viernes, 12 de abril de 2013

"Colorao"





El chico le preguntó a su madre mientras ésta se ponía sus medias negras:

_¿Mamá, que son esas manchas blancas que tienes en las piernas?

_Pues ya ves, un recuerdo de Colorao. ¿Quién es Colorao? Preguntó el muchacho.

 Te cuento: Yo tendría como tú, unos diez años. Mis abuelos vivían en el pueblo y pasábamos allí el verano mis primos y yo. Los abuelos tenían vacas, caballos, terneros, gallos, gallinas, patos, conejos, perros, gatos... 

_ ¿Tus abuelos tenían un zoo? No, contestó la madre riendo, pero casi.

Un día mientras el abuelo sacaba el "vicio" (así llamaban allí al abono, a la caca de las vacas) nos pidió a un primo y a mí que le diéramos de comer a los terneros, eso nos gustaba. Salió el abuelo con la carretilla a tope de "vicio" y nada más salir él, entró Colorao. Un gallo muy peleón que tenia unas preciosas  plumas rojas por todo el cuerpo, por eso le llamábamos así. La abuela no quería que nos acercáramos a él porque se tiraba y ella decía que cualquier día el gallo nos iba a sacar un ojo. 

Ese día, nada más salir el abuelo con su carretilla, entró Colorao y fijó sus ojos en nosotros. Primero se tiró a mi primo, luego a mí. Subimos los dos para los pesebres, los comederos de los terneros y el gallo saltando alcanzaba nuestras piernas que molía a picotazos. Mi primo y yo abrazados, muertos de miedo, ocultábamos las caras temblando a cada picotazo. Si no llega a entrar el abuelo no sé lo que habría pasado. ¡Ya teníamos sangre en las piernas! El abuelo cogió una estaca y del primer golpe tumbó a Colorado. La abuela lo guisó y nos lo comimos. Por eso tengo estas pequeñas cicatrices, de los picotazos del gallo Colorao. La mayoría son buenos pero cuando sale uno malo hay que tenerle mucho respeto.


 Luego el abuelo, las madres, los tíos, los primos mayores... miraban nuestras piernas llenas de sangre y todos nos decían que nos habían avisado, pero sólo la abuela nos había dicho que nos alejáramos de Colorao: "Cuando el carro se haya roto muchos os dirán por dónde no se debía pasar" Proverbio hindú.



3 comentarios:

  1. Sí, también teníamos un gallo que asustaba a los hijos cuando les iban a dar de comer a las gallinas. Se llamaba Andy. Me gusta el nombre Colorao mejor. Y la historia, buenísima!
    Besos

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  2. También recuerdo algún gallo de los que se tiraba, en casa de mi abuela. Aunque nunca llegó a tanto como a hacer sangre. Tampoco recuerdo que tuvieran nombre pero no lo aseguro.
    Saludos.

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  3. Gracias, Frecked, de vez en cuando salía uno malo. Un abrazo.

    Nombre no solían tener, Enrique, pero la abuela decía: ¡Cuidado con el Colorao! y así se quedó. Saludos.

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