Corporales de Truchas hoy |
Contrariando el último post, voy a escribir algo de lo mucho y bueno que viví en mis comienzos como docente. Mi primer destino fue Corporales de Truchas. Llegué allí recién casada, con 25 años. Me pareció un lugar precioso.
El edificio de la escuela, fue lo primero que vi, a pesar de ser hermoso, todo él de piedra estaba en un estado lamentable. Había dos viviendas inhabitables y bajo ellas dos enormes aulas. Miré por las ventanas y vi una enorme televisión.¡No me lo podía creer, en La Cabrera una televisión en la escuela!
El paisaje con el río divino. Las viviendas muy elementales y pobres pero de piedra y con su cubierta de pizarra tenían un encanto especial. Hoy muchas restauradas merecen una visita. Lo primero en lo que pensaba una maestra al llegar a un pueblo era buscar un lugar donde meterse. Lógicamente pregunté.
_Vaya a la casa de la señora Eduviges, allí paran todas las maestras. Cerca del río la casa de la señora Eduviges era tradicional, con la vivienda encima y la cuadra de los animales debajo para aprovechar el calor, pero mejor que las demás. Cuando subí los escalones, apareció la señora Eduviges con su bastón arrastrando los pies y caminando de lado. No hizo falta presentación.
_¿La nueva señorita, verdad?
_Pues sí, me han dicho que usted acoge a las maestras, así que aquí estoy.
_¿Pero hija, no ve cómo estoy si yo no puedo ayudar en nada, ni siquiera hacerles de comer.
_No se preocupe que yo me apaño sola.
Me mandó pasar y me presentó a su marido y a su cuñado que vivía con ellos. ¡¡Dos enormes cachos de pan!! Dos personas buenas, poco habladoras, amables y muy respetuosas.
Al día siguiente conocí a uno de mis mejores compañeros, Ramón, joven, trabajador e inteligente. Siempre de buen humor. Sus bromas eran históricas. Mi aula contaba con 32 alumnas, sentadas por parejas en antiguos y sólidos pupitres sobre un suelo de tabla muy deteriorado. Pues sí, allí estaba la televisión, sólo que ya no funcionaba. En Corporales, vi películas del Gordo y el Flaco que a Ramón proyectaba en mi aula, se las dejaba D. José otro maestro, uña y carne con el inspector, que llevaba material supermoderno de la capital.
La señora Eduviges me trataba como a una hija, aunque siempre de usted. Me reñía cuando había nevado y yo iba a lavar mis sábanas al río. A diario cogía la palangana con el agua un poco caliente y me iba a mi habitación a lavarme y ella me decía: Pero lávese aquí en la cocina, que se quedará helada en la habitación. Nunca me atreví a decirle que allí no podía lavar mis partes íntimas. Era acogedora y los hombres también. Fue una bella y feliz experiencia que duró sólo un año.
De allí vino mi hija mayor la "cabreiresina". Un día nevó y yo embarazada de siete meses tenía que cruzar unas eras que cubiertas de nieve no dejaban ver los hoyos, así que me caí ya muy cerquita de la escuela a la vista de Ramón y los niños. ¡Ni una sola risa! Todos preocupados por si me había hecho daño. Cuando vieron que no me había pasado nada, Ramón nos hizo reír con su humor y unos versos: A Mara la barrilete, le compraremos un patinete.
¡Una gran mujer la señora Eduviges! Hizo un gran favor a muchas maestras acogiéndolas en su casa. Volví a visitarla después de los años y me mostró orgullosa el chorro del agua corriente de su cocina.
Siempre tendré presente lo feliz que fui allí: "Me enseñaron que el camino del progreso no es ni rápido ni fácil" de Madame Curie.
Muy tierna y sentimental tu entrada Mara, se nota en tus palabras lo feliz que fuiste ese año en Corporales de Truchas.
ResponderEliminarBesos.
Fui muy feliz, a pesar de todo lo que me habían dicho de "La Cabrera.
EliminarRealmente el camino no fue fácil, aunque estuvieras rodeada de gente buena que han dejado en ti una huella llena de ternura.
ResponderEliminarMe pregunto si ahora existen maestros con esa capacidad de adaptación que tu demostraste.
Besos
La verdad es que hay pocos maestros y maestras por vocación actualmente, yo los tengo muy cerca. Un beso.
EliminarBonito ese recuerdo aunque no debió ser fácil pero se compensaba con muchas ganas y mucha vocación que me parece fundamental en una profesión que despierta la curiosidad y las ganas de saber, de conocer, en los chicos.
ResponderEliminarUn saludo
Tú lo has dicho Conxita, la vocación es fundamental.Besos.
EliminarSiempre entrañables tus bellos y nostálgicos relatos, Mara.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Enrique a ti por leerme. Abrazote.
EliminarQué entrañable pueblo debe ser. Hay gente muy buena en el mundo , gracias a Dios.
ResponderEliminarBesos, Mara.
Así es, yo creo que hay más gente buena que mala pero destaca más esta última. Un beso.
EliminarMara enlazando tus ultimas entradas yo si que recuerdo solo maestras en el pueblo, la escuela era unitaria, pero recuerdo oír que hubo un maestro que mas tarde conocería siendo director de la escuela comarcal en la que nos concentraron a todos pueblos.
ResponderEliminarSi que había una casa para maestros pero algunas que estaban solteras vivían en una casa particular.
Saludos.
Mientras fue unitaria es raro que hubiera un maestro, yo hablo de la década de los 70 u 80. Las de Corporales no estaban habitables pero yo viví más tarde 13 años en una casa de maestro/as. Un saludo.
EliminarQue bonita historia, las maestras siempre bien vistas y respetadas (ahora un poco menos). El nombre de la señora me ha recordado a la costurera que venia los viernes a casa, así se llamaba y no había vuelto a escuchar ese nombre. Un abrazo
ResponderEliminarYo diría que ahora mucho menos porque les han quitado autoridad. Yo tampoco he vuelto a conocer a nadie más que se llamara así. Besos.
EliminarQué bonitos recuerdos Mara, se nota que la pasaste muy requetebien!
ResponderEliminarBesos =)))
¡Me encantaba dar clase! Y aprendí mucho allí. un beso.
EliminarTuviste suerte Mara. Mi primer destino fue en un pueblo parecido y,aunque guardo algunos buenos recuerdos,la mayoría son para olvidar.
ResponderEliminarTu entrada me traslado en el tiempo a aquellos años setenta donde la precariedad en los pueblos pequeños hacía la vida difícil,es cierto.
Saludos colega.
Sí, creo que tuve suerte. hasta había taxi que te llevaba hasta Truchas y tienda con pescado congelado, en la mayoría de los pueblos de alrededor no había ni tienda. Un saludo.
EliminarTuviste suerte Mara. Mi primer destino fue en un pueblo parecido y,aunque guardo algunos buenos recuerdos,la mayoría son para olvidar.
ResponderEliminarTu entrada me traslado en el tiempo a aquellos años setenta donde la precariedad en los pueblos pequeños hacía la vida difícil,es cierto.
Saludos colega.
Aquellos años eran difíciles joaquín, pero se valoraba mucho a las personas. Saludo de nuevo.
EliminarNo es ni rápido ni fácil, muy buena frase
ResponderEliminarun beso y una sonrisa
Ya lo creo que no, bien lo sabía Madame Curie. Un abrazo.
EliminarLa verdad es que la vida en aquellos años no era de color de rosa, las carencias eran tremendas, lo que ocurre que la juventud lo podía todo.
ResponderEliminarTambién viví mis primeros años sin agua corriente en las casas.
Un abrazo.
Sí, no era fácil Helio. Para mí era más difícil no tener aseo que agua corriente. Bajar a la cuadra de las vacas no me gustaba nada. Abrazo.
EliminarHola Mara.. Es curioso ver como las anécdotas personales bien contadas, se convierten en historias interesantes.
ResponderEliminarA mi me dio un día por escribir Mis queridas anecdotas, y a veces cuando lo releo, yo mismo me parto de risa..
Un abrazo..
Pues aquí estamos llorenç, si con ellas nos reíamos ya sirven para algo. je, je. Un beso.
EliminarDe echo defender me defiende pero no como debería.
ResponderEliminarEstá bien defenderse. Saludos.
EliminarSiempre hay gente buena por todos lados.
ResponderEliminarSalu2.
Así es Dyhego por esos lugares, sin familia, sin coche, sin teléfono... todo lo suplía la buena voluntad de la gente y la capacidad de adaptación de uno mismo. Un abrazo.
EliminarQue hermosos recuerdos, yo quiero gente buena a mi alrededor todo el tiempo, digo.... si no es mucho pedir
ResponderEliminarsaludos
¡Claro que no es mucho pedir! Al final lo conseguirás. Un beso.
EliminarUN RELATO BONITO, SENTIMENTAL Y EXCELENTEMENTE GESTADO.
ResponderEliminarABRAZOS
Gracias por tus amables palabras. Un abrazo.
EliminarGracias por el artículo y por las palabras tan bonitas sobre mis abuelos. A mi padre y a mis tíos les ha traído muy buenos recuerdos de la vida en corporales
ResponderEliminarHola Roberto. Me has sorprendido y alegrado muchísimo tu comentario. Son palabras muy merecidas para tus abuelos, que en mí dejaron un gratísimo recuerdo. Saludos.
Eliminar¡Me ha encantado encontrarte! Qué tierna tu entrada. Qué grandes sois los maestros, de verdad. Qué gran labor hacéis.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte,
P.
Gracias por tu visita y por esos halagos hacia los que se dedican a la enseñanza que creo que cada vez lo tienen más difícil. Abrazos.
EliminarMe ha gustado mucho, y debo decir que se me han saltado las lágrimas al final del relato con la visita a tu casera después de los años.
ResponderEliminarUN abrazo Mara
Gracias. A mí también me emocionó ver con cuánta ilusión me abrió el grifo. Un beso.
EliminarBello recuerdo de un ayer vivido con intensidad y belleza.
ResponderEliminarAbrazos, Mara.
Al escribirlo es como si lo volviera a vivir, es reconfortante saber por cuanta buena gente me he sentido ayudada. Un beso.
EliminarPara leer tu respuesta aquí he tenido que volver a tu blog... Hubiese bastado incluir mi nombre en tu comentario pues me llegan todos.
EliminarAbrazo.
Gracias Ernesto, lo tendré en cuenta. Un abrazo.
EliminarPreciosa historia. Preciosa la señora Eduviges. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarGracias a ti por detenerte a leerla. Un beso.
EliminarQue entrañable y encantador me ha parecido este relato Mara. Que bonita experiencia aun con las dificultades de aquellos lugares.
ResponderEliminarComo la señora, se llamaba mi suegra, jajaja.
Me ha encantado y he disfrutado al leerlo.
Un abrazo.
Gracias Elda. Fíjate nada menos que tu suegra je, je. Espero que se pareciera a ella además del nombre. Abrazo.
ResponderEliminarHola Mara!
ResponderEliminarMi nombre es Carmen y soy de Corporales.Aunque no tengo un recuerdo claro, creo que fui alumna tuya en los años 70. Del que si me acuerdo mucho es del 600 del maestro Ramón y de cuando llevaba a mi hermana pequeña a Truchas al médico.
Me gustaria saber más de como te fue la vida, un besito enorme.
Mi Facebook es Carmen Rodriguez Liebana, por si quieres hablar en privado.
Hola Carmen. Me ha alegrado mucho tu comentario. Yo estuve allí el curso 71-72. Ramón estuvo varios años en Corporales por eso lo recuerdas más. Mi nombre real es Lucía. No estoy en las redes sociales por eso no tengo ni Twitter ni Facebook. Si lees mi blog sabrás mucho de mi vida. Un beso enorme. ¡Feliz Semana Santa!
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