jueves, 28 de junio de 2007

En el parque de Quevedo







¡Yo soy!












Soy la sombra que, bajando las escaleras que dan acceso a la entrada principal del Parque de Quevedo; mojada por los chorros del agua de la fuente, me paro frente a tu busto; Quevedo.

¿Quién le iba a decir a tu señora madre, María de Santibáñez, que aquel pequeño de seis años; huérfano de padre, más bien poco agraciado, cojo, gordo, corto de vista... iba a llegar hasta aquí? Pero ella supo mirar más allá y confió en la gran inteligencia de aquel hijo, que a la sombra de la realeza, consiguió ser conocido en toda su patria entonces, y más tarde en todo el mundo.

¡Qué orgullosa se sentiría hoy, en pleno siglo XXI, si supiera que aquí en León y por toda España se levantan estatuas de ese hijo feo y débil por fuera, pero sabio y fuerte por dentro.



Ella vio en ti, a pesar de que murió cuando sólo contabas 20 años, las cualidades que ahora vemos todos.
Pero...ya dejaste dicho: "Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan"





jueves, 14 de junio de 2007

En la Catedral







¡Yo soy!






Soy la sombra que entra en la Pulcra Leonina cuando afuera hace sol. Mi sombra se ilumina a la luz que atraviesa las hermosas vidrieras. 

Veo la niña que de la mano de su madre se dirige hacia el fondo, detrás del altar mayor. Allí hay una Virgen encinta. Allí se paran las dos. La madre sólo le pide:"Que no me la lleve, no.

_¿También espera un bebé?

_También lo espera, mi amor.

Se paran frente al altar: ¿Ves ese dorado sol?, es la Sagrada Custodia, dentro está Jesús quien te da lo que le pidas con amor. La niña mira a lo alto, cuando regresan las dos. Su madre le va contando la leyenda del "topo" que deshacía por la noche lo que los artesanos construían por el día. Allí sobre la entrada principal está su piel. La niña sigue mirando.

_El topo "Penélope" _dije yo_ pero como soy sólo sombra, ninguna de ellas me oyó.

Salen a la plaza, el sol sigue brillando. Dos policías acompañan a un hombre. La madre palidece y la manita se suelta de la suya bruscamente, alguien le ha dado un tirón.

_Papá, ¿no viene mamá?

_No tu " custodia" la tengo yo. La niña mira hacia atrás.

_No papá, la Custodia está en la Catedral.

Un grupo de personas se arremolinan. Dos policías se llevan a la mujer.

_¡Pobre !, ¡se ha desmayado, será el embarazo, con este calor...! _comenta un anciano.

Yo, me voy tras de la niña, su padre me va pisando, y ... voy sintiendo el dolor.


"La medida del amor es amar sin medida" de San Agustín.