Conducía mi coche, en aquel momento un Renault nueve, por el tramo Veguellina de Órbigo a La Bañeza con mi hijo de ocho años en el asiento del copiloto.
La carretera estaba despejada, sin tráfico a la vista, así que pisé el acelerador, el coche marcó 90 km/h, pisé un poco más a 100 km/h, pisé un poco más... De pronto observé en la distancia que salía un vehículo de la carretera de Requejo, o sea de mi izquierda, que cruzaba la calzada para dirigirse a La Bañeza.
Levanté el pie del acelerador pero el pedal no me obedeció. Quedó pegado al fondo y el coche a toda pastilla. Miré para mi hijo. Con el corazón al galope y la mayor tranquilidad posible en la voz le dije:
_César, mira agáchate. ¿Ves ese pedal primero? ¡Levántalo!
El niño tranquilamente se agachó y levantó con su mano el pedal del acelerador. La velocidad se fue moderando. Fui reduciendo y frenando, a la vez que mi corazón iba ralentizándose. ¡Jamás olvidaré ese día y ese momento! El niño permaneció tranquilo como si todo hubiera sido normal. Le conté el peligro por el que habíamos pasado después de varios años.
Hoy pienso que si el niño hubiera ido detrás, como hoy es obligatorio, esto que escribo no lo hubiera podido contar. Y... si mi sombra hubiera respetado la velocidad adecuada, tampoco habría pasado por esto y puesto la vida de mi hijo en peligro.
Mi sombra, siempre se sentirá culpable de tamaña negligencia: "La Medicina está en ti y tú no la usas. La enfermedad viene de ti mismo y no te das cuenta" de Hansrat Ali.
Vaya historia! Parece una escena de película de acción.
ResponderEliminarSaludos
No me extraña que no se te olvide el día. ¡Vaya susto!
ResponderEliminarEs fácil pisar el acelerador en esa carretera, toda recta y bastante bien asfaltada. El que esté libre de haber incumplido las reglas de circulación por ahí, que tire la primera piedra.
Un abrazo, Mara.
La verdad Fonsado, no sé de nadie que le pasara algo parecido. Descubrí que en ocasiones difíciles me mantengo serena, aunque el corazón retumbe, que no es poco. Un saludo.
ResponderEliminarEn la vida se dan situaciones que no imaginamos que pueden pasar, aunque sea por imprudencias como ésta. Pero de los errores también se aprende. Abrazos.