lunes, 28 de febrero de 2011

Las Cenizas de Alba (3)










¡Yo soy!




La madre de Alba tiene grabado a fuego el último encuentro con su hija.
 
Se vieron sus padres con ella y su esposo en Carrrfour. Buscaban un televisor que su hija quería comprar para el dormitorio. Miraron unas cuantas "teles" que no le gustaron. Dijeron que iban a "Espacio-León" a mirar más. La madre abrazó a su hija y le dio dos besos a la vez que le decía: "Cariño, allí ya no vamos que se nos hace muy tarde". Y esa fue la última despedida. ¡Jamás olvidará ese abrazo delante de una televisión!
 
Se ha prometido a sí misma que nunca volverá a Carrefour. Allí, siempre verá a su hija reflejada en una pantalla.
 
 
Pasaron quince días desde el triste desenlace. Ella y su marido fueron al cementerio a quitar las coronas para que no estropearan la lápida. Allí, donde ponía el nombre de otro ser querido, observó que se colaba el agua. Esa humedad _pensó_ acabará estropeando las cenizas de mi niña.
 
_Tenemos que sacarla de aquí _dijo rotunda. El padre se negaba. Será más difícil de superar para ti. Finalmente accedió al traslado.
 
La madre cambió para una urna más bonita las cenizas de su Alba. La colocó en su lugar preferido de la casa. A su lado, un portarretratos con una preciosa foto de su hija que nunca llegó a cumplir los 30. Siempre hay flores frescas en el pequeño altar. Le habla, le reza, le llora, le...pregunta por qué...
 
 
Mi sombra aconsejó esparcir sus cenizas por un jardín o a un lugar especial. Para no seguir sufriendo esa tortura, pero ya quedó escrito: "Quien no ha sufrido lo que yo, que no me dé consejos" de Sófocles.
 
 
 
 
 

jueves, 24 de febrero de 2011

Las Cenizas de Alba (2)




¡Yo soy!










Los padres de Alba, avisados por su yerno, vienen hacia la capital:

 _ ¿Cómo iríamos de ciegos que no nos dimos cuenta de la autopista? _confiesa la madre_ pensábamos en un nuevo intento de suicidio. Llegaron a las puertas del edificio y un cordón policial les impedía el paso. Ella intentó atravesarlo y un policía la detuvo:

_ ¿Quién es usted?

_Yo soy la madre y éste _señaló a su esposo_ su padre.

_ Bien, vayánse de inmediato para el hospital.

En urgencias hay una sala para casos graves. El doctor de guardia, conocía al padre. Les hizo pasar y les dio una pastilla. Ellos preguntaban por su hija. El doctor sólo decía:

 _Tómense la pastilla. La madre se negaba pero ante la insistencia del doctor la tomó. ¡Jamás imaginaron que ya nunca más verían a su hija con vida! La madre se queja:

_"Todo lo hice mal". No me la dejaban ver. Primero la policía, luego los médicos porque tenían que hacerle la autopsia. Ya en la iglesia quise verla, también me lo impidieron.

Le entregaron sus cenizas al día siguiente.

Según la abuela, Alba había dicho que llevaran sus cenizas junto al abuelo, en el pueblo. Así lo hicieron. El panteón quedó rodeado por 19 coronas. Su madre, en los ratos que el llanto se lo permitía, pensaba: "A mí nunca me dijo que la dejaran aquí, éste no es su sitio".  


Mi sombra recuerda que alguien dijo: ¡Qué temprano se nos hizo tarde!

 
 
 

miércoles, 23 de febrero de 2011

Las Cenizas de Alba (1)







¡Yo soy!









Desde los primeros meses, la pequeña Alba, frecuentemente estaba enferma.

Su infancia estuvo llena de continuas visitas al médico a pesar de su aspecto saludable. También en su adolescencia tuvo problemas de salud. Ya en su juventud, mientras realizaba un curso de "Peluquería y esteticien" sintiéndose bella por fuera, supo que nunca podría ser madre y su tristeza se interiorizó.

Se casó con un hombre bastante mayor que ella y comenzaron una vida juntos en la capital sin problema económico alguno.

Pasado un tiempo regresaron sus ataques de ansiedad, no recordaba cuando había sido el primero. Medicamentos y más medicamentos. Entró en una depresión. Medicinas y más medicinas. Médicos, psicólogos... El spiquiatra al que iba dos veces por semana, pronunció la palabra: "bipolaridad". ¡Más y más pastillas!

Por la mañana podía con su cuerpo. Por la tarde se acurrucaba en el sofá y sus fuerzas se evaporaban. Le regalaron un perrito para que se obligara a salir y algunos días paseaba con él.

El día que murió su abuelo, al que adoraba, tuvieron que ingresarla y lidiar con uno de sus peores ataques. ¡Sus padres y su marido sufrían por ella! Tenía 28 años. Era organizada en su trabajo de ama de casa y responsable a la hora de cumplir con las tomas de medicamentos para su tratamiento. 

Un frío día de diciembre su esposo regresó del trabajo sobre las cinco de la tarde. Ella le dijo que no había sacado al perro, que lo hiciera él. Cuando llegó con el chucho,  le pidió que fuera a visitar a sus padres que residen en un pueblo cercano. Él cogió el coche y se puso en camino. Encendió la radio pero la quitó en seguida mientras se decía:

_No es fin de semana, me ha pedido que venga a ver a mis padres un martes, no sacó al perro. La mente se le iluminó. Hizo un giro brusco en mitad de la carretera y tomó el camino de regreso. El ascensor hasta el cuarto piso del edificio cercano al Arco de la Cárcel, subía rápido, pero a él le pareció que subía lentísimo. Empujó la puerta del ascensor, introdujo la llave en la cerradura del ático que compartían y entró con el corazón en un puño.

Ella yacía apenas sin pulso, al pie del sofá. A su lado vacío, un tubo de pastillas. La ambulancia la trasladó a la UCI. Pasó tres días en coma. ¡Por fin parecía que salía de él!  Los médicos dejaron entrar a su padre y a su esposo en la estancia. Abrió los ojos, los miró y volvió al coma. Despertó de nuevo a los tres días.

Sus padres se la llevaron a su residencia en la capital maragata, para que se repusiera. Parecía tranquila. Pasó un mes y medio y regresó a su piso de León, aparentemente recuperada.

Aquel día de febrero de hace cuatro años...

Alba se levantó, limpió, planchó, preparó una ensalada... llamó a su marido, se despidió de él, abrió la puerta de la terraza y se lanzó al vacío.


Para su madre, que me considera su amiga, el mes más corto del año, se le hace largo, muy largo. Mi sombra siente su dolor:  "Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado" de Napoleón.




miércoles, 16 de febrero de 2011

¡¡ Besos !!





¡Yo soy!






Varias veces su mamá ha reñido a Carla de cinco años porque viene de clase con los labios pintados. A veces con barra de brillo que otra amiguina le ha dejado. Alguna vez ha traído un pintalabios regalo de otra niña de su clase.

Hoy cuando mamá ha ido a recogerla al "cole" se fijó que tenía "asfriado" todo alrededor del labio inferior:

 _¡Pero Carla cómo te tengo que decir que no te pintes con el pintalabios de otras niñas! Se te ponen los labios malos y además te vas a poner malina. ¡Verás, verás cuanto te lleve al médico y te pinche! La niña soltó la mano de su madre, se puso delante de ella con los brazos abiertos y le suelta:

_¡No mamá, no ha sido el pintalabios! Es que hoy, me casé con Rubén y nos estuvimos besando mucho. La madre, riendo en su interior, se paró, se agachó y se puso a la altura de la peque:

 _Pues tampoco tienes que dar besitos en la boca a nadie porque si Rubén tose, luego tú también toses, tendremos que ir al médico y no podremos ir al cuentacuentos que tanto te gusta. La niña en un tono bajo dijo asintiendo:

_Vale.

Mi sombra que lo vivió, después de reír, estuvo de acuerdo con los consejos de la mamá, pero...
 
 
Ya lo dijo Rouseau: "La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras".
 



 

viernes, 11 de febrero de 2011

¡La bicicleta!





¡Yo soy!






El cristalero, a través de la ventanilla de su camioneta, vio la bicicleta que él mismo le había vendido por unos euros al panadero. Estaba apoyada en la verja metálica de un pequeño jardín en otro barrio alejado del suyo. Se dijo a sí mismo:
 
 _¡Joder mi bicicleta, bueno la del panadero! Al llegar a su barrio preguntó a su convecino:
 
 _¿Y tu bicicleta?
 
 _¡No lo vas a creer! ¡Algún cabrón me la robó ayer! 
 
 _ ¡Mañana tienes la bicicleta a la puerta! Así fue, al día siguiente la bajó de su Toyota 4x4 y la dejó a la puerta de su paisano como le había prometido.
 
_¿Quién fue el ladrón? _preguntó el actual dueño de la bici.
 
 _El hijo de tu vecino.
 
_¡¡Qué!! Allá fue el panadero hecho una furia. El joven le explicó que tonteaba con una chavala en El Ejido y...
 
_¡Qué cabrón! ¿Y no sabes pedírmela?
 
Desde ese día la bicicleta desaparece los martes. El cristalero se encarga de traerla de nuevo a su dueño al día siguiente. Al hijo de su vecino, su chica al volante de un "Picanto", le trae de regreso a casa.
 
_¡Todo sea por los enamorados! _comenta el tahonero.
 
 
Mi sombra que le escucha asiente y recuerda: "La necesidad es la madre de las artes, pero también la abuela de los vicios" de J. P. Friedrich.
 
 

lunes, 7 de febrero de 2011

¡Ser minero!




¡Yo soy!







Dos hombres miran una fotografía en un periódico: 
 
_¡Pasaron los buenos tiempos para los mineros!
 
_¡Ya lo creo que pasaron! No sé si algún tiempo fue bueno para los mineros.
 
_ Para los mineros posiblemente no, aunque los picadores ganaban "pasta". Sí que es verdad que de su cuerpo y salud lo sacaban. Pero los empresarios mineros, ésos sí que ganaron mucho dinero. Recuerdo cuando yo trabajaba en el banco en Villablino. Todos los días venían a la ventanilla billetes y billetes. Teníamos que venir a cambiar a León por dinero en monedas.
 
_Después _continúa el del banco_ me trasladaron para Sahagún y allí fue al revés: ¡Todo el mundo venía con calderilla que teníamos que traer al Banco de España, en Ordoño II, para cambiar por billetes.
 
 _Ya, pues ahora ni billetes ni "calderilla", esto se acaba. La Mina se muere o mejor la dejan morir.
 
Mi sombra comparte el silencio de los dos hombres que siguen mirando la foto.
 
 
 Pero... ya lo dijo Homero: "Dejemos que el pasado sea el pasado"
 
 
 

martes, 1 de febrero de 2011

"El Camino de Santiago" (17)



Corría el año 1.993:



Jueves 29 de Julio:



Mi sombra con los ojos cerrados sigue viaje hacia La Coruña en autobús. Se despide del Camino pensando en las bonitas experiencias vividas como:

_Conocer personas con apariencia desastrosa como el "Rasta de Rabanal" que se ofreció para servir de traductor con los borrachos alemanes y resultó ser una persona amable, educada y con sentimientos. Llevaba una fotocopia de un "pastor alemán" al que andaban buscando él y parte de su "Comuna".

_Encontrarme con el señor Tomás un verdadero solidario del Camino, sin hacerlo. Donde no pensábamos parar, lo hicieron las circunstancias.

_Admirar paisajes bucólicos.

_Tumbarse a la sombra de castaños milenarios.

_ Visitar el hermoso monasterio de Samos y su entorno.

_Escuchar que alguien al pasar, sea peregrino o no, te diga: "¡Buen Camino!"

_El agradable olor de los bosques de eucaliptos.

_La emoción en la Catedral de Santiago.

_Cumplir con una gran tradición y conseguir la Compostela.

_La compañía en la cena en una vieja cocina del Hostal Reyes Católicos.
 
_ ...  ...  ...
 
También vienen a mi mente algunas experiencias no tan buenas como:

-Pujar por la mochila. Llevar el impermeable capa, ¡que pesaba un montón! y no lo tuvimos que utilizar.

-Los molestos peregrinos en bici, que no respetaban al peregrino de a pie.

-Las "Ordas" de peregrinos jóvenes. Rebaños de ovejas balando lo mismo. Masificación total.

-La señora que en un pueblo salió con una bandeja de bizcochos y pedía dinero por ellos.

-¡¡Una gasolinera en el monasterio de Samos. XD!!

-Cenar en una cocina "cutre" del Hostal Reyes Católicos y darnos a beber ¡agua del tiempo en pleno julio!

_No me gustó encontrar completamente cambiado el entorno de la "Cruz de Ferro", con la ermita. Hace años pasé por allí y todo era verdad, ahora todo me parecía mentira.


De los albergues y posadas no me quejaré: "En el mundo no hay más posada que la que cada uno lleva dentro" de Rabindranath Tagore.
 
 
En general una hermosa experiencia. Queda por hacer el resto del Camino. ¡Quizás alguna vez lo haga!  A ser posible no será en un Año Santo.