el aula. ¡Parece que fue hace un siglo y ocurría casi ayer! En la localidad se sabía que don Alfonso, el maestro, encendía un cigarrillo detrás de otro, por lo que no era raro que a media clase se quedara sin tabaco. Lógicamente cuando esto ocurría enviaba a su alumno aventajado al estanco con el encargo.
Ése día salió Olinto del aula contento, como siempre. Le encantaba dejar por un rato la clase. Se paraba en el camino hacia el estanco a meter las manos en el reguero. Un día había sacado dos cangrejos, los metió en una bolsa de plástico que encontró tirada y la escondió con la pesca entre unos juncos para recogerla a la salida de clase. Alguna vez más había tenido la misma suerte, así que iba siguiendo el curso del agua y observando las orillas de la acequia.
De pronto vio venir a Don Emilio, el cura, que al acercarse sin mediar palabra alguna le pegó un "hostión" de los que hacen temblar el Misterio, a la vez que con su vozarrón le espetó: ¡Qué haces tú aquí, tenías que estar en el colegio! Agachando la cabeza, mientras se llevaba su mano a la cara donde había quedado marcada la manaza de Don Emilio; Olinto contestó con voz temblorosa que iba a por tabaco para el maestro.
Ni perdón ni hostias en vinagre, el clérigo siguió su camino, mientras al muchacho no le quedaron ganas de seguir mirando el regato. Continuó hacia el estanco a por el encargo, jurando entre dientes y echando pestes del cura. Ni en clase ni en casa comentó lo que le había ocurrido, que habría sido lo justo. Así era hace unas décadas. Tanto el cura como el maestro, siempre creían tener la razón y se tomaban la justicia por su mano. Pues ni lo de antes ni lo de ahora.
De ahí, a lo que ocurre hoy... hay un mundo. Los jueces también son humanos y cometen equivocaciones para estos casos la cárcel no debería ser la solución.
No nos pasemos: "Lo prudente es suponer que nadie tiene completamente razón, ni nadie deja de tenerla por completo" de Herbert Spencer.
Es una sentencia que extremece, tiene que haber algo más que un bofetón.
ResponderEliminarBesos.
Puede que sí Alfred, a veces el titular y resumen, no dice toda la verdad. Un abrazo.
EliminarMara estoy contigo que pasamos de un extremo al otro.
ResponderEliminarSobre lo que comentas del cura no hay que olvidar que en esa época las máximas autoridades eran el cura, el maestro y el alcalde en los pequeños pueblos.
Saludos.
Así era Tomás pero eso no les daba derecho a abusar de su poder. Afortunadamente hoy nadie es más que nadie. Un saludo.
EliminarLa razón está, siempre, según la vemos, es decir, del lado en que lo veamos.
ResponderEliminarSí, Enrique, pero los que aplican la ley han de mirar todos los lados y espero que en la mayoría de casos así sea. Saludos.
EliminarNi tanto ni tan calvo pero un poco de tanto hace falta. Abrazos
ResponderEliminarHoy casi un mucho de tanto, porque todo el mundo habla de derechos pero de los deberes nos olvidamos. Un beso.
EliminarNos hemos pasado de un extremo a otro y así nos va...
ResponderEliminarEl punto medio es muy difícil de localizar.
Saludos
Sí, Maripaz, muy difícil pero los jueces han de tener otros recursos no sólo la cárcel. Un abrazo.
EliminarOjalá se aplicara más el sentido común y menos leyes sin escuchar a todas las partes. Me quedo con esa frase de Spencer.
ResponderEliminarSaludos
Yo también me quedo con la frase Conxita, porque creo que el sentido común es el que más escasea. Un beso.
EliminarEs que si las cárceles están vacías de chorizos y demás pues hay que llenarlas de injusticias y oye en este país últimamente el tema de las injusticias se lleva de perlas.
ResponderEliminarAl final las cárceles las llenaran de utópicos y de utópicas con sus respectivas sombras, porque visto lo visto, ya casi me lo creo TODO.
Besines utópicos, Irma.-
No hay tiempo de hablar de injusticias, Irma, el "monotema Cataluña" ocupa todos los espacios. ¡No por Dios, Irma de utópicas no, pues tú serías la primera je, je! Abracines.
EliminarMuy de acuerdo con tu planteamiento
ResponderEliminarNo no a los extremos
A veces los jóvenes se desubican
Muchas veces es bueno una terapia para encontrar caminos al entendimiento
Buenfinde semana Marca
Gracias por tus visitas
Cariños
Los padres de adolescentes Abu, cada vez lo tienen más difícil por eso la terapia puede ser una solución y seguro que hay muchas más efectivas que la cárcel.
EliminarIgualmente feliz semana. Besos.
Soy ab uela de varias adolescentes y mis nueras se desvelan por ellas pero no hay que olvidar que viven y estudian no solo dentro de la familia sino en una sociedad que parece enferma
EliminarNo siempre tienen buenos ejemplos
Cariños
Mi nieta mayor está ahora en el instituto muy contenta pero lo que dices Abu, no sólo es la familia, la sociedad influye y las nuevas tecnologías aún más. Besos.
EliminarFalta información en la noticia. ¿Era la primera vez que el padre le pegaba a la niña? ¿Qué estaba haciendo la niña? ¿Cómo es que la justicia en España permite que los hijos menores de edad acusen a sus propios padres?
ResponderEliminarEn fin, cosas de la posmodernidad
Saludos,
J.
Seguro que sí, José A. la sentencia será más larga y completa. Yo espero que tus preguntas se las haya hecho el juez, aun así la cárcel me parece excesiva. Un saludo.
Eliminardisfruto leyén dote es todo un placer para mí
ResponderEliminarGracias RECOMENZAR, me ocurre lo mismo al leerte y escucharte. Besos.
EliminarNo apruebo que por una bofetada haya de ingresar en prisión, además falta saber el motivo por el cual el padre se la dio, hoy día hay mucha manga ancha para según que cosas.
ResponderEliminarUn abrazo Mara.
Yo también creo que hay mucha manga ancha Conchi y en un calentón cualquier padre puede dar una o más de una bofetada. Se la dio por no llegar a la hora marcada pero hoy los adolescentes saben que denunciar es fácil. Un beso.
EliminarComparto tu opinión. Antes que penalizar tan drásticamente, una sanción pedagógica. LO de la cárcel, cuando los castigos son brutales y reiterados. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarPues sí Carlos, la cárcel en último caso pero hay jueces que quieren dar ejemplo de dureza y como son humanos también se equivocan. Saludos.
EliminarEstoy contigo Mara, ni muy muy, ni tan tan....debería existir una manera de realmente corregir la situación y prevenir futuras....
ResponderEliminarBesos ♥
Sí Liliana, la cárcel creo que en este caso creará un sentimiento de hostilidad entre ambos difícil solventar. Un besazo.
Eliminar¡Qué difícil es encontrar el término medio!
ResponderEliminarsalu2.
Es difícil de acuerdo Dyhego, pero al menos no deberíamos ir a los extremos. La verdad no me gustaría ser juez. Un saludo.
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