_¡Usted se quiere quedar conmigo! Volvamos al principio. Deje de dar rodeos y conteste. ¿Este número de teléfono está a su nombre verdad?
_Sí, sí, es el teléfono de mi hijo que tiene 13 años pero por favor escúcheme.
_Escúcheme usted primero si es tan amable. Al juzgado de familia ha llegado una denuncia de acoso hacia la señora Cristina por parte de su hijo y otro niño que le hacían comentarios sexuales y soeces. Al ser varias las llamadas lo ha puesto en nuestro conocimiento. Nuestra obligación es decirle que puede que sea una chiquillada, porque la señora Cristina dijo que le parecía una voz de niño, además no llamaban con el número oculto, lo que le pareció aún más extraño, pero ella será libre de seguir con la denuncia o no, cuando se le explique el caso. De cualquier forma, la responsable de lo que haga su hijo es usted, que quede bien claro a todos los efectos. Nos pondremos en contacto con usted si así lo requiere la señora acosada. Ahora puede usted explicarse.
Era poco creíble pero intentó explicarlo de nuevo a pesar de los nervios.
Ese fue el diálogo entre mi hija y la policía del juzgado que se encarga de temas de familia. Ahora mi sombra intentará resumir el caso:
La última vez que estuvieron todos mis nietos en casa, las pasadas Navidades, a los dos mayores se le ocurrió una de sus escasas fechorías. En la habitación, donde juegan, hay un corcho con fotos, diplomas y orlas. En una de estas orlas figuran los nombres y teléfonos de los compañeros y compañeras que hicieron un curso de AUTOCAP junto con uno de mis hijo. Allí figura Cristina con nombre y apellido, además del teléfono. La orla lleva en el corcho, llevaba porque ya la he quitado de allí, la friolera de 20 años. Bien, pues a mis dos nietos no se les ocurrió otra cosa que llamar a Cristina por teléfono no una sino diez o doce veces diciéndole tacos, sandeces y obscenidades sexuales típicas de adolescentes y claro está, con toda razón, ella lo denunció.
Después de la conversación mi hija se quedó mirando el móvil y no daba crédito a lo ocurrido. Llamó a los culpables y efectivamente confirmaron las llamadas, aunque según ellos sólo le habían dicho insultos y tacos de broma.
Les cayó tal regañina que no se les va a olvidar mientras vivan. En primer lugar un trimestre sin teléfono móvil que es lo que más daño les hace. Ha pasado el tiempo y no se han vuelto a tener noticias del juzgado de familia lo que es muy buena señal.
Gamberrada, a Dios gracias, sin consecuencias: "Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan" de Antoine de Saint-Exupéry