jueves, 2 de diciembre de 2010

¡"El Pego"!





¡Yo soy!








Nunca supo por qué le llamaban "El Pego".
 
Era un niño postrado en una cama de hierro muy alta, o así la veía ella a través de sus pocos años. Cuatro "pomos" dorados remataban aquella cama metálica, asentada sobre el suelo de tierra del humilde cuarto.
 
La madre del "Pego" no tenía pozo en casa y diariamente iba a por agua a la casa de la niña de los ojos claros y le pedía que fuera a ver a su niño. El niño enfermo casi siempre estaba solo. Sus padres campesinos humildes que cultivaban tierras de renta, apenas sacaban para pagar sus medicinas.
 
Pasaron los años, "El Pego" se convirtió en un adolescente sin apenas poder abandonar su lecho de enfermo y sus montañas de medicamentos. La muchacha comprendió que su madre tenía razón cuando se oponía a esas visitas, temiendo el contagio. Las visitas se espaciaron más y más hasta abandonarlas por completo.
 
Siempre tumbado en su catre, "EL Pego" apenas fue a la escuela. Sin amigos. Sin cuentos que mirar o leer. Sin juguetes que entretuvieran sus horas postrado. Sin televisión. Sin teléfono móvil, ordenador, Wifi, MP3... Sólo de tarde en tarde, la visita de la niña de los ojos claros conseguía paliar su soledad.
 
 Han pasado tres décadas y de nuevo se han encontrado frente a frente. La mujer escuchó al hombre decir:
 
_¿Recuerdas la cantidad de pastillas que tomé? Pues desde hace más de veinte años no ingiero ni un sólo medicamento, mi cuerpo los rechaza. ¡Quedé inmunizado!
 
 
Ella, sintiéndose culpable,  recuerda lo poco que ayudó a su curación y consuelo: "Si podéis curar, curad, si no podéis curar, calmad, y si no podéis calmar, consolad" del médico italiano Augusto Murri.
 
 
 

10 comentarios:

  1. Aunque no le pudiese ayudar mas... una alegria que este vivo y bien ¿no?.Un saludo

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  2. Pues sí, Juan Carlos, así es pero... Saludos.

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  3. Aunque parezca una historia lejana, esta u otra parecida, incluso peores, siguen estando ahí fuera y más cerca de lo que pensamos.
    Saludos

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  4. Quizás la vida nos las trae al presente para darnos cuenta de que es como dices Fonsado, siempre hay alguna muy cercana. Un saludo.

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  5. Me encantan tus historias, estan llenas de sentimiento y ademas parecen siempre tan cercanas, un besin, Nieves

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Yo siempre digo que la mejor medicina es la positividad, el buen humor y el cariño de los demás. Bella historia. Un abrazo

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  8. Jo, qué historia tan bonita, nunca me la habías contado. Si tanta medicina no puede ser buena...

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  9. A mí también me ha emocionado la historia del "Pego".
    Bonita máxima la del médico italiano.
    Saludos, Mara.

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  10. Gracias por tu comentario Nieves. Un abrazo.

    Tres medicinas, Silvia, que si las pusiéramos en práctica nunca estaríamos enfermos. Un beso.

    Pero al fin a él le dejaron inmune, Ol, que es lo importante. Megaabrazos.

    La vida está llena de recuerdos sencillos pero imborrables, Aorillasdelórbigo. Abrazote.

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