martes, 30 de abril de 2013

Mi primer "No recuerdo"





Todos tenemos recuerdos que alguna vez nos ha contado nuestra madre de cuando éramos bebés o pequeños que por la edad no quedaron en nuestra mente. 

Mi primer "no recuerdo"  o sea el primero que  mi madre me contó respecto a mí, ocurrió cuando tenía unos seis meses de vida. 

Según la que me parió, llevaba tres meses sin dormir, no hacía más que llorar, vomitar y babear.  Don Abundio, el médico del pueblo, un gran médico querido y respetado que casi nunca se equivocaba,  lo que yo tenía era "empacho". Su receta eran purgantes para limpiar mi estómago, así que ya habían sido varios los  tipos de purgantes que no me hacían ningún efecto. Esta vez Don Abundio "no certó", como diría mi padre.

Viendo que mi suerte no cambiaba, mi madre, decidió traerme a León a un especialista:

_ ¡¡Hambre!! ¡Esta niña sólo tiene hambre! Dele usted de comer lo que quiera y estas gotas para el píloro, según dijo el doctor, estaba inquieto y eso era lo que me producía el vómito tomara lo que tomase.

Regresó mi madre con mis huesecitos a casa, pues con tanta purga, sólo esqueleto tenía. 

En su viaje de regreso conmigo en brazos pensaba mi madre en la señora Pascuala. En el pueblo ya se contaba su anécdota como un chiste mientras reían. Esta señora muy "agarrada" tenía un hijo pequeño muy delgado y cuando lo llevó al médico, éste le dijo que su hijo tenía hambre. La mujer muy atrevida se volvió al médico y le dijo: ¿Cómo va a tener hambre si tengo la cocina de humo llena de jamones y chorizos? A lo que el doctor le contestó: "Allí pueden estar". 

Fue comenzar a comer sin vomitar y a los tres meses, mi sombra, había RESUCITADO.


Así me lo contó la que me trajo al mundo: "La madre representa el bien, la providencia, la ley: es decir, la Divinidad bajo la forma accesible a la infancia" de Amiel Henri-Frédéric.




jueves, 25 de abril de 2013

My "twitter" ( 9 )






 Lunes 8 de abril:
¿Qué tal las vacaciones? Las vacaciones, pues... muy mal tiempo, muy mal de comer, muy pocos días, muy caro el viaje, discusiones diarias con la parienta pero... ¡Lo pasamos de puta madre!

Martes 9 de abril: Control policial. Dan el alto a un joven que acelera y se escapa. La policía le da alcance. Lo saca del coche a la fuerza. No lleva carnet, es menor. Da el nombre de su padre que vive lejos. Ponen una videoconferencia. El padre no se hace cargo. El menor se queja de los malos modos de la policía: ¡Les denunciaré por maltrato, grita! 

Miércoles 10 de abril: 
Pizpireta de siete años: ¿Ves que tú siempre decías que tenías cuatro tesoros y si un día te los robaban te vestirías de pirata e irías a rescatarnos? Pues hoy la profe nos mandó escribir libremente. Yo escribí eso. ¿Y sabes qué? Sí, sí, la profe me dijo que mi redacción estaba muy bien,  preciosa y muy original. Luego fui a afilar el lápiz y allí estaba mi redacción. ¡Hecha una bola en la papelera!

 Jueves 11 de abril: 
Era una de las primeras veces que venía del pueblo a la ciudad con 14 años. En la peluquería, con aquella mata de pelo, le dijeron que se lo podían entresacar.¡Ni hablar! No se dejó, para ella eso era como entresacar remolacha, o sea arrancarle el pelo a mechones. ¡Pero qué peluqueras más cabr...!

 Viernes 12 de abril:  
Es un anciano marroquí que de la cárcel de Mansilla pasó a una Residencia de la Junta. 
_ ¿Sabes que me dijo el viejo? Que en la cárcel se comía mejor que aquí. ¡Será jeta el vejete!

Sábado 13 de abril:
El marido alcohólico: _¡Petra, dame un cuchillo que me voy a quitar del medio para siempre  y acabo con esto de una vez! A veces, piensa la mujer, siento la tentación de darle el cuchillo y que acabe con su sufrimiento y el mío para siempre.

Martes 16 de abril:
Haciendo deporte: ¿Me abandonaste, ya no te pones a mi lado? ¡No pienses que es por ti, es por él, es un olor insoportable. ¿A ti no te llega? No, tengo el sentido del olfato bastante atrofiado. ¡Mejor así!

Miércoles 17 de abril: ¡Comunista de toda la vida! Pero... cuando echaron al cura del pueblo, él, en su camioneta,  fue quien ayudó al sacerdote a llevar los bártulos a su nuevo destino. ¿Alguien piensa, a estas alturas, que no se puede ser comunista y buena persona? ¡Ah, por si acaso!.

 Jueves 18 de abril: 
¿Inteligentes los calvos? ¿Entonces...por qué habré convivido yo con dos de los más torpes?

Sábado 20 de abril: 
¡Mira que darle un infarto el mismo día que se jubiló! Es como una burla pero así fue. Con la jubilación le llegó el descanso... Eterno.



Alegrías y tristezas eso es el día a día: "La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia" de Sócrates.



martes, 23 de abril de 2013

¡¡ "NoVerlas" !!



   Corín Tellado

                                      
 Habrá personas que se avergüencen de los libros que despertaron su interés por la lectura. ¡No es mi caso! Hoy, por ser el día del libro, orgullosa, lo pongo por escrito.

Entre mis lecturas de la escuela recuerdo un libro que se titulaba "Corazón". Contaba las peripecias  de un niño llamado Marco en busca de su madre. Pasado el tiempo redescubrí esa historiaen  en la serie de TVE titulada: "De los Apeninos a los Andes".

 Más tarde comienzo a leer los tebeos de mi hermano, entre ellos "El capitán Trueno" y "Roberto Alcázar y Pedrín". Los tebeos no eran mis lecturas preferidas pero era lo único que llegaba a mis manos.

 De cualquier modo tuve la suerte de ver a mis padres leer. En mi pueblo con la mayoría de las personas dedicadas al campo, casi nadie lo hacía. Mi abuelo, maestro, estaba suscrito al "Diario de León". Cada día una vez que lo leían mis abuelos lo llevábamos a casa y esa era la única lectura que hacía mi padre. A él, nunca le vi con un libro en la mano, sólo con el diario. 

Sin embargo mi madre, además de el periódico, era una asidua lectora de novelas de Corín Tellado. Durante sus medias noches trabajando en el alambique familiar, devoraba cientos de novelas de bolsillo de esta autora y algunas del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía  

Mi madre fue lechera unos años. La leche que recogía en el pueblo por la noche, iba a repartirla en su tartana muy de madrugada a Hospital de Órbigo. Allí una vez que compraba media docena de novelas las iba cambiando semanalmente por muy poco dinero en céntimos de peseta. 

Lo peor era que mi padre no nos podía ver leyendo novelas. Así que, tanto mi hermana como yo, las leíamos a escondidas. Así, ellas, las novelas de Corín Tellado empaparon de lectura mi pubertad  y contribuyeron muy generosamente a despertar mi interés por la lectura en general. 

Una adolescente de pueblo como mi sombra, en una familia numerosa, tenía muy difícil el acceso a los estudios secundarios. Hice mi ingreso de bachillerato en Barcelona a los 18 años, cuando  los niños de la ciudad y algunos con posibles de los pueblos, hacían el ingreso en los institutos a los 11 años. Así, sin muchas expectativas de futuro, esas novelas llenaban mis ansias de mejorar y ampliar el horizonte de mi vida. 

Pasado el tiempo, tuve un magnífico profesor que nos decía que las novelas deberían llevar una "r" en medio para que se leyera: "NoVerlas". ¡Nunca estuve de acuerdo con su opinión! 
Hoy, agradezco a Corín Tellado sus novelas sencillas y románticas que alegraron y llenaron muchos días de mi vida, quizás no muy aptas para los años en que comencé a leerlas, pero muy efectivas para despertar mi interés por la lectura. 

Hoy sigo pensando que nuestros niños para comenzar a leer tienen que seguir sus preferencias: sean cromos de "invizimals" de "Ben 10" o diarios de las "monster high", el caso es leer y que se cree el gusanillo por la lectura. 


Amemos la lectura pues: "Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas" de Montesquieu.




jueves, 18 de abril de 2013

¡Negligencia! (1)






Toda la familia regresaba a La Bañeza en su Sinca 1200 blanco tapizado en rojo. El padre al volante, la madre de copiloto y los cuatro pequeños atrás. Los niños ya se habían puesto de acuerdo sobre las ventanillas pues ninguno quería ir en el medio: La mayor de seis años al lado de una ventanilla, el segundo de cinco al lado de la otra ventanilla y los mellizos de cuatro años, en el medio. La próxima vez le tocarían las ventanillas a los mellizos. Hace treinta años no se obligaba a llevar sillitas. ¡Menos mal, porque cuatro sillas no cabían en el Sinca! 

La madre iba pensando en lo que últimamente le quitaba el sueño. ¡Temor a quedarse de nuevo embarazada! Los médicos de la sanidad pública no recetaban anticonceptivos. Estaba decidida. ¡Se haría una "ligadura de trompas"!  Cuatro retoños cumplían sobradamente sus expectativas de familia numerosa. Había dos inconvenientes importantes. El primero pasar por una operación con el riesgo que la misma conlleva y el segundo que costaba una pasta gansa, porque sólo privadamente se podía hacer.

Al llegar al final del camino vecinal por el que se accedía a la carretera de León-Astorga divisaron al otro lado de la carretera, como a cincuenta metros de la misma, a la abuela materna en una finca. El padre aparcó el coche a un lado del camino y él y su mujer (mi sombra) bajaron del vehículo y cruzando la carretera se dirigieron hacia la finca donde estaba la abuela para despedirse.Como iba a ser sólo un momento dejaron a los niños solos en el vehículo. ¡¡Nunca debimos hacerlo!!

Ya en la finca observaron aterrorizados que el coche se movía en dirección a la carretera. AVANZABA... Y AVANZABA...El padre y la madre comenzaron a gritar levantando las manos para pedir a los coches que bajaban "Los Pedrones" a toda velocidad, que pararan. Lógicamente los conductores miraban hacia adelante nos hacia las fincas de la derecha. 

El vehículo con los cuatro niños a bordo cruzó la carretera lentamente y quedó parado a un lado frenado por la "cemba" un poco levantada en aquel lugar. Al mismo tiempo un enorme "trailer" bajaba a toda máquina la cuesta de "Los Pedrones".  Le dio el tiempo justo de desviarse para no llevarse el Sinca con sus tesoros por delante. Detrás del camión dos coches más. Por suerte no venían vehículos de frente. 

Cuando llegamos corriendo al coche los mayores acusaban: "Fue César, fue César que pasó para delante y movió el volante" Mi sombra,  madre de los cuatro,   apenas podía respirar. Ese día comencé a creer en "Los Milagros de la Vida" y por supuesto, desistí de hacerme la "ligadura de trompas". El freno de mano y la primera habían quedado sin pulsar. 


Jamás olvidaré esta negligencia: "Se dará tiempo al tiempo, que suele dar dulce salida a muchas amargas dificultades" de Miguel de Cervantes.




martes, 16 de abril de 2013

¡Cuervos cría!






 Su única hija era para ellos su vida, todo les parecía poco para su niña que ya había cumplido la mayoría de edad. Cuando sacó su título de licenciada se sintieron felices de haber contribuido a su éxito en los estudios a los que ellos no llegaron.

 Se enamoró de un extranjero maltratador. Los disgustos comenzaron. Aún así tuvo un hijo con él. Ahí empezó lo más triste. Los mayores sin nietos no imaginan lo que suponen éstos para los abuel@s, con razón se dice que éstos son dos veces padres. 

Estos abuelos cuando por fin su hija logró separarse del padre de su nieto, se volcaron en el niño. En el camino quedaron juicios, lágrimas y dinero, mucho dinero y más lágrimas. Cuidaron de su hija y de la educación de su nieto que ya adolescente se trasladó con su madre a otro lugar al que los abuelos iban de vez en cuando. ¡Nunca comunicaban a nadie su viaje para que la seguridad de su hija y la de su nieto no se viera amenazada! 

Su hija comenzó una nueva relación y fue perdiendo en la distancia la que tenía con sus padres. La abuela, de siempre con una salud delicada, tuvo que ser recluida en una Residencia. Allí, la anciana sólo sueña con la visita de su hija y su nieto que nunca llega. El abuelo comenta: ¡Si al menos viniera mi nieto!

La cuenta de ahorro de la abuela, en la que compartía titularidad con su hija,  ha pasado a manos de ésta que la maneja a su antojo. El nieto sueña con abrazar a sus abuelos. A pesar de ello la madre no facilita a su hijo los medios para realizar la visita deseada, sacando a colación los gastos y la crisis.

Así transcurren los días en soledad para el abuelo y en añoranza para la abuela. Ellos, que criaron y protegieron a su nieto como a un hijo. Ellos, que siempre apoyaron a su hija en los momentos difíciles.

La anciana no quita sus ojos de las puertas de la Residencia esperando que por alguna de ellas aparezcan su hija y su querido nieto.


La "crisis" no puede ser culpable de nuestros errores:  "La vejez no es triste porque cesen nuestras alegrías, sino porque terminan nuestras esperanzas" de Johann Paul Friedrich Richter.




viernes, 12 de abril de 2013

"Colorao"





El chico le preguntó a su madre mientras ésta se ponía sus medias negras:

_¿Mamá, que son esas manchas blancas que tienes en las piernas?

_Pues ya ves, un recuerdo de Colorao. ¿Quién es Colorao? Preguntó el muchacho.

 Te cuento: Yo tendría como tú, unos diez años. Mis abuelos vivían en el pueblo y pasábamos allí el verano mis primos y yo. Los abuelos tenían vacas, caballos, terneros, gallos, gallinas, patos, conejos, perros, gatos... 

_ ¿Tus abuelos tenían un zoo? No, contestó la madre riendo, pero casi.

Un día mientras el abuelo sacaba el "vicio" (así llamaban allí al abono, a la caca de las vacas) nos pidió a un primo y a mí que le diéramos de comer a los terneros, eso nos gustaba. Salió el abuelo con la carretilla a tope de "vicio" y nada más salir él, entró Colorao. Un gallo muy peleón que tenia unas preciosas  plumas rojas por todo el cuerpo, por eso le llamábamos así. La abuela no quería que nos acercáramos a él porque se tiraba y ella decía que cualquier día el gallo nos iba a sacar un ojo. 

Ese día, nada más salir el abuelo con su carretilla, entró Colorao y fijó sus ojos en nosotros. Primero se tiró a mi primo, luego a mí. Subimos los dos para los pesebres, los comederos de los terneros y el gallo saltando alcanzaba nuestras piernas que molía a picotazos. Mi primo y yo abrazados, muertos de miedo, ocultábamos las caras temblando a cada picotazo. Si no llega a entrar el abuelo no sé lo que habría pasado. ¡Ya teníamos sangre en las piernas! El abuelo cogió una estaca y del primer golpe tumbó a Colorado. La abuela lo guisó y nos lo comimos. Por eso tengo estas pequeñas cicatrices, de los picotazos del gallo Colorao. La mayoría son buenos pero cuando sale uno malo hay que tenerle mucho respeto.


 Luego el abuelo, las madres, los tíos, los primos mayores... miraban nuestras piernas llenas de sangre y todos nos decían que nos habían avisado, pero sólo la abuela nos había dicho que nos alejáramos de Colorao: "Cuando el carro se haya roto muchos os dirán por dónde no se debía pasar" Proverbio hindú.



martes, 9 de abril de 2013

Suicidio "frustrado"






 Desahucios y suicidios, que siempre los ha habido, no tienen por qué ir de la mano aunque a veces sea la gota que colme el vaso.

 Mi sombra tendría diez o doce años. Cada año iba a la fiesta de Veguellina de Órbigo y a la de La Estación por El Carmen. 

Cada año lo veía. Cada año me impresionaba y cada año pensaba lo mismo pero nunca me atreví a decirlo en voz alta. Sobre todo al cruzar las vías del tren en la Estación. Por mucha gente que hubiera alrededor yo no podía apartar los ojos de aquella tabla con ruedas sobre la que iba un hombre que no tenía piernas. Sus remos eran sus manos y así se deslizaba por entre la gente a ras de suelo con su cuerpo menudo y sus muñones al aire.

 Mis primas, de las que era invitada, me contaron que aquel hombre estaba sin piernas porque se había tirado al tren. ¡Así a bocajarro! Cuando me lo dijeron  ya no supe que me impresionó más, si verlo, o escuchar que se había tirado al tren. Mi imaginación adolescente veía sus piernas lanzadas a distancia entre las vías y la otra parte de su cuerpo al otro lado ensangrentada. 

Para mí ver pasar el tren era una gozada y jamás había pensado que nadie tuviera valor para lanzarse bajo la gigantesca oruga de hierro que pasaba a veces como un relámpago, atronando el silencio. ¡Por muy largo que fuera el tren, siempre nos parecía corto! Nuestros púberes cuerpos le salían a esperar en cuanto se bajaba la barrera. Posábamos nuestros ojos en él y viajábamos con la mirada a su lado hasta que lo perdíamos de vista. Y la frase nunca dicha me venía a la mente: "Pues para quedar sin piernas, mejor tirarse otra vez y acabar de una vez porque así...". 

Hoy desde la lejanía del tiempo, comprendo mejor que se hubiera arrepentido de su decisión y prefiriera vivir deslizándose por el suelo a no vivir. Aún así pienso: ¡Cómo puede cambiar nuestraa vida en un segundo de locura! 

¿Qué puede llevar a una persona a cambiar el presente de su vida por un futuro semejante?



Y sin embargo... todas las vidas son, eso,  vidas:"A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas" de Marcel Proust. 




jueves, 4 de abril de 2013

"Mis Célebres favoritas"

                                                                                                                                                                 



                                              
                                                                                                           
                          
Algunas de mis frases preferidas vienen hoy como anillo al dedo a los tiempos que nos toca vivir.

¿Cómo podemos confiar en la justicia ante la corrupción de los grandes?: Urdangarín, Bárcenas, ERES... se alargan en el tiempo, prescriben, se indultan... Preocúpate de los pequeños "cacos" que van a la cárcel por una "papelina". Pues: "Las leyes son telarañas a través de las cuales pasan las moscas grandes y donde se quedan las pequeñas. de Honoré de Balzac.

Es preocupante que la justicia tarde seis, ocho, diez... años en juzgar un caso. Cuando llega, a veces las condenas, empeoran la situación metiendo en la cárcel a personas que ya se habían regenerado. Pues: " Si la justicia parece venganza, ¿Cómo ha de impedirse que los hombres crean alguna vez que la venganza puede ser justicia?" de D. Jacinto Benavente.

Que se preocupen los gobiernos: por los desahuciados, estafados, parados... Pues: "Los naúfragos no eligen puerto" de D. Jacinto Benavente.

¡Qué decir de las grandes fortunas de políticos, obispos, y monarquías! Pues que: "Cuando se trata de dinero todos son de la misma religión" de Voltaire.

Que un loco líder coreano adorado como hace siglos un faraón, quiera iniciar una guerra, debe hacernos pensar no en amenazas sino en diálogos y en pactos. Que: "Una paz injusta se debe preferir a una guerra justa" de Samuel Buther.

¡Qué decir de las nacionalidades con sus falsa Historia inventada y su ansia de independencia! Que: "La Historia Universal es la historia de un sólo hombre" de Jorge Luis Borges. 

Y toda esta lucha por el poder y el dinero, para qué: "Creo que la Humanidad se divide básicamente en dos clases de personas: Las que saben que van a morir y las que prefieren no saberlo" de Arturo Pérez Reverte.



martes, 2 de abril de 2013

¡¡Pastillas en la "torca"!!


                              



 En mi pueblo llamamos "torca" a las brechas más o menos grandes que el agua hace en las laderas del monte al bajar cuando llueve torrencialmente y que más tarde va desmoronándose poco a poco dejando pendientes sin vegetación. 

Cerca de nuestra casa, en el pueblo, termina una "torca". Casi siempre está seca pues el agua al estar en pendiente no se acumula aunque llueva. y más de uno y más de dos arrojan basuras en ella: cascotes de obra, botellas, pintura... 

Aquel día los cinco niños, primos entre sí con edades comprendidas entre los siete y los cuatro años, jugaban cerca de la "torca" en el Camino de Estébanez. 

Uno de ellos, no sabemos cuál, descubrió entre los cascotes unas pastillas de colores. Alertó a los demás que se acercaron y comenzaron a coger lo que ellos pensaron que eran golosinas. Fue Ramiro, el mayor, quien se encargó de repartirlas y así "como el que reparte y bien reparte para él deja la mejor parte" él se quedó con más grageas de colores. Las fueron ingiriendo y siguieron jugando hasta que las madres les llamaron para darles la merienda. 

Notaron a los niños raros. Aapenas quisieron merendar. Decidieron adelantar la cena y acostarlos pronto. Cuando estaban poniendo el pijama a Toñín, éste se desmayó entre los brazos de su madre. Los otros cuatro comenzaron a sentirse mal y a tener mucho sueño Preguntaron al mayor, pálido y a punto de marearse, qué habían tomado y contó lo de las pastillitas de colores.

 Inmediatamente trasladaron a los niños al hospital. El mayor, estuvo más para allá que para acá. Toñín decía: "Ya no volveré a comer más pastillas". Los cinco salieron bien del trance que pudo haber sido muy grave. 

Lo peor fue que no podían decir en el hospital qué clase de medicamento habían tomado porque nunca lo supieron. ¡Qué negligencia, tirar grageas de colores en cualquier lugar, cuando todo medicamento caducado, se puede depositar en la farmacia más cercana!


Esta vez hubo suerte:  "El deber es algo que se exige a los demás" de Alejandro Dumas.