lunes, 30 de marzo de 2015

La Pasión de "manola"


 
                                

   Aquí me tienes Virgen de los Dolores con el corazón agarrotado y entristecido. Voy vestida de "manola". Toda de negro como manda la tradición. Negro vestido, negras medias con costura, negros zapatos de tacón medio. En mis manos guantes negros y un rosario de plata regalo suyo. Sí, regalo suyo, cuando aún no me había convertido en esa pared que para todos sus golpes, sus insultos y sus celos. Sobre mi cabeza lo más importante según la tradición: peineta y mantilla negras.

Camino junto a tu "paso" Madre Dolorosa. Mi luto y mi dolor no es sólo externo. Negros y tristes nubarrones aprisionan mi alma. El negro de mi traje, oculta los moratones de mi cuerpo. Pienso, sobre mis inseguros pasos, en el regreso a casa. 

Él, mi pareja, también de negro, procesiona de nazareno con una cruz de madera en su mano y otra amarga cruz invisible en su corazón. Al menos mientras dure la procesión, permanecerá sobrio. Luego se irá a "matar judíos" como repite siempre en estos días. Para su mal todos los días son Semana Santa. 

Regresará con la mente nublada y una nueva paliza, sin motivo, recibirá mi maltratado cuerpo. ¿Para qué sirvió la recomendación que me hicieron en la librería con el título de: "Alcoholismo: del uso al abuso"? Sólo para encolerizarlo más. Con los niños delante, tuve que oír sus gritos, amenazas y portazos. Virgen de la Soledad no permitas que este calvario continúe. Te suplico que pongas remedio a su enfermedad. Le amo a pesar de todo. Que me escuche, que tome conciencia de su falta de salud y busque curación.

 ¡Madre! Aquí estoy, cumpliendo mi promesa. Tú te quedaste sin hijo. No permitas que los míos se queden sin su madre. Mi vida corre peligro, temo perderla en cualquier momento por alguno de sus fuertes y certeros golpes. Por todo este sufrimiento, pongo mi vida en tus manos bajo tu amparo y protección.  


Mujer, pide ayuda, no escondas tu penitencia: "El hombre ese ser tan débil, ha recibido de la Naturaleza dos cosas que deberían hacer de él el más fuerte de los animales; la razón y la sociabilidad" de Lucio Anneo Séneca.



jueves, 26 de marzo de 2015

Domingo "Tortillero"





El pasado domingo, anterior al Domingo de Ramos se ha celebrado el "Domingo Tortillero". En nuestros pueblos siguiendo la tradición se celebra, si el tiempo lo permite, saliendo a merendar al campo. 

El Domingo Tortillero ya lo celebraban nuestros ancestros. Unos llevaban un trozo de chorizo y una tortilla, otros frihuelas o frisuelos, tortilla y turrón hecho en casa. ¡Lo  que no podía faltar era la "tortilla"! También es muy importante la compañía: la familia, los amigo/as, los vecino/as...

Antiguamente a veces cuando las mozas llevaban la tortilla, los mozos corrían tras ellas jugando a quitársela. El Domingo Tortillero también se le llama domingo de San Lázaro porque es el domingo en el que en misa se lee en el Evangelio "La Resurrección de Lázaro" pero como lo que nunca faltaba en la merienda era la tortilla se quedó para todos con el nombre de "Domingo Tortillero" 

Los lugares del campo a los que se va a merendar suelen ser lugares con nombre propio:  "Las Eras", "La Fuente Corrales", "Las Encinas"...  Hace muchos años, una vez que se comía la merienda, se formaban grupos y se hacía baile de tamboril o con pandereta, pitos y castañuelas. Ahora lo niños después de merendar juegan al balón, al manro, al escondite... 

Los chicos y chicas jóvenes de los pueblos en la actualidad suelen celebrar este domingo sin "tortilla". Matan un cabrito y se lo comen todos juntos en los lugares nombrados o en alguna cocina grande si hace mal tiempo. 


A seguir la tradición con entusiasmo: "Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma" de Albert Schweitzer.



martes, 24 de marzo de 2015

¡¡Qué jeta!!


 


¡Vaya morro! Lo cuento: 

Un repartidor vino a nuestra casa y entregó un paquete a mi marido. Aclararé que es habitual que nos entreguen paquetes de nuestros jóvenes vecinos que son visitadores médicos y nos han pedido por favor que le recojamos sus paquetes pues ellos por su trabajo no suelen estar en casa. Así que mi esposo recogió el paquete y firmó. 

Nada más irse el repartidor, mi esposo, miró la dirección y vio que no era para nuestros vecinos como pensó sino para otro número 22 en una calle cercana. De buena fe, mi pareja se dirigió a ése número. Tocó el timbre, ladró un perro y abrió la puerta una mujer de unos 40 años. Llevaba un pijama rosa con un corazón azul en el pecho, zapatillas en chancleta y el pelo desaliñado, le entregó el paquete después de explicarle el error suyo y del repartidor. La mujer cogió el paquete y le dijo:

 _¡Ah, sí!, seguro que será el móvil que encargó mi hijo. Pues gracias. De nada, contestó mi hombre. Regresó a casa y me lo contó. 

Al cabo de dos días llegó de nuevo a nuestra puerta el mismo repartidor y le contó a mi sombra, pues mi pareja no estaba, la confusión que había tenido. Mi sombra le explicó que ya estaba todo arreglado que mi consorte lo había entregado en la dirección correcta. 

Pasaron ocho días y de nuevo el repartidor se presentó en casa para decirme que no paraban de insistir en el Corte inglés que les enviaran el pedido. Yo le volví a decir que estaba entregado, pero que en ése momento mi cónyuge no estaba en la vivienda, que sobre las seis llegaría y no tendría inconveniente en acompañarle hacia el número 22. El señor no volvió y mi sombra pensó que ya estaba todo arreglado.

Pasaron unos días y volvió el repartidor. Esta vez estaba mi marido y le acompañó a la casa. Por el camino le explicó que tenían un perro, que le había comentado la mujer que sería el móvil que había encargado su hijo... Nada más llegar ante el adosado oyeron ladrar al perro. Abrió la puerta la misma señora con las mismas pintas: mismo pijama, mismas zapatillas y mismo desaliño en el pelo. 

_Mire aquí viene conmigo _explicó el repartidor_ el señor que me ha dicho que le entregó el paquete. La señora lo negó y dijo que se lo habría entregado a su madre que ahora no estaba que pasaba unos días en...

 _No señora _la interrumpió mi esposo_ se lo entregué a usted que me dijo que sería un móvil para su hijo ¿cómo iba a saber yo lo que contenía el paquete si usted no me lo hubiera dicho?

Pues ni por esas, siguió negándolo añadiendo que ella no tenía hijos. Total el repartidor y mi pareja se fueron sin conseguir que admitiera que había recibido el paquete. El repartidor le dijo a mi esposo que no se preocupara, que estaba todo claro, que no iban a poder utilizar ése teléfono, que por mucho que la mujer lo negara él sabía que mentía y desde luego no estaba ella sola en el ajo. ¡Vaya cara! 

Mi sombra alucinó. Menos mal que con los medios que hay hoy un teléfono se rastrea y se sabe muy bien quien lo utiliza. De lo contrario o el repartidor o nosotros cargaríamos con la culpa. 


Pero...! Habrá desfachatez mayor!: "Se puede confiara en las malas personas, no cambian jamás" de Brandi Carlile.



jueves, 19 de marzo de 2015

Elniñosinsonrisa





Elniñosinsonrisa tiene ocho años y trabaja en el vertedero. Pasa muchas horas tirando de plásticos para desenterrar algo valioso o escarbando con el gancho en busca de objetos importantes como: alguna cadena pesada de hierro, algún rollo de alambre, alguna punta grande, algún gancho, una bonita libreta, una vieja cartera roja... ¡A Elniñosinsonrisa le encanta el rojo!

Elniñosinsonrisa mira de reojo a Chicogrande que no muy lejos de él también escarba. Chicogrande de vez en cuando le mira, nota sus ojos sobre su espalda. Elniñosinsonrisa le tiene miedo. Si encuentra algo que parece pesar, Chicogrande se acerca y sin mediar una palabra, se lo quita de un manotazo. Elniñosinsonrisa no llora, sigue buscando. Cansado, se sienta en una enorme rueda de caucho y desde su asiento ve marchar a Chicogrande con su saco gris con enormes letras rojas lleno a la espalda. A Elniñosinsonrisa le gustaría tener un saco como el de Chicogrande con grandes letras rojas.

Elniñosinsonrisa sigue buscando contento. Ya nadie le quitará lo bueno que encuentre. Después de un tiempo: sucio, sudoroso y cansado Elniñosinsonrisa sale del vertedero y se sienta en un montón de estiércol. A su lado descansa la bolsa negra medio llena y el gancho de escarbar. Desde allí contempla el vertedero y se queda ensimismado. ¡Le parece hermoso!

 Desde donde está, observa a los otros niños y niñas. Sus ojos se posan en Niñapequeña que también trabaja allí. Algo brilla en sus manitas. Elniñosinsonrisa supone que Niñapequeña ha encontrado algo bonito. Rápidamente se pone en pie, va corriendo hacia ella y sin decir ni pío de un manotazo le quitó el objeto. Niñapequeña no llora, sigue buscando. 

Elniñosinsonrisa regresa al estiércol y observa el objeto. Es un pequeño tesoro de forma circular. Tiene el borde y una cara de metal dorado lleno de filigranas, con dos agujeros que en algún tiempo sujetaron algo. Por la otra cara es un  espejo rajado en diagonal que limpia con sus sucias manos. Lo huele, en aquel lugar  nauseabundo aquel objeto aún conserva un olor que a Elniñosinsonrisa le parece agradable. Se mira en él, ve su cara tiznada, sus ojos oscuros, pasa una mano por la boca, la abre, contempla sus blancos dientes y... SONRÍE, sonríe, sonríe, sonríe... 


No lo dudes: "Los niños lo comprenden todo, más que nosotros y no olvidan nada" de Miguel de Unamuno.



martes, 17 de marzo de 2015

Longevidad





 A veces se apoya en su "cacha" otras va sin su bastón de apoyo. Hoy entra en la peluquería con su carrito de la compra donde mi sombra se encuentra. 

Se mueve con agilidad dentro de lo que cabe, pide que le tiñan el pelo, se lo corten, la peinen y le arreglen las uñas tanto de las manos como de los pies. Luego comienza a hablar como si tuviera necesidad de hacerlo:

 _Aquí donde me ven tengo cien años recién cumplidos, vivo sola y me apaño. 

Quedamos las clientas y mi sombra anonadadas. Sí, su cara tenía muchas arrugas se la podía situar entre los 70 y los 80 años, pero la soltura de sus movimientos no los aparentaba. Alguna de las clientas se lo comunicó: 

_Está mejor que mi abuelo que tiene 82 años. 

Ella orgullosa y ufana se explayó: 

_Tuve un gran bajón cuando enterré a mi hijo, pero ya me he repuesto, desde que le pedí perdón por no haberme muerto yo antes que él sé que allá me espera y la muerte me da menos miedo sabiendo que él me abrazará cuando llegue. Pero mis amigas de las cartas me ayudaron a salir del pozo. 

_¿Pero aún juega a las cartas? Le preguntó una mujer.

_Sí, hija sí, pero no donde jugaba antes, aquí en el barrio. Aquí hay un malcarado que si me confundía con una carta en seguida me decía que estaba perdiendo la cabeza y eso, a mi edad, es lo que más daño me hace. Ahora cojo el autobús y me voy a jugar al centro con un par de amigas bastante más jóvenes que yo pero con las que me encuentro muy bien pasando casi todas las tardes. 


Quedamos mudas: "Son pocos los que saben ser viejos" de François duque de La Rochefoucauld.



jueves, 12 de marzo de 2015

¡Personas tóxicas!





 No todos los tóxicos de nuestro tiempo vienen del medio ambiente. Algunos vienen de los humanos: de nuestros vecinos, de nuestros amigos, de nuestros familiares e incluso de personas no conocidas que intoxican a través de la Red o la TV. 

En mi opinión, hasta la salud de quien las sufre se puede resentir si no se es suficientemente fuerte y seguro/a interiormente. Las tóxicas son personas que ponen de los nervios, te sacan o intentan sacarte de quicio, irritan, machacan y hasta pueden hacernos caer en una depresión. 

Son seres envidiosos y celosos que sólo esperan una oportunidad para humillar al otro/a en cualquier parte o lugar. Está esa mujer o ese hombre que minusvalora e insulta faltando al respeto continuamente a su pareja: ¡Vete a la mierda!, ¡vete a tomar "pol" culo!, ¡calla que tú no tienes ni idea!... y lo hace delante de otras personas para que la humillación sea mayor. 

Recuerdo a una persona que cuando le comenté que escribía este blog soltó: "Todos los que escriben en Internet, no tienen ni idea de escribir". Esa pareja joven dispuesta a salir. Alguien le dice a ella: ¡qué guapa vas! y su pareja rechifla: ¡Pero sí va pintada como una puerta! 

Mi sombra ha presenciado a uno de 35 años decirle a su pareja de 39 con cara de asco: ¡Ya eres una vieja! O el manipulador que un día está bien y al otro desgasta a su pareja con comentarios como: ¡No sé para qué estudias ahora si ya no te va a valer para nada! Su pareja tiene varios títulos universitarios ¿Será que él no los tiene y eso es lo que le jode? 

Hay hombres que culpabilizan de todo a su pareja hasta de haber tenido hijos: "Si no hubiéramos tenido hijos, si no hubiéramos tenido hijos, si no hubieran nacido éstos ..." y al día siguiente se hacen los padrazos delante de los demás. 

A las personas tóxicas no conviene escucharlas cuando humillan. Lo mejor es hacer como si lleváramos tapones en los oídos. De lo contrario te desgastan, te ponen de mal café y te quitan energía. 


Ya lo dijo Cervantes en boca de D. Quijote: ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo: pero el de la envidia no nos trae sino disgustos, rencores y rabias" 



martes, 10 de marzo de 2015

My "twitter" (22)




Lunes 2 de marzo:
Dicho en peligro de extinción: A ti, da lo mismo decirte "so" que "arre. Se dice cuando alguien es muy testarudo/a y no da su brazo a torcer como antes se les decía a los burros que suelen ser muy turriones.

Martes 3 de marzo:
Conduciendo le dio un coche por detrás. Dolor de espalda, cervicales, reposo... Más de seis meses de baja. Lo lamentamos y comentó: No, no, si me vino Dios a ver estaba agotada ya no podía más con el curso. 

Miércoles 4 de marzo:
Si tanta información tenemos, cómo es posible que un niño de 5º de Primaria te pregunte: ¿Y los hombres cómo se quedan "embarazaos"? Si tanto les abrimos los ojos, ¿cómo es posible que una niña de 12 años, con aspecto te niña de diez años se haya quedado embarazada?

Jueves 5 de marzo:
En Ankara guardó el sujetador con el dinero bajo la almohada. Al día siguiente cuando llegaron a Estambúl, lloros, se le había olvidado allí. Ell guía llamó rápido. !Qué suerte, aún no habían hecho la habitación!

Viernes 6 de marzo:
Visitaban la cueva de San Genadio en el Bierzo y había que pedir dos deseos, Héctor de cinco años pidió: que los "superhéroes" existieran de verdad y tener un día más de vacaciones. Feliz porque lo segundo se le cumplió, lo primero...

Sábado 7 de marzo:
Mi vecino es bombero y tiene cuatro coches. En su cochera del adosado no hay placa de vado alguno, pero él ocupa su plaza y otras tres más a diario hasta el punto que dificulta la salida de otros usuarios de sus cocheras. ¡Qué morro!

Domingo 8 de marzo:
Trabaja en el peaje de una autopista, alguna vez pasó miedo, pero los camioneros además de ser amables con ella, le regalaron flores, bombones y hasta "donuts" ¡Le encanta su trabajo! 


En la mayoría de los casos:"El  que está presente en una cosa ve más que el que está ausente" de Abd Allah, rey de Granada.


jueves, 5 de marzo de 2015

De "Practicante"


  


De Practicante: Para la RAE no existe practicanta con el sentido de practicante.

Mi madre, Isabelita, mujer trabajadora sin sueldo, fue siempre la practicanta del pueblo cuando no había ningún Practicante con título, destinado al lugar. Tampoco había geringuillas desechables ni agujas desechables, ella ponía su propio material. Sin embargo, se ponían muchas más inyecciones que actualmente, siempre recetadas por el médico de familia, Don Abundio, que vivía en Villares y siempre le decía a los enfermos que fueran a Isabel, a quien él apreciaba mucho, a ponerse las inyecciones. 

En nuestra casa raro era el día que no había una mamá con su bebé, un adulto o un mayor  para que mi madre le pusiera una inyección. Parece que la estoy viendo: 

Lo primero era lavarse muy bien las manos con agua y jabón. Luego tenía una cajita-estuche de metal dorado, con las esquinas redondeadas. Dentro de ella una especie de "trébede" la geringuilla y varias agujas. Abría la cajita, echaba alcohol en la tapa con un trocito de algodón prendía el alcohol y colocaba sobre el trébede la caja con agua y los demás utensilios en su interior.Durante un tiempo prudencial lo dejaba hervir. Luego sacaba la geringuilla la llenaba con el líquido del medicamento una vez diluído si era en polvo y se dirigía al enfermo/a con la geringa y la aguja en una mano y un algodón impregnado en alcohol en la otra. 

Primero desinfectaba la zona ya fuera en el brazo o en el glúteo con el algodón impregnado. Luego daba un golpecito de distracción, sobre todo para los niños. Clavaba la aguja y a continuación succionaba con el émbolo por si había pinchado en una vena, si no salía sangre, nunca vi que saliera, empujaba el líquido con el émbolo delicadamente. Así ponía las inyecciones mi madre y jamás tuvo un problema. 

Nunca vi cómo las ponía Don Néstor, el practicante. Sólo sé que nada más llegar al pueblo fue a hablar con mi madre para que dejara de poner inyecciones, de lo contrario la denunciaría porque sin un título ella no podía hacer aquel trabajo. Aun así nunca se negó mi madre, cuando un vecino/a venía a que por favor le inyectara, sólo les pedía que no se enterara D. Néstor..

 Lo curioso fue cuando Don Néstor llegó al poco tiempo a nuestra casa para pedirle a mi madre que le pusiera las inyecciones que había que poner a horas intespectivas. Más tarde le pidió que le sustituyera en sus vacaciones. Tampoco se negó Isabelita y varias veces subió en plena noche al barrio de arriba, a Valdeiglesias a poner una inyección a más de un enfermo/a que no podia levantarse. 

Jamás cobró un duro por su trabajo. Pero siempre recibió el agradecimiento de los vecinos/as que un día sí y otro también le traían ahora un cesto de garbanzos, luego uno de habas, más tarde una cesta de fruta... y.. ¡cómo no! también recibía siempre las gracias de Don Néstor. Mi madre y él llegaron a tenerse un gran cariño.


 La experiencia es un grado: "Quien pretende erigirse como juez en el terreno de la verdad y del conocimiento, naufragará bajo las risas de los dioses" de Einstein.



martes, 3 de marzo de 2015

¡Una navaja!





 Mi sombra trabajaba en Los Barrios de Nistoso. La primavera ya estaba muy avanzada.

 Mi hijo Raúl, aún no había cumplido los cuatro años. Jugaba junto a mi sombra a la puerta de la escuela. Pasó nuestra vecina, la señora Lídia y se paró a saludarnos. El pequeño curioso le preguntó dónde iba y ella le dijo que a por unas berzas. 

La señora Lídia siguió su camino. No mucho más tarde la vi regresar a través de los cristales de la ventana con dos repollos que sujetaba bajo un  brazo. En la otra mano no supe lo que llevaba hasta que unos minutos más tarde mi hijo entró corriendo muy alborozado a enseñarme lo que le había regalado la señora, el mejor juguete para él por la cara que ponía. ¡Una navaja! Estupefacta contemplé en las manos del niño una vieja navaja con el mango de madera, no muy afilada pero que abierta medía unos 20 cm. 

El niño salió corriendo igual que había entrado a por un palo. Yo detrás de él pensando en la pataleta del pequeño si se la quitaba ahora. Seguro que sus gritos los oiría la señora Lídia desde su casa. El niño se pasó parte del mediodía y la tarde sin soltar la navaja pelando palos, cortando tallos, agujereando hojas... Mis ojos de sombra sin apartarse de sus manos y de la navaja. 

Llegada la noche lo acosté y por fin soltó la navaja, para jugar mañana me dijo... 

Cogí la navaja como si fuera un tesoro al que tuviera que meter en una caja fuerte. La metí en la parte de atrás de un enorme cajón de una gran mesa de madera que había en la cocina. 

Por la mañana nada más levantarse, el pequeño, preguntó por la navaja. Le dije que la había dejado al lado del fregadero. Empezó a buscar la navaja. Yo le ayudaba en su búsqueda tranquilizándolo y diciéndole que ya aparecería. Jugando con otros niños se lo contaba y se olvidaba de la navaja. Pero era llegar a la cocina volvía a acordarse de ella. Creo que la famosa navaja aún permanecerá en el cajón de la vieja mesa, de la bonita escuela de aquel precioso pueblo.


Hoy mi hijo ha cumplido cuatro décadas y aún se acuerda de la navaja que le regaló la señora Lídia. Mi precaución de aquel día también: "Los años nos enseñan muchas cosas que los días no saben nunca" de Waldo Ralph Emerson.