Muchos leoneses recordarán a Don Joaquín. Fue un profesor de La Normal que en sus últimos años de docencia tuvo problemas con los estudiantes de Magisterio.
Su asignatura era la música. Le temíamos todos los estudiantes oficiales y los libres a los que mi sombra pertenecía, pues tanto sus aprobados como sus suspensos no siempre obedecían al resultado de los exámenes.
Mi sombra tuvo suerte la segunda vez que me examinó. Según Don Joaquín, los estudiantes oficiales suspendían porque no atendían en las clases y no ponían interés, mientras los libres ¡Pobrecitos! bastante desgracia tenían de no poder asistir a sus clases. Para aprobar en septiembre, mi sombra fue a clases particulares con una mujer que hacía las faenas de casa por las habitaciones, mientras mis compañeros repetidores cantaban y marcaban el compás en una estancia que hacía de clase. Mi sombra intentaba seguir su ritmo sin conseguirlo.
Me habían asesorado de cómo debía de ir vestida el día de la prueba, para que el cura me aprobara más fácilmente. Me puse un traje de vestido y chaqueta de pata de gallo blanco y negro que me sentaba como un guante. Solté mi melena lisa y brillante, según mis compañeros asesores, no le gustaba que las chicas llevaran el pelo recogido. Allá fui en plan modosita, todo por aprobar la música que teníamos por "maría" pero Don Joaquín la había convertido en un "callo".
El aula estaba casi llena. Cuando me tocó mi turno, me señaló una página y mi sombra comenzó a medir en compás solfeando. De pronto me interrumpió:
_¿Pero señorita se da usted cuenta del tema que está solfeando? Yo enmudecí. _Continúe _ordenó. Continué al mismo ritmo lo que la mayoría de alumnos tenían memorizado, quizás fue eso lo que me salvó. Al salir mis compañeros me acosaban con sus comentarios:
_¡Qué suerte! Si me llega a salir a mí esa, saco matrícula! ¿Pero no te diste cuenta que era "El vals de las Olas"? ¡Qué! Aluciné, aún no me había dado cuenta.
Después de unos días fuimos a por la nota. Mientras algunos charlábamos, un compañero fue a por su "papeleta" y me trajo la mía que estaba segura de que sería un suspenso. Pero no, levantaba mi "papeleta provisional" mientras decía sin poder creérselo: ¡Estás aprobada!
Ahí me di cuenta de que la puesta en escena también tiene su importancia: "Todos los hechos de la vida social y hasta los del sentimiento pueden encasillarse en estas dos célebres palabras: oferta y demanda" de Remy de Gourmont.
Otro profesor/a de música endiosado y zumbado. ¿NO existen los profesores de música de verdad?
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ResponderEliminar¡Hombre! yo creo que sí existirán pero estos dos... Saludos.