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Arturo, ese anciano-joven de 84 años con una gran maleta repleta de experiencias, nos lo contó.
Arturo tiene un amigo ingeniero jubilado de 76 años. Estaba viudo con muy buen nivel económico, serio y bien vestido pero desfasado con esta época: pantalones de tergal en verano y de pana en invierno con camisas a cuadros de tiendas corrientes y jerseys de imitación de marcas a pesar de su solvencia.
En un baile del "Club de los sesenta" conoce a una mujer, veinte años más joven y se casa con ella. Hasta ahí todo normal o casi. Porque las malas lenguas comentan: ¡Lo que hace el dinero! Ganas tiene de casarse esa mujer con un viejo para quitar babas, maestra, con lo bien que puede vivir se casa para cuidar a un anciano.
Han pasado cinco años desde su boda y Arturo cuenta que todo el mundo habla de lo bien que se les ve, lo felices que son juntos y la pareja perfecta que hacen. Él ha sufrido un cambio brutal para mejor, más hablador y más risueño. Su forma de vestir es mucho más moderna y juvenil. Ella siempre de punta en blanco, con una luz en la mirada que trasmite felicidad y dicha.
Ahora los comentarios sobre él son positivos: No parece el mismo se le ve feliz y forman la pareja perfecta. ¡Cuánto han bailado! Nos cuenta Arturo con alegría.
¡Pero, la vida da muchas vueltas! Hace unos meses le detectaron a la mujer un cáncer de mama. Él amigo de Arturo distrae a su mujer, la mima, la acompaña siempre en sus paseos o en sus visitas al hospital...
¿Quién cuida de quién? "Jamás un hombre es demasiado viejo para recomenzar su vida y no hemos de buscar que lo que fue le impida ser lo que es o lo que será" de Miguel de Unamuno.
Yo te ayudo.
ResponderEliminarTú me ayudas.
Nosotros nos ayudamos.
Así es Manuel, y sin hacer caso de las lenguas desocupadas. Saludos.
EliminarLa verdad es que en la vida nunca se sabe. Me ha gustado el relato. Gracias Mara.
ResponderEliminarPues sí, Ainhoa, lo normal no siempre se cumple.Un beso
EliminarEs que hay demasiados que se apresuran a comentar y a intentar mal meter.
ResponderEliminarBesos
Sí, Conxita, es un defecto muy extendido. Un abrazo.
EliminarMuy bonita la historia. Es un error grande juzgar a los demás pues no sabemos lo que hay dentro de cada uno ni lo verdaderamente le mueve a hacer una cosa o la otra. Las palabras de Unamuno son acertadísimas.
ResponderEliminarUna brazo
Así es Rita, nos convertimos en jueces demasiado a menudo. Un beso.
EliminarA muchos les cuesta pensar pero tienen facilidad para juzgar, no se puede hablar desde fuera. una bonita enseñanza la que nos dejas. Abrazucos
ResponderEliminarGracias Ester, nos cuesta ponernos en el lugar del otro si no es para juzgarle, así nos va. Besos.
EliminarA veces las malas lenguas cuentan lo que no es.
ResponderEliminarSalu2, Mara.
Casi siempre es así Dyhego, pensar mal es lo primero que en muchos casos, que ni nos va ni nos viene, se nos ocurre. Un saludo.
EliminarSi no criticamos no estamos a gusto.
ResponderEliminarSaludos.
Sí Tomás, la mayoría de las veces sin razón alguna. Un saludo.
EliminarEs una dramática historia, Mara,por su inesperada situación actual. Una vez más los prejuicios lapidarios perdieron la batalla.
ResponderEliminarAsí es Esteban, aquí perdieron, pero nos sigue gustando juzgar demasiado. Un abrazo.
EliminarSon muchos los casos de personas mayores, donde la diferencia de edad no es lo mas importante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y en todos los casos debería ser así Helio, pues cada uno es muy libre de elegir y al final la edad lo que dices. Saludos.
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