¡Yo soy!
Por el pasillo de la Residencia de la Tercera Edad, muy despacio, camina un anciano apoyado en su bastón.
Muy cerca de él se ve una dentadura postiza en el suelo.
Se acerca una cuidadora y al ver aquellos dientes tirados, le dice bruscamente al abuelo:
_¡Coja la dentadura y colóquesela inmediatamente!
El viejecillo se inclina con esfuerzo hasta el suelo, coge la dentadura y se la intenta introducir en la boca. No lo consigue. A duras penas balbuceando, intenta decir algo:
_No, no es...ia.
La mujer le mira y se da cuenta de que el pobre viejo intenta, sin conseguirlo, colocar la dentadura que cogió del suelo, sobre su otra dentadura igualmente postiza.
Muy apurada, la servidora, le pide perdón al achacoso y a paso rápido se aleja por el pasillo con la dentadura que el viejo le entregó en la mano, sin poder contener la risa.
Primero mi sombra sonríe imaginando la cómica situación. Después, pensando en el anciano escribe: "No existen viejos dichosos, solamente hay viejos resignados" de Hipólito Nievo.
Siento mucha pena al leer esa máxima. Creo que tiene toda la razón. Los viejos se resignan a vivir lo mejor que pueden pero la felicidad solo la encuentran ya en sus recuerdos.
ResponderEliminarTriste.... me suena mucho esta entrada, pero más triste es el corazón de aquella persona ajena hacia esas personas tan entrañables que son nuestros mayores
ResponderEliminarUn abrazo
Pobrecillo...
ResponderEliminarYo también lo creo Aorillasdelorbigo, la resignación y los recuerdos son su vida. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Arianna, a veces laa personas que cuidan de ancianos como el médico ante el enfermo, su trabajo llega a ser una rutina y algunas veces no ven al ser humano que sufre. Un saludo.
Así es la vida cuando es demasiado larga, P. Ono, aunque sintamos lástima es muy real. Saludos.
Una situación ridícula que ... puede hacer llorar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece graciosa cuanddo te lo cuentan, pero es poco edificante, la verdad. Saludos.
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