¡Yo soy!
¡Aquí de nuevo!
Pues sí, regresar tiene su encanto. Aunque ya no haya "vuelta al cole" volver a la casa de siempre, a la rutina del barrio y de la ciudad no está nada mal. En los parques las mamás, los papás y las abuelas, volvemos a saludarnos con preguntas y respuestas. Faltan las partidas de cartas y parchís que pronto se reanudarán.
Estos días aún andamos "pa allá y pacá".
¡Ah! sí, que no se me olvide, estuve en Rusia. Bueno en Moscú y San Petersburgo. "Paká", así se dice en ruso familiar "adiós" (dasvidania, se pronuncia más formal), aunque ni idea de como se escribe. Poco más que "gracias" y "adiós" aprendí a decir. Así pues, le diremos adiós a los últimos coletazos del verano que nos está regalando unos días preciosos.
Para los españoles que sepan el idioma, en Rusia, hay mucho futuro, porque el turismo está aumentando y muy pocos rusos hablan español (no me da la gana de poner castellano). Lo que sí hay en todas partes, es un lenguaje de gestos que todo el mundo entiende. Y, por supuesto gracias a l@s guías: miras, observas, escuchas y comprendes.
En general me encantó todo. Hay cosas en Rusia, que son únicas. Por supuesto que traje varias "Matrioskas" y Vodka. El caviar lo dejé para cuando me toque la Primitiva. Si tuviera que decir lo que menos me gustó, citaría los cables de la luz cruzando por lo alto calles y avenidas. ¡Y los precios, está todo carísimo!
Me gustó hasta la comida típica: su ensaladita entrante, su sopa de remolacha con sabor a col y su plato fuerte con carne de ternera picada acompañada de arroz. De postre sabrosas cremas, casi nunca frutas. El vodka tampoco es lo mío, aunque probé algún culito de un sorbo como manda la tradición.
Me asombró la capacidad de la gente en "El Vaticano Ruso" (así le llaman ellos a su centro religioso-ortodoxo más importante, aunque eso debe de ser porque nunca han estado en El Vaticano) para admitir: dólares, euros, rublos... y cambiar de una moneda a otra en un santiamén, aunque sea con la calculadora en la mano. Me llamó muchísimo la atención, porque en algunos hoteles no puedes pagar en otra moneda que no sea el rublo y por supuesto en los "Grandes almacenes o Galerías estatales", que son enormes edificios con todo tipo de tiendas.
También aprendí algo sobre sus gentes:
Algunos rusos mayores, añoran la época de la U.R.S.S, donde: "Nos marcaban el camino y sólo había que seguir la flecha sin mirar a otro lado". Los de mediana edad están bien, pero a veces se encuentran perdidos "Antes todo tan cerrado y ahora muchas puertas abiertas" y los jóvenes que viven el presente mirando al futuro: se juntan con sus motos o sin ellas, beben, gritan (no tanto como aquí) y se visten a la europea.
Eso sí, también los rusos hacen chistes de la corrupción endémica de la policía y los políticos. Viajar es bonito y es un privilegio poder hacerlo.
Mi sombra subraya la frase: "Viajar enseña tolerancia" de Benjamín Disraeli.
Bienvenida de nuevo! se te echaba de menos.
ResponderEliminarPor cierto, adiós en ruso, "dasvidania", se escribe así: до свидания
;)
Bienvenida que por cierto ya eraaaaaaaaa horaaaaa ehhhhhh, que nos tenías muy abandonados.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo que "viajar enseña tolerancia" aunque sólo se viaje a 5 kms de nuestro entorno.
Besines utópicos, Irma.-
Bueno Ra, cuando vengas te voy a pedir que me lo escribas sin buscar en la red, veremos si eres capaz,je,je. Besote.
ResponderEliminarGracias Irma, pues sí, es que el verano es tan largooooo... Abracines.