Sí, algo tan simple como un caramelo. Parece que cada vez somos más egoístas y menos empáticos. Como decía mi abuela: "Muchos estudios y poca humanidad". Pues no, creo que por lo menos algunas personas son bastante comprensivas en situaciones algo comprometidas.
Ocurrió un domingo en el Rastro de Papalaguinda. La vendedora, una gitana joven y guapísima vestida de negro, estaba en su puesto de medias y otras prendas, rodeada de mujeres que miraban y revolvían las prendas.
De repente a la dueña de puesto le dio la tos, las mujeres se dirigían a ella unas para pedir otra talla, otras para pagar por la prenda y la joven tosía y tosía sin poder atenderlas. Maribel era una de las que con dos pares de medias en la mano intentaba pagarle. La tos seguía y seguía y la gitana volvía su rostro con apuro al no poder realizara su trabajo. Maribel rebuscando en su bolso le dijo a la joven:
_¿Quieres un caramelo?
_ Sí, por favor _le respondió la gitana.
Maribel le desenvolvió el caramelo y se lo dio. El efecto fue prácticamente instantáneo y la joven de negro, muy agradecida, le cobró el par de medias, cogió un nuevo par y se lo regaló a la clienta. Maribel decía que no y no, pero no tuvo más remedio que aceptarlo al ver la insistencia de la mujer, que no atendía a nadie sólo a ella hasta que aceptó el obsequio.
Otro caso ocurrió en el gimnasio. La monitora de zumba estaba acatarrada, a la segunda canción le dio un ataque de tos que no la dejaba continuar. Una de las chicas, Luisa, le hizo la pregunta:
_¿Quieres un caramelo? _la monitora afirmó con la cabeza, tapándose la boca con papel de rollo.
Le entregó el caramelo Luisa y al momento pudo seguir con la clase. Al finalizar muy agradecida se dirigió a Luisa:¡Qué efectivo! mil gracias Luisa.
Así de simple, con muy poco se le puede aliviar a alguien un momento de gran apuro.
Sigue habiendo empatía entre las personas: "No he contado ni la mitad de lo que vi" de Marco Polo.