¡Yo soy!
HISTORIA DEL CENTRO EXPERIMENTAL SAPHIL:
Las "Chicas de la Saphil" llevan ya muchos años reuniéndose el primer sábado de Agosto. Este año 2011, el encuentro tuvo lugar en Hospital de Órbigo. Nos encontramos 93 ex alunmas-trabajadoras de Ripoll. Allí, hablamos de nosotras y nuestros recuerdos y varias sugirieron que teníamos que hacer una pequeña historia de este Experimento que ha supuesto una gran ayuda para nosotras y nuestra tierra. Mi sombra, quiere dejar su granito de arena de esta historia de la que formó parte.
TODO EMPEZÓ EN SALAMANCA, donde, un sacerdote leonés, D. Isaías Domínguez, que a la sazón oficiaba en Astorga, realizaba un curso en la Universidad Pontificia. Allí coincidió con otro sacerdote más joven que le comentó un proyecto que estaba in mente de unos empresarios catalanes que él conocía.
Estos empresarios, primeramente habían hecho un estudio de la España provincial y observaron que en la provincia de León, las chicas jóvenes del entorno rural, no tenían apenas futuro. La mayoría de los centros de Educación Secundaria se encontraban en la capital, por lo que el acceso a la educación después de la Primaria era practicamente nulo.
Sin embargo constataron que estas jóvenes eran serias y trabajadoras, acostumbradas a colaborar en la casa familiar y en el campo.
Por lo que la propuesta dirigida al sacerdote leonés, nacido en San Cristóbal de la Polantera, fue: Tú que vives en Astorga, ¿Crees que te sería fácil participar en este proyecto reclutando chicas de la provincia de León?
Don Isaías, cuando le explicaron la idea, aceptó de inmediato. El proyecto daría educación secundaria a las chicas, entre 15, 16 y 17 años, al tiempo que éstas trabajarían en La Saphil. Una fábrica textil en Cataluña, concretamente en Ripoll, en la provincia de Gerona. Por aquel entonces estaba permitido el trabajo remunerado a éstas edades Se les construiría una Residencia como albergue, dirigida por monjas seculares y un Instituto Laboral con profesorado oficial.
Las chicas tendrían un sueldo correspondiente a sus ocho horas de trabajo diario. De él, una parte se les entregaría para sus gastos de alimentación y vestido en la Residencia y el resto se les iría acumulando en una cartilla de ahorro. Al cabo de los cuatro o cinco cursos, incluído el ingreso, de Bachillerato Laboral, finalizaría el contrato con la empresa Saphil y se les entregaría el dinero acumulado en este tiempo. Con este Proyecto las muchachas lograban:
_Realizar unos estudios que de otro modo en sus pueblos y ciudades sería muy difícil, ya que se reclutaba a las chicas en familias con pocos recursos.
_Además de los estudios, obtendrían una educación adecuada.
_Tendrían una independencia económica impensable en aquellos años para ellas, en sus lugares de origen.
_Al finalizar el contrato, dispondrían de un dinero ganado con su trabajo para proseguir sus estudios o emprender nuevos trabajos.
_Existiría la posibilidad de seguir trabajando en otros puntos de Cataluña al finalizar en la Saphil o bien regresar a León.
La empresa Saphil por su parte, en aquellos años 60. 70, 80 y 90, también obtendría beneficios:
_Trabajadoras dóciles, responsables y fáciles de manejar.
_Mano de obra fija que la misma empresa se encargaría de formar dando a cada una el trabajo para el que se tuvieran mejores cualidades.
_Invertir, con el dinero ahorrado en nóminas, en mejoras de la empresa: en infraestructuras, en instalaciones, en maquinaria moderna (se instalaron las famosas "continuas")
_No tener trabajadores con antigüedad a los que dar un finiquito o aumentar su sueldo.
_Satisfacción en la Empresa por crear el Centro Experimental, útil a sí misma y a la Sociedad.
El Proyecto del Centro Experimental comenzó a funcionar, en el año 1.963. En marzo llegaron a Ripoll las primeras 15 chicas en su mayoría de Astorga. Un mes más tarde, llegó el grupo más numeroso de unas 75 chicas. Mi sombra era una de ellas. Nuestros lugares de origen eran varios: de León, Ponferrada, Astorga, La Bañeza... Todas nosotras fuimos alojadas en unos pabellones con literas provisionalmente para dormir.
Este grupo que habría de ser el primero en la experiencia, trabajaríamos ocho horas diarias, otras ocho las dedicaríamos a dormir y el resto al estudio, comidas y tiempo libre muy escaso. Dispondríamos de 310 pts mensuales, de ellas 210 se destinarían a la alimentación y alojamiento y 100 pts para los gastos de cada alumna-trabajadora. El resto del salario iría a la libreta de ahorro a cargo de la empresa.
Monitoras experimentadas, nos enseñaron a realizar los distintos trabajos que íbamos a desempeñar: Poner tubos, sacar usadas, vigilar y anudar los hilos que se rompían en las máquinas continuas...
Unos meses más tarde inauguramos la preciosa Nueva Residencia que sería a la vez la sede del Instituto Laboral. La inauguración oficial tuvo lugar al finalizar el primer periodo del experimento y comprobar con la Primera Promoción que había sido todo un éxito. Se le asignaron profesores, en general, muy profesionales.
Dos monjas seculares llevaban la Residencia: Cristina Royo, la directora y Milagros, esta más tarde sustituída por Candelas. Además de Carmina la cocinera, que como era de nuestra tierra casi todo lo que hacía nos gustaba, también nosotras colaborábamos cada cierto tiempo un mes en la cocina que contaba como si trabajáramos en la fábrica.
Las chicas colaborábamos en todo: en la cocina, en la limpieza, en el orden, en la disciplina...
El mantenimiento del edificio: luz, calefacción, material escolar... corría a cargo de la empresa Saphil, así como aportaciones económicas de la misma, en las salidas de viajes y excursiones a varias puntos culturales del país.
El viaje fin de Bachillerato por Niza, Ginebra, Roma, Florencia, Venecia, Pisa...en el que colaboramos con sólo 200 pts. ¡Fue un viaje inolvidable!
Al finalizar el contrato a los cuatro años, en nuestro caso casi cinco, con nuestro título de Bachillerato en la mano y nuestra cartilla con unas 150.000 pts, todo un capital en los sesenta, se nos ofreció la oportunidad de colocarnos en otras empresas catalanas.
Algunas chicas, se quedaron en Ripoll y formaron allí una familia. Otras, entre las que me encuentro, regresamos a nuestra tierra para continuar nuestros estudios o seguir trabajando con una formación y experiencia bastante completa.
Al principio los trabajadores de la fábrica no nos aceptaron muy bien. Al fin y al cabo, les íbamos a ocupar puestos de trabajo que desearían para sus hijos. Más tarde nos aceptaron sin ninguna reticencia.
Llegó la Democracia. Pasaron más de 20 años desde que se inició el experimento. Los Sindicatos, con las nuevas leyes, comenzaron a pedir y exigir mejoras que acabaron con un hermoso Proyecto, del que formé parte.
Hoy cientos de mujeres de nuestra tierra y más tarde también de Navarra y Aragón, que hoy estamos en los 60, 50 y 40 años, le debemos mucho a este Proyecto. Por nuestra tierra hay profesoras, abogadas, veterinarias, enfermeras... todas ellas siguen contribuyendo a la mejora de esta patria nuestra.
¡¡Aupa la Saphil!
Hace tres años, muchas, volvimos a visitar el Centro y la fábrica. Fuimos muy bien recibidas por la Alcaldesa de Ripoll y algunas personas que vivieron la experiencia con nosotras. Otras muchas personas que iniciaron este Proyecto ya no están entre nosotros, pero siempre les estaremos agradecidas.
Hoy, todo ha cambiado. La Residencia destartalada, nuestros expedientes abandonados, nuestras fotos desordenadas, nuestros discos por el suelo...
En la fábrica las máquinas han desaparecido. Han sido vendidas a los chinos...
A pesar de todo mereció la pena este Proyecto. Gracias SAPHIL. Siempre agradecidas, Cataluña.
Mi sombra se pregunta: ¿Y si nuestros empresarios millonarios en el 2.011 en vez de pensar sólo en sus grandes beneficios, tuvieran alguna idea parecida en la que se beneficiaran empresarios y trabajadores?
P. D.
Varias veces, en mi blog "leonesando" he escrito hechos que me han ocurrido o han ocurrido en la Residencia Saphil, muchos de ellos negativos, pero si tuviera que resumir mi estancia allí, serían mayoría absoluta los acontecimientos positivos, resumiéndolos en tres palabras: MERECIÓ LA PENA.
Este post, como todos los del blog "Leonesando" lo ha escrito: María Lucía Solana, alumna-trabajadora de la Primera Promoción.