¡Qué lunes!

¡Comienzo de semana! ¡Qué día!

 Madrugó pero dio igual. A pesar de que según el refrán: "A quien madruga Dios le ayuda", pues mejor ponerlo en duda. 

La ley de Murphy se fue cumpliendo durante todo el día. Despertador, desayuno, arreglarse, peinar a las niñas, acercarlas al cole... 

Salió con su coche como cada día a su trabajo. Al pasar por uno de los pueblos que marcaba a 50 km, pasó a 62 km y multa al canto. ¿En qué iba pensando? Pues muy simple, iba calculando mentalmente, eso iba haciendo, porque la primera prueba que ponía en la clase antes de abrir los cuadernos era cálculo mental y se iba entrenando. Lo que no le impedía mirar la velocidad pero... Al llegar a su lugar de trabajo miró una rueda, muy baja de aire, al rato la miró de nuevo y... pinchada.

¡Vaya mañanita!  Advirtió a los alumnos que ni se acercaran a la presa. Dos grandes patos se peleaban y el señor Pedro los intentaba separar con un palo a palazos y ni por esas. Tod@s mirábamos y sentíamos pena pero no podíamos hacer nada. En vez de patos parecían cisnes de lo envalentonados que estaban. ¡En mi vida había visto una pelea semejante! 

Al ordenador le dio por morirse cuando más interesante estaba el tema. Llegó un niño nuevo que va a quinto y el perro de Raquel le mordió en una pierna, era su primer día. Los padres de Alex que viven pegando a la escuela, tuvieron una bronca que todos escucharon desde los pupitres. ¡Nunca estuvieron tan callad@s!

De regreso a casa a la lavadora le dio por no desaguar. Media hora de achique. Llegó tarde a la clase de gimnasia y para colmo se torció un tobillo. ¿Alguien da más? Siempre se suele acostar tarde pero hoy se acostó pronto no quería tener tiempo para más desastres. 

Ya lo decía mi abuela: "Cuando la mañana está de piojos, no vale cambiar la camisa".