Bastardo: hijo ilegítimo o de padre desconocido.
En mi pueblo todos conocemos a los padres de los hijos de padre desconocido. Ellos mismos saben quien es o era su padre aunque nunca ejerciera como tal. La mayoría son hijos de hombres casados, que no podían "cumplir" con la madre soltera y alguna casada que el hijo es la pura imagen del padre desconocido. La Iglesia les llamaba "hijos naturales", como si los demás fuéramos hijos artificiales. No podían ir al seminario, recurso de familias para que sus hijos estudiaran, y claro, no podían ser sacerdotes. ¡Cuánta hipocresía, qué culpa tenían los hijos!
Esto viene a cuento de un titular del Mundo 14-02-15: "Sólido recurso del Rey contra la admisión de la demanda de paternidad" ¿SÓLIDO?
_Que si la edad del rey por aquel entonces no coincide con la real.
_Que si la madre de Ingrid conoció al rey en Francia y no en la Costa del Sol.
_Que si no se indica el nombre del hotel donde estuvieron...
Total, ¡ZARANDAJAS!
Si a mi sombra le preguntan acerca de los escarceos amorosos de mi madre, suponiendo que los tuviera, ¿recordaría datos fidedignos de hora, lugar, año? incluso si fuera yo misma con cuarenta y pico de años que serán los que tiene ahora la demandante Ingrid Sartiau y me preguntaran por detalles, desde luego que seguro que cometería errores de datos. Hoy, y en la época que ocurrieron los hechos, tanto los hombres como las mujeres tienen y tenían medios para no tener hijos si ése es su deseo, de lo contrario que asuman su responsabilidad.
La prueba definitiva ha de ser "La prueba de ADN" que es la que el Rey no está dispuesto a realizar y sus abogados están dispuestos a evitar. ¡Así nos luce el pelo! Toda España sabe que el Rey J. Carlos I, como sus antecesores, tiene hijos bastardos y se le conocen muchas aventuras que se han silenciado. Hay que cubrirle las espaldas a Juan Carlos, aunque las tenga muy, muy, pero que muy anchas. No creo que esta hija a esta edad quiera algo más que conocer sus orígenes y si así fuera estaría en su derecho. Hay demasiados hijos con traumas por no conocer sus orígenes.
Se necesita valentía para actuar sin mediación de la justicia en estos casos: "La amenaza del más fuerte me hace siempre ponerme al lado del más débil" de Alphonse de Chateaubriand.
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