Estos días de Carnaval, pasado por agua, en vez de salir, he quedado en casa, leyendo tranquila.
Me he tragado uno detrás de otro la trilogía de Pedro Simón: "Los ingratos", "Los incomprendidos" y "Los siguientes". Como los he devorado en un plis, plas, luego los he ido rumiándolos antes de dormirme.
Rumiando el primero "Los ingratos" y sin hacer "spoiler" vino a mi mente de sombra cuando mis hijos eran pequeños y Adela, una mujer de la edad de mi madre, me los cuidaba. Tuve una gran suerte con ella. Cuando yo llegaba a casa después del trabajo, Adela se iba a su casa y al rato aparecía con frutos de la huerta que cultivaba: pimientos, tomates, zanahorias (que mis hijos comían crudas como conejos...) y flores como sabía que me encantaban, me traía gladiolos, azucenas, rosas... dependía de la estación. Siempre le agradecí el cariño que tenía a mis hijos. La comparaba con mi madre y la Vida quiso que muriera a la misma edad que mi progenitora y de la misma enfermedad. ¡Siempre estará en mi corazón agradecido!
Rumiando el segundo: "Los incomprendidos" viene el presente de mis nietos, dos de ellos "ascoadolescentes", como Pedro les nombra en su libro. ¡Nada de lo que hacen o dicen sus padres está bien, digan lo que digan¡ ¡Menos mal que el tiempo todo lo cura".
Rumiando el tercero: "Los siguientes", recuerdo a mi suegra que siempre decía de mayor: "A mí no me traigáis al pan de los pobres", eso para ella era ir por meses a casa de cada uno de sus hijos, tampoco me llevéis para una residencia. De los seis hijos, cuando ya no podía estar sola, decidió venirse para mi casa. No daba mucho que hacer, pero con el trabajo, los hijos, la casa y ella... Muy ocupada sí que estuve.
Lo cierto es que disfruté un montón leyendo a Pedro Simón y se me pasó el Carnaval en un suspiro.
Voy a por un libro: “En Egipto se llamaba a las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás” de Jackes Benigne Bossuet.