En mi pueblo los caminos de concentración están bastante bien, aunque había charcos. Llegué a la viña sin problemas y en vez de ir a dar la vuelta al siguiente cruce de caminos, decidí hacerlo luego a la entrada de la finca.
Entrar entré pero lo de salir se puso difícil y eso que sólo asomé el morro del coche. Cuando metí la marcha atrás empezaron a patinar las dos ruedas del lado de la conductora, en este caso. Bajé y calcé la ruedas de atrás para que el coche no fuera hacia adelante y en la rueda delantera coloqué como pude dos bolsas grandes de supermercado de rejilla que encontré en el maletero.
Subo de nuevo, meto la marcha y acelero, que si quieres arroz Catalina, rugía como un león y esparcía el barro como si fuera abono. Nada. De nuevo bajé y de repente... me di un manotazo en la frente:¡Pero Mara, si el Montero tiene tracción a las cuatro ruedas, en qué estás pensando.
Bajé quité las piedras y las bolsas, subí, metí la marcha y el Mitsubishi salió como un bólido. Eso sí, tanto mi calzado como el coche eran puro gotelé marrón.
Hablando sola me dije como nos decían las abuelas: "Estáis a por uvas". Sólo que en este caso la expresión era verdadera tanto de forma literal como figurada.
Tuve suerte comenzó a llover cuando ya había cortado los racimos así que de camino de vuelta a León el coche quedó tan limpio, como si no hubiera pasado nada. O sea que mi sombra patinó de forma escandalosa.
No lo vais a creer, pero en 23 años que tiene mi carro, jamás había utilizado la marcha de la tracción a las cuatro ruedas. Siempre me había parecido que era una palanca de sobra que nunca iba a utilizar. Por una vez dije para mis adentros:¡Bendita marcha!
¡¡Seré cazurra!! Je, je .
¡Vaya metedura de pata! "El error es una planta resistente, florece en cualquier terreno" de Martín F. Tupper.