martes, 28 de octubre de 2014

"Dos cojines"





¡Qué cojines! Dirás cojones. No, no, has oído bien "dos cojines".

Ayer saltó la noticia, otra más del mismo calibre. Detenido por corrupción entre otros políticos a nivel nacional, el Presidente de la Diputación de León. Mirando ese hermoso, bien asentado en sus cimientos, sobrio y elegante edificio de La Diputación; mi sombra lamenta que la persona que lo representa y mayor responsabilidad tiene,  no posea en su  interior unos principios morales tan afianzados y sólidos como sus piedras. ¿Qué tiene que ver eso con los cojines? _me preguntas_ te lo explico:

Esta noticia negativa trajo a mi mente de sombra un recuerdo de signo completamente contrario.  Hace muchos años un tío-abuelo mío, Jovino López Morla, trabajó en la Diputación. Entonces era un honor laborar en un lugar público semejante, hoy suscitan sospechas algunos dirigentes de instituciones públicas, que se hacen ricos de la noche a la mañana. El tío Jovino no se hizo rico. Él era un artista. Nunca se casó. Alguna vez mi abuela pensó en algo que por entonces no se podía decir en voz alta: ¿Sería gay? Nunca lo supo pues jamás se atrevió a preguntar a su hermano si le gustaban los hombres. Después de años de trabajo, murió sin descendencia y sus hermanos se repartieron sus escasas pertenencias. 

Mi abuela, heredó dos hermosos cojines que su hermano había pintado con todo esmero. Ambos eran de seda y sobre ella en vivos colores, unos preciosos pájaros de multicolores plumas sobre unas delicadas ramitas verdes. Mi abuela en un principio los colocó en un par de mecedoras con rejilla y no se cansaba de mirarlos. Más tarde, temiendo su deterioro, los guardó en un armario. 

Mi sombra adolescente se quedaba extasiada mirando aquellos dos hermosos cuadros sobre seda mientras escuchaba las palabras de la madre de mi madre: "Mi hermano Jovino era muy listo y pintaba muy bien pero el pobre murió demasiado joven". Para mí aquellas pinturas sobre seda eran Arte con mayúscula. A su alrededor un grueso cordón igualmente de seda dorada enmarcaba el contorno de los dos cojines. Hasta el nombre del hermano de mi abuela me parecía original, Jovino, me sonaba a joven y lo imaginaba pintando y cantando a la vez. Jamás lo conocí ni siquiera en fotografía pero me hubiera gustado al menos tener una foto suya y otra también de los cojines. ¿Los heredó alguna de mis tías? Nunca lo supe. 


Me gusta pensar que en algún lugar, los cojines del tío Jovino, adornan una mecedora antigua. "La belleza perece en la vida pero es inmortal en el arte" de Leonardo Da Vinci.





2 comentarios:

  1. Lo que ha cambiado el cuento de los cojines de la Diputación de León a los cojones que tienen algunos.

    Por cierto que tío-abuelo más majo el tuyo, pobrecico si viese toda la escoria "transparente" que tenemos ahí metida.

    Besines utópicos para tí y para tu sombra, Irma.-

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  2. ¡Qué si ha cambiado! Cada día un nuevo caso, no van a tener sitio en Villahierro. Tío majo, me hubiera gustado saber más de su vida. Un besote.

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