viernes, 23 de junio de 2017

“Tierra, fuego, vidrio, aire”


“Tierra, fuego, vidrio, aire”, así rige el título del cartel de fiestas de León según su autor Jorge Barrientos Villoria. ¡Me gusta!¡ ¡A punto de llegar la noche de San Juan!! Con San Juan, León en fiestas, con las fiestas: desfiles, verbenas, música, bailes, toros, tintos, tapas... y mucha alegría.

 También mucho calor pero ya se sabe por nuestra tierra: "Nueve meses de invierno y tres meses de infierno". Aunque el invierno ya no es lo que era. Mi sombra del calor nunca se queja y más por las fiestas que puedes caminar por algunas calles sin tráfico. ¡Una gozada! 

La nota negativa la pondrá "el botellón" a orillas del Bernesga con la hoguera dentro de los jóvenes que dejan el césped que bordea el río que parece que ha pasado el caballo de Atila. Es lo que más lamento de la noche de San Juan. 

Uno de los festejos más concurridos por grandes y pequeños son los fuegos artificiales de esta noche única. Luego la contemplación de la sencilla hoguera con deseos en silencio y por escrito, es  un tradicional y bonito espectáculo. Las llamas que esta noche mágica se elevarán por todos los rincones de España, espero que consuman todo lo negativo, para comenzar de nuevo con saludables energías positivas. 

Después del apogeo de las fiestas vendrán días relajados y otros más ajetreados pero distintos de la rutina del curso. Como soy maestra (eso imprime carácter) , je, je, sigo guiándome por  las vacaciones escolares. Por lo que desde Leonesando, les deseo a todos un feliz verano y espero estar de vuelta como cada año en Septiembre.

 ¡¡Feliz verano 2.017 a toda la familia bloguera que me sigue!! Megagracias.  


Queda dicho, el regreso, si nada lo impide, en Septiembre: "Si no tardas mucho, te espero toda la vida" de Oscar Wilde.




martes, 20 de junio de 2017

Viajando (7)


 Como mañana empieza el verano y el calor se adelantó, voy a seguir  hablando de viajes y esta vez de mis "meteduras de pata". 

Siempre se ha dicho: "Allá donde fueres, haz lo que vieres". pero a veces vamos por libre sin pensar donde estamos.

En mi primer viaje a Egipto en el año 2.001, nos alojábamos en una zona no muy turística. La primera mañana mientras esperábamos la visita del guía, mi marido y yo decidimos dar un paseo por la zona cercana al hotel. Yo llevaba un vestido de tirantes dejando mis hombros y parte de la espalda al descubierto. Nada más andar unos metros los hombres sentados a la puerta de pequeños negocios, mujeres no había, me miraban como si fuera una mujer de la calle, creo que tuve la suerte de ir con un hombre porque de lo contrario me hubieran abucheado seguro. Nos volvimos al hotel algo confundidos y el guía nos dijo que en algunas zonas estaba muy mal visto que una mujer llevara los hombros al descubierto. Sólo volví a poner ese vestido, para dar una vuelta por el Nilo en la zona más turística del Cairo donde ya no se llama la atención por la forma de vestir.

Otra metedura de pata mía fue decir una vez delante de Abdul, un guía muy tradicional, que el apellido primero debería de ser el de la madre pues del padre, a veces no, es muy seguro. Me miró con una mirada asesina ¡una mujer comentando semejante barbaridad! Suerte que ante el grupo no se atrevió a contradecirme. Para los hombres árabes el apellido paterno es prioritario ya que como pueden tener varias esposas así están seguros de que todos son sus hijos. Su árbol genealógico es importante mientras que el de la madre no cuenta para nada.

Por último uno de los días fuimos con un "falso guía" que se nos ofreció a llevarnos a un palacio donde se celebraba una boda egipcia por un módico precio.  Nos subimos con él en un desvencijado autobús de transporte público. Yo iba muy modosita con blusa blanca de media manga y pantalón largo ¡en julio! Nos sentamos con el "guia" atrás del todo porque el resto iba lleno. De repente se levantó una señora mayor toda vestida de negro y comenzó a señalarnos y a gritar. El guía no dijo ni mu, pero por los gritos y la expresión nos estaba diciendo que nosotros no debíamos viajara allí. Tuvimos suerte que el resto de viajeros no le siguieron la perorata. Nosotros no sabíamos donde meternos y el "guía" se notaba que también lo estaba pasando mal. El trayecto se nos hizo larguísimo. ¡Menos mal que no llevaba el vestido de marras porque nos hacen bajar del bus, seguro!


Aprendí mucho: "Un viaje es como un matrimonio: La manera correcta de equivocarte es pensar que lo controlas" de John Ernst Steinbeck.   



jueves, 15 de junio de 2017

Viajando (6)


Comienzan el calor, el sol, las vacaciones y para algunos afortunados, los viajes. Mi sombra ha estado dos veces en Egipto y no me importaría volver una tercera vez. ¡Me encanta El Cairo! único, maravilloso, sucio, ruidoso, caótico... pero allí, un anciano en medio del caos del tráfico, me ofreció un collar de olorosas flores de jazmín naturales y una mujer me hizo sitio a su lado en una mezquita con una sonrisa. ¡Aún  siento en mi interior la suavidad de su sonrisa y el perfume del jazmín!

Algunas experiencias no son tan gratas en los viajes. Hoy traigo a mi mente de sombra una pequeña anécdota que dejó un gran poso en mí. 

En una pequeña ciudad de Egipto, entramos en un restaurante en el que el grupo se disponía a cenar. Una de las viajeras, Alicia, se dirigió al servicio y mi sombra también la siguió. Sentí una punzada en el pecho cuando Alicia dijo: ¡Qué asco! Tenía razón aquello no merecía el nombre de servicio o aseo, pero a nuestro lado una mujer egipcia con su niña en brazos nos saludaba y nos daba papel de un rollo que llevaba. Al salir del aseo, un niño me echaba agua para lavarme las manos con una botella de plástico porque no había agua en el grifo del lavabo. Yo le di las gracias a la mujer y al niño la esperada propina. ¡Cómo podemos decir, qué asco, en una situación así! 

Le deseé al desaliñado niño y a la mujer suerte y salud. Tuve el presentimiento de que mi deseo tendría en el futuro mucho más valor que la exigua propina. 

 Alicia era argentina y su marido inglés, viajaban con su hijo Alex, de nueve años y decían a todas horas que le mostraban a su hijo estas vidas y estos niños para que Alex se diera cuenta de todo lo que tenía. La teoría que le trasmitían con sus palabras no coincidía con las expresión que hacían a menudo: "qué asco", "yo ahí no entro", "qué sucios van", "que mal huelen"...

Es más, lo que hacía este matrimonio con su hijo me parecía una tortura intelectual en toda regla. El niño escuchaba las explicaciones del guía en español. Su madre se las repetía en francés y en los traslados las mismas explicaciones se las daba el padre en inglés. A veces eran historias de los templos muy interesantes para los mayores pero para un niño de esa edad me parecían  demasiado largas como para oírlas dos veces más.

En uno de los desplazamientos en coche, el padre a través del guía, estaba intentando aprender los números del uno al veinte en árabe.  Mi sombra no se pudo contener y dije: ¡Alex, prepárate, mi niño, que esta noche te toca aprender los números en árabe". Espero que mis palabras le hicieran desistir a su padre de hacerlo, nunca lo sabré porque tampoco me atreví a preguntarlo.  


Viajando se disfruta y a veces se sufre con lo que se observa y escucha: "El verdadero viaje de descubrimiento no es buscar nuevas tierras, sino mirarlas con nuevos ojos" de Voltaire.



martes, 13 de junio de 2017

Las "Obligaciones"

 

 La chavala de unos diez años fue a casa de Rafaela a por una docena de huevos. La casa de Rafaela hacía rincón con otra. Parecía, mejor dicho, era la más cutre, la más pobre y la más sucia del barrio. Tenía a la calle unas grandes y viejas puertas de madera y por un lado unos ventanucos que daban a la bodega. Según entrabas en ella, el corral se abría en abanico y las cagadas de las gallinas abundaban por doquier, junto con paja, hierba y boñigas. 

La rapaza abrió una de las portonas y entró llamando a Rafaela que le contestó desde la bodega y le dijo que bajara. La criatura bajó por unos oscuros escalones de piedra. Sólo al llegar abajo la débil luz de una bombilla alumbraba la estancia de tierra, con muchos trastos y rebuscando entre ellos estaba su dueña. 

La muchacha dijo a Rafaela a qué venía y se quedó curioseando con su vista la gran cantidad de "telares" que allí había. Sus ojos se pararon en dos cestos de los que vendían y hacían las gitanas con dos tapas que se abrían hacia arriba, junto al asa. Uno de ellos supuso que como otras veces estaría repleto de huevos aunque sus tapas no dejaban ver su contenido. El otro tenía una tapa levantada y le llamó la atención lo que contenía, así que le dijo a la dueña. 

_ Rafaela, ahí en ese cesto tienes unos papeles escritos. 

_ Sí, hija sí, contestó Rafaela, son "obligaciones" de unos ladrones hija, que son unos ladrones.
La chica llegó a casa dándole vueltas a la palabra y le soltó a su madre:

 _ Mamá, ¿los ladrones tienen obligaciones? Su madre la miró sorprendida y le contestó:

 _ Las mismas que nosotros, no robar, sólo que no las cumplen. 

_ Es que _quedó un tanto pensativa_ Rafaela tenía en un cesto muchos papeles escritos muy limpios y me dijo que eran obligaciones de unos ladrones. Su madre sonriendo la sacó de dudas. 

_Esas obligaciones son de dinero que le han pedido a Rafaela y a su marido. Ellos, se lo prestaron a algunas personas y esas personas no se lo han devuelto como pone en los papeles que firmaron con la obligación de devolvérselo, por eso les llama ladrones porque se quedaron con el dinero de Rafaela y no se lo devolvieron. La verdad es que... vivir como viven teniendo dinero...

La niña quedó pensativa y dijo como para sí: Pues había muchos, muchos de esos papeles en el cesto. 


Aún habiendo intereses de por medio: “No des a nadie lo que te pida, sino lo que entiendas que necesita; y soporta luego la ingratitud” de Miguel de Unamuno.




jueves, 8 de junio de 2017

Más "manga ancha"


Los estudiantes de la ESO en estos días de exámenes estarán supercontentos o sea para tirar cohetes. El próximo Informe PISA tendrá en España unos resultados académicos de ¡puta madre! me permito la expresión y es que estoy de mal café. 

El Consejo de Ministros aprobó la semana pasada la posibilidad de pasar al Bachillerato sin aprobar; o sea con una nota inferior a 5 y hasta dos asignaturas suspensas. Así de fácil se aprueba suspendiendo. Me pregunto si hay una contradicción mayor. 

Todo el mundo aprecia que cada vez se exige menos a todos los niveles en educación y en vez de asumirlo y ser consecuentes los niveles en los estudios bajan, bajan y bajan. El otro día en un programa de parejas en TV, ambos mayores de 18 años, la chica preguntaba al chico que vivía en La Rioja dónde estaba eso, que nunca escuchó nombrar La Rioja. Ella era de Murcia. El chico concretó Logroño, nada, npi, La joven volvió a preguntar si Logroño estaba cerca de Barcelona. ¡Y... yo que dejé dos pretendientes por poner faltas de ortografía! Debo de estar volviéndome muy, muy antigua.

 Así no me extraña nada que a la vuelta de unos años muchos jóvenes al paso que vamos no sabrán hacer la O con un canuto. Hoy se montan graduaciones infantiles por todo lo alto en los coles imitando a EE. UU. y ya está. Graduación en infantil, graduación al término de Primaria, graduación en el Bachillerato... y así. Aquí todo vale. ¡Ancha es Castilla!

Disfrazándonos de listos, avanzamos. Si seguimos el camino más fácil, el estímulo en nuestros hijos y nietos será: ¡No pasa nada, paso de curso o sea avanzo! En estos Reinos de Taifas en los que hemos convertido España, situar nuestro lugar de nacimiento dentro de unos años tendrá derecho a Matrícula de Honor! ¿Para qué el esfuerzo si nadie lo exige y todo está en Google? Además ya piensan y hacen la gilipolítica (como dice Iñaki Gabilondo) por nosotros.


Luego presumimos de la juventud mejor preparada sin ponerlo en duda: «Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas» de Alber Einstein. 


martes, 6 de junio de 2017

Desamor

Obtenida de la Red.
La pareja está en plena crisis de separación. Ambos tienen un hijo. Aún no ha habido un juicio pero tanto los abuelos paternos como los maternos se ponen a discutir por su nieto  cada vez que le toca al padre llevarse a su hijo. La madre calla.

Están discutiendo en plena calle. El padre enfadado y callado se ha separado del grupo. Se oyen unos golpes continuados. A los pocos minutos regresa el padre de la criatura. Ha sido él el de los golpes, trae las manos destrozadas. Se ha puesto  a golpear un canalón que también ha quedado un tanto inservible al descargar la rabia que siente sobre él. Hay vecinos que han oído los golpes y lo han visto. El presidente de la comunidad, que vive en el primero, aparece para recriminarle. Él, pide a la comunidad que no le denuncien por el destrozo del canalón, que se encargará del gasto que implique su reparación.

Son varias  las discusiones que unas veces provoca y otras sufre por parte de sus padres y sus "ex-suegros" que se meten en su relación y en la de él con su hijo. La principal razón de su separación, (aunque nunca han estado casados ni hay papel alguno de por medio) son sus ataques violentos que se transforma en insultos y empujones o bien en destrozos de muebles o cristales. Por ello  su pareja ha decidido cortar por lo sano antes de que las cosas vayan a más.

Sólo una opinión que me ha dado la experiencia con mis dos "ex-yernos". En una relación de pareja estaría bien que los familiares si no es algo muy grave no intervinieran. Apoyar a los suyos es lo normal, siempre de acuerdo con las leyes, pero evitando problemas que a veces no hacen más que complicar las cosas. Si se piensa en el menor es más fácil evitar las discusiones, pues no se sabe cómo le van a afectar esas malas relaciones en un futuro.


Las roturas siempre traen algo positivo y algo negativo: "El amor es como la fiebre: Nace y se extingue sin que la voluntad intervenga en lo más mínimo" de  Stendhal




jueves, 1 de junio de 2017

"Tolovenegro"



"Tolovenegro" es un hombre que un año por Semana Santa entró en el bar "Órbigo" y pasó al salón donde se jugaba a las chapas. Al verlo acercarse, uno de los espectadores comentó: "Ya está aquí, el que to lo ve negro" Y con ese apodo se quedó. A Tolovenegro no le parece mal que le llamen así, porque está convencido de que todo se va a ir al carajo y sino al tiempo, así lo dice él.

 Tolovenegro, hace unos treinta años, tuvo un accidente de tráfico por un despiste suyo en el que murió su mujer. Debió de ser por eso que además de culparse a sí mismo culpa al mundo entero de lo que sucedió. Actualmente está jubilado y con buena salud. Con la pensión de viudedad y la suya, tiene una alta paga mensual. Aún así no agradece nada a la vida, según él la pensión se la ganó y la vida le quitó lo que más quería. 

Tolovenegro a todo le pone pegas: no le gusta la playa, según él no hay más que harenes de focas custodiadas por machos inseguros. Tampoco le gusta la montaña, los que escalan montañas para Tolovenegro es porque no pueden subir en el escalafón de la vida. No le gusta la ciudad aunque siempre ha vivido en ella. Si ve una procesión, dice que son ovejas bobaliconas dirigidas hacia ninguna parte. Si ve un desfile de soldados, comenta que son borregos que desconocen que cualquier día los enviarán al matadero. Si presencia un baile se aleja diciendo que sigan girando que le dan asco y no saben que les quedan dos telediario. 

Sólo hay algo que le gusta a Tolovenegro, el fútbol. El domingo se acercó al estadio Reino de León y... ¡menos mal!  salió contento porque La Cultural y Deportiva Leonesa subió a Segunda. Sólo de Pascuas a Ramos dice una frase positiva que suele ser que su mujer era lo mejor de este puto mundo. Este fin de semana que es la fiesta de su barrio ha dicho que se encerrará en casa para hablar con los fantasmas como hace habitualmente porque son los únicos que viven la vida de verdad. 


Así ve mi sombra a Tolovenegro: "Una juventud sin alegría es con frecuencia un melancólico prólogo de la vejez desolada del misántropo" de Friedrich Spielhagen.