jueves, 5 de noviembre de 2015

Depredadores




Van por la vida a la caza. Con sonrisas y halagos persiguen a su presa hasta que la consiguen, para luego dejarla tirada. 

Saben elegir, son depredadores. 
Era una cría de sólo catorce años cuando entró en la casa para cuidar a los niños. Tenía una mirada clara y hermosa. Su carácter era alegre y despreocupado algo ingenua para estos tiempos. 

Comenzó a madurar cuando su jefe le pidió que en algunos ratos le ayudara con los papeles del negocio. Las palabras bonitas llegaron pronto. Del trabajo con los niños, pasó a estar mucho más tiempo en la oficina. 

Cuando cumplió los 15, su jefe le regaló un móvil de última generación, por supuesto, le pidió que no le mencionara a nadie el regalo. Sólo ellos dos lo utilizarían para comunicarse. Ella lo comprendió nadie podía conocer su relación y menos su mujer. La fue camelando sin dificultad, no importaba que fuera menor, 

 Él joven y atractivo, ella una adolescente sin ningún tipo de experiencia, a pesar de la sabiduría que hoy se le atribuye a una chica de quince años. ¡Se enamoró hasta las trancas! Nunca nadie le había hablado con tanta dulzura y tratado con tanta delicadeza. Se sentía importante. Estaba feliz en su nube. Le brillaban los ojos de una forma especial, por más que quisiera esconder y disimular sus sentimientos, no lo lograba. Se les comenzó a ver juntos en el coche cada vez más asiduamente. ¡Los negocios!

Uno de aquellos días se metieron en el coche y ambos llevaban una mirada seria. Regresaron tarde y él la llevó a casa de una amiga, convenciéndola antes de que era mejor que no se volvieran a ver. Su mujer ya encontraría a alguien para cuidar de los niños. 

Se lo contó entre lágrimas a su amiga. ¡Me ha despedido, no quiere volver a verme! Sabía lo del preservativo pero a él no le gustaba. Me llevó a una clínica. ¡Lo he pasado muy mal, he perdido mucha sangre! Lo peor es que me encantan los niños y me han dicho que es muy difícil que pueda llegar a tenerlos. Su amiga la abrazó, la comprendía pero ella sólo tenía catorce años. Pensaron que era mejor guardar el secreto. 

Ha pasado el tiempo. Sus ojos están tristes, su mirada es hermosa. Sigue deseando ser madre.


Sigue habiendo adolescentes ingenuas: "Cuando un lobo se empeña en tener la razón, ¡pobres corderos!" de Esopo.



2 comentarios:

  1. Cada vez más descarados!

    Hola Mara, vine a visitarte, gracias por tu visita a mi blog =))

    por aquí andaré si no te importa....saludos :D

    ResponderEliminar
  2. Así es Liliana. Gracias por pasarte por aquí cuando tú quieras. Un saludo.

    ResponderEliminar