jueves, 14 de marzo de 2013

Hikikomori





 No vive en Japón, sino en España pero ya ha contraído la enfermedad nacida en el País del Sol Naciente.

Todo comenzó en el instituto. Estaba gordo no se podía negar y su obesidad amargó su adolescencia. Los compañeros del instituto no le ayudaron mucho cuando le insultaban. Su nombre es Sebastián Seco, en casa le llaman Sebas. Pero fuera de allí nada era igual: ¡Sebo!  ¡Saco! ¡Gorda! (en femenino que aún le hacía más daño) Cuesta creer lo que unas  palabras, a las que él aparentaba no darle importancia de tanto oírlas, eran capaces de conseguir. La procesión iba por dentro.

 Su angustia fue en aumento, porque los insultos se repetía una y otra vez en su mente a lo largo de los días, las horas, los minutos y los segundos retumbando en sus oídos. Su consuelo era sentarse ante el ordenador. Al principio dos horas, luego el doble, más tarde el triple. Terminó por dejar sus estudios a pesar de los esfuerzos de sus padres que consultaron con más de un psicólogo. Le aconsejaban no forzarlo, darle tiempo, que la pubertad era una época difícil como todo el mundo sabe.

 Ya es mayor de edad.  Su refugio es su habitación atestada de bagaje informático. No come con la familia, pide a su madre que se la lleve a su habitación. Descuida su aseo personal y sólo sale de su cubículo para ir al baño a realizar sus necesidades más urgentes. Sus padres ya no recuerdan cuando lo vieron salir a la calle. Ahora son los especialistas los que vienen a casa, pero apenas se deja ver. El ordenador es lo único que llena su vida... Su encierro voluntario sigue. ¿Hasta cuando?



Aislado, apartado... ¿Esclavo de sus miedos? : "Si encuentras un esclavo dormido, no lo despiertes; puede estar soñando con la libertad. Si encuentras un esclavo dormido, despiértalo y háblale de la libertad" de Khalil Gibran.




4 comentarios:

  1. Pero eso es terrible, Mara. ¿Cómo es posible que esté pasando algo así y no se hable de ello ni se ayude a esa persona a superar ese trauma?

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  2. Son casos muy singulares que, por supuesto, tienen ayuda. Otra cosa es que la acepten. Un abrazo.

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  3. No sé si ese asunto tendrá una marcha atrás normalizada. No sabría por donde empezar.
    Saludos

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  4. Es muy difícil, pero... Un saludo.

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