jueves, 25 de abril de 2019

Acosadora (2)



 ¡Me pasa cada cosa! Acosadora  Esto parece un culebrón. Suena el teléfono digo ¿Sí? Nada. Cuelgo. Vuelve a sonar. ¿Sí? ¿Quién es? Nada. Cuelgo de nuevo. Suena por tercera vez. Descuelgo y me quedo en silencio a la escucha:

 _Soy la que acosa a su hijo. Me quedo sin palabras. Mire, por favor no cuelgue, no la voy a entretener mucho tiempo. La interrumpo:

_Sabes que esto no está bien. 

_Sí, lo sé, pero yo he querido mucho a su hijo y de verdad a veces se me va la olla. 

_Mira, tienes que ponerte en manos de un profesional o de una profesional, necesitas ayuda, sabes que una relación tóxica os hace daño a los dos por eso él ya no quiere hablar contigo y te ha borrado de todos sus perfiles y tú a pesar de eso continúas llamándole. Fíjate que yo ya le he dicho que te denuncie porque cualquier día tiene un problema grande contigo. 

_Ya lo sé, sólo quiero pedirle una cosa, por favor dígale a su hijo que cambie de teléfono

_Vale, yo se lo diré, pero es él el que tiene que tomar la determinación. Ya me ha dicho más de una vez, que si intuyo que eres tú la que llama, no hable contigo. 


 Cualquier enfermedad necesita ayuda: "La salud mental necesita una gran cantidad de atención. Es un gran tabú y tiene que ser encarado y resuelto" de  Adam Ant.



jueves, 11 de abril de 2019

Envidia senil

Fotografía obtenida de Coogle
Hoy visita la residencia de personas mayores. A él no le gusta este lugar, quizás porque ya es mayor y como su madre, él también tendrá que entrar allí algún día no muy lejano. 

Hay tres ancianas a las que las cuidadoras, entre ellas, nunca  llaman por su nombre: La Duquesa, la Faraona y la Madrileña esta última hace unos meses que ha llegado. Le está costando adaptarse pero lo intenta.  Es una anciana que siempre ha vivido en Madrid, de ahí el nombre, tiene 92 años y la mente muy despierta.

El hijo de la Madrileña vive en León con su familia desde hace muchos años. Piensa que es una edad muy avanzada, la de su madre, para vivir sola en la capital de España. Por eso ha decidido traerla para un lugar más cercano a su familia. 

La Duquesa es una señora de familia noble, de ahí el nombre. Tiene 93 años, es muy quisquillosa y protestona, a veces se le va la olla. Un día se sentó un anciano a su lado y se levantó rápido comentando: "Si un hombre se sienta a mi lado algo querrá". Desde entonces si alguien pone una silla a su lado, ella la quita rápidamente para que ningún hombre se siente junto a ella.  

La Faraona es alta y delgada, le gusta que le hagan corro y la escuchen cantar canciones de Lola Flores, de ahí el apodo. Hoy, la Madrileña tiene un grupo a su alrededor y está contando la vida que ha vivido en Madrid: habla de su traje de chulapa, de lo bien que bailaba el chotis, del Retiro... La Faraona la mira con envidia porque desde que llegó la Madrileña le ha quitado mucho protagonismo. 

El hijo de la Madrileña va a verla los miércoles. La dirección de la residencia le ha recomendado que cambie la rutina algún día porque los mayores se acostumbran y luego si un día no viene la visita, ese día, se ponen muy nerviosas. Hoy es miércoles y el hijo de la Madrileña, ateniéndose a la recomendación, decidió hacer la visita el jueves. La impaciencia de su madre era mayúscula preguntándose por qué no había venido su hijo. 

La Faraona que la observaba se acercó y no se le ocurrió otra cosa mejor que decirle: "Tu hijo no viene porque ha tenido un accidente y está ingresado grave en el hospital". La Madrileña comenzó a dar gritos, mientras la Faraona se reía sibilinamente. La dirección llamó al hijo de la Madrileña para que telefoneara a su madre y la tranquilizara.

 _¡No, no tú no eres mi hijo que no tienes la voz de mi hijo! ¿Qué le ha pasado a mi hijo? 

No había forma de calmarla. Aunque no eran horas de visita su hijo tuvo que acercarse a la residencia para que su madre durmiera tranquila. La Faraona durmió a pierna suelta regodeándose con el sufrimiento de la Madrileña.


La envidia abarca todas las edades: "Al llegar a viejos, las costumbres se vuelven tiranías" de Gustave Flaubert.


¡Feliz Semana Santa a todos los bloguero/as y en especial a mis lectores y lectoras!



jueves, 4 de abril de 2019

Monólogo de silencio (7)


Dibujo obtenido de la Red
"Carne de cañón". 

Estoy sentado en el descansillo de la escalera con el bebé dormido en brazos y apoyado en mis piernas. He dejado como siempre mi zapatilla entre la puerta del piso para que no se me cierre y luego pueda entrar cuando pase la bronca. Antes, cuando mi madre y Jom se peleaban, salía del piso ponía la zapatilla para que la puerta no se cerrara, me sentaba, tapaba los oídos con las manos y lloraba. Ahora ya no lloro porque ya tengo nueve años y además si lloro el bebé se pondrá a llorar también. Sabina, la madre de mi padre, nunca quiere que la llame abuela así que siempre la llamo por su nombre. Pues a veces Sabina, cuando pasaba algunos día en su casa siempre me decía: Tu, Salva, sólo tienes nueve años y vas a ser "carne de cañón" si nadie lo remedia. Con tu padre en la cárcel y tu madre "loca de atar" siempre a "salto de mata", lo que yo digo; "carne de cañón". Yo no sé lo que quiere decir con eso pero por el tono, fijo que es algo malo. La verdad es que mi madre tiene unos ataques..., como dice Jom, que es su nueva pareja, cuando le da la neura está para que la encierren. Ella siempre se pelea con sus parejas. Estamos de "ocupas" porque Jom no trabaja y ella está de camarera por las noches  en un bar de copas. Jom me cae bastante bien. Me lleva al colegio y cuida del bebé, que es su hijo, para que mi madre duerma por las mañanas. Pero... cuando discuten, mi madre pierde los nervios y empieza a tirarle a Jom con todo lo que está al alcance de su mano gritándole e insultándole y Jom pega puñetazos a los muebles y a las paredes por no dárselos a ella, mientras dice muchos, muchos, tacos. Por eso yo en cuanto empieza la pela que es diaria y el bebé  empieza a llorar, lo saco para el descansillo hasta que pase la tormenta. Los gritos y golpes ya no se oyen, el bebé se ha despertado y mira para lo alto de la escalera y luego me mira y se ríe, yo hago lo mismo miro a lo alto y luego le miro a él y me río. Mamá me ha dicho que el jueves sale mi padre de la cárcel y que ella ya tiene bastante con el bebé así qe me tengo que ir con él. Estaré unos días con Sabina y luego no sé dónde iré con mi padre porque Sabina no quiere saber nada de él. Mi madre dice que seguro que pronto lo vuelven a meter en la cárcel. Me preocupa el bebé porque si yo me tengo que ir con mi padre, cuando mamá y Jom se peleen él llorará y no tendrá a nadie que lo saque para el descansillo de la escalera. ¿Será él también "carne de cañón" como dice Sabina? 


Una parte de la infancia no lo tiene fácil: «La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices» de Albert Einstein.